Desentrañando el Índice de Desempeño Medioambiental: Un Análisis Cuantitativo de la Categorización, Comparación y Evaluación del Ambiente
7 mayo, 2024Por: Carolina Itzel Tec y José Iván Dondé*
En el vasto océano del conocimiento, la ciencia es el faro que guía a la humanidad hacia la comprensión del entorno. Siempre hemos buscado dar sentido a los acontecimientos que nos rodean, y una de las herramientas que hemos creado para este fin es la categorización, comparación y evaluación del mundo que habitamos.
La categorización consiste en clasificar de manera jerárquica un conjunto de elementos, por ejemplo, un sistema taxológico para categorizar a los animales; la comparación se suele realizar constantemente a través de muchos rankings internacionales o en escalas más pequeñas, como las mejores universidades del mundo, del país, de la región; mientras que la evaluación es visible sobre todo a nivel educativo o laboral.
En esta ponencia del Seminario Tecnociencia, Ambiente y Sociedad [1], el Dr. Antonio Ballesteros presentó un análisis del Índice de Desempeño Ambiental (EPI, por sus siglas en inglés), el cual juega un papel clave en la valoración de la biodiversidad y otros aspectos ambientales, a escala global.
Sin embargo, se trata de una herramienta con ciertas limitaciones, toda vez que simplifica problemas complejos, ignorando los contextos locales sociopolíticos, así como las redes que existen entre cada categoría que está segmentada. Otra problemática es que no construye sus bases de datos, usa mediciones realizadas por otras organizaciones, utilizando bases de datos que fueron realizadas bajo diferentes intereses y en distintos horizontes temporales, por ejemplo, en el EPI 2018 se encontraron datos recopilados en el 2010 y 2014. Probablemente, esto se debe a que se busca la simplicidad en los informes, con el objetivo de hacerlos accesibles para usuarios como los tomadores de decisiones, quienes carecen de tiempo para profundizar en documentos científicos.
El EPI establece tres grandes categorías de política pública que están al centro: salud medio ambiental, vitalidad ecosistémica y cambio climático. Después se categoriza en 11 fases y a su vez en otros 40 indicadores. Todo esto es desarrollado por el propio EPI de manera unilateral.
Una problemática que se desencadena de este tipo de índices es que los países se limitan a adaptarse a cubrir los criterios para subir de puesto, ignorando sus propios contextos. Además, existen dilemas en cuanto a la división política internacional, por ejemplo, en el caso de Palestina, pues dentro del EPI está el debate de considerarlo como nación o como parte de Israel, debido al control político israelí, que influye en sus políticas ambientales, o el caso de países que tienen dominio en tierras lejanas y separadas geográficamente. De otro lado, se ignoran las políticas públicas de corte local, como en el caso del manejo del agua en México, debido a que en el país la gestión hídrica se hace por cuencas y no a nivel federal, como se deduciría de la información que refleja el EPI.
En conclusión, este análisis nos recuerda la necesidad de abordar estas herramientas de forma crítica, reconociendo sus restricciones, ya que si bien, es importante generar este tipo de índices a nivel mundial, no deben de ser consideradas como el único criterio o el más importante, sino como información que hay que contrastar, considerando quiénes construyen los datos y en qué contexto sociopolítico se hacen las mediciones.
* Estudiantes de la Licenciatura en Desarrollo y Gestión Interculturales, ENES Mérida.
[1] Ponencia realizada con el apoyo del proyecto PAPIIT IA301324