Categoría: Sociología

11 febrero, 2025 0

La música en lo social y lo social en la música

Por: Diana Marcela Corredor Palacios* La primera persona que analizó la relación entre música y sociedad en la sociología fue Harriet Martineu (1802-1876), para ella “las canciones populares son a la vez causa y consecuencia de los valores morales generales: primero los forman y luego reaccionan a ellos”. (Martineu, 2022, p. 136).  Max Weber (1864-1920) en su texto Los fundamentos racionales y sociológicos de la música (2015), analiza el proceso de desarrollo de la música y su relación con la sociedad occidental. Para esto, comienza su exposición afirmando que la música como arte autónomo requirió en su proceso de desarrollo de por lo menos dos avances: el primero, la invención de la escritura musical que permitió la composición, la transmisión y su ejecución repetida; el segundo, la construcción de instrumentos siguiendo los parámetros de la música armónica por acordes.  Ese sistema racional de la música, según Weber, hace la diferencia entre las manifestaciones y estilos musicales entre oriente y occidente y, dentro de las diferentes etnias y comunidades que hacen parte del mismo occidente. No se podría hablar de una sola música sino de diferentes estilos musicales que se generan en contextos sociales y culturales particulares. En 1881 George Simmel (1858-1918) presentó su primera tesis doctoral denominada Estudios psicológicos y etnológicos sobre música (2003) y fue reprobado por el tribunal académico. Ha pasado casi un siglo y medio y aún nos  dicen que si queremos investigar la música desde áreas como la sociología es mejor que nos vayamos a la facultad de música. Pero ¿por qué seguimos siendo tercos y tercas en estudiar la música desde las Ciencias Sociales? Pues como lo mencionó Simmel, la música es una manifestación de las relaciones sociales… y adivinen qué estudiamos en la sociología. Para Simmel, desde la música se puede analizar el desarrollo de un pueblo, una nación, ya que por medio de ésta se “exteriorizan” los diferentes elementos constitutivos de las culturas.  Un texto interesante en el campo de la sociología de la música es el escrito por Norbert Elías (1897-1990) llamado Mozart: sociología de un genio, el cual analiza la relación entre el desarrollo y consolidación de un artista y el entramado social del que forma parte. En este libro Elias no solamente hace uso de la sociología sino también de la historia con el fin de reconstruir la biografía de Mozart dentro de la estructura de la sociedad cortesana.  Howard Becker (1928-2023) analiza los mundos del arte en los cuales identifica, desde la microsociología, las redes y las interacciones que se dan en los procesos creativos. Su texto más importante es El jazz en acción. La dinámica de los músicos sobre el escenario, escrito junto con Robert Faulkner (2015) en el cual analizan los procesos sociales que están detrás de las interacciones de los músicos de jazz.  Simón Frith (1946-actualidad) ha investigado la industria musical y los ciclos de producción en la industria discográfica. Las expresiones culturales y más aún las musicales permiten identificar la existencia y relacionamiento de grupos sociales. Analizó géneros musicales como el pop y el rock y se preguntó sobre la autenticidad no solo en estos sino en todo el conjunto de la música popular.  Antoine Hennion (1952-actualidad) ha planteado en la sociología de la música el concepto de mediación, a partir de la teoría del actor-red desarrollada por Bruno Latour, entre otros. La mediación entre lo humano y lo no humano constituye a la música como una fuerza social, haciendo énfasis en la importancia de lo que la gente hace y cómo lo hace. Al igual que Simmel, las emociones y la afectividad se vuelven necesarias en el análisis de la sociología de la música.  Otra de las sociólogas más representativas, más no la única, en el campo de la sociología de la música es Tia DeNora (1958-actualidad). Uno de sus textos más importantes es Music in everyday life (2000) en el cual identifica a la música como un elemento constitutivo de la vida social. Propone una sociología musical en donde se encuentre la música en lo social y lo social en la música. Estas han sido algunas sociólogas y sociólogos que han investigado la importancia de la música en la sociedad, hacen falta muchas otras más por nombrar. La invitación es a seguir indagando sobre la relación entre música y sociedad.   Referencias Becker, H. y Faulkner, R. (2015). El jazz en acción. La dinámica de los músicos sobre el escenario. Siglo XXI.  Elías, N. (1991 [2002]). Mozart: sociología de un genio. Ediciones Península.  Martineau, H. (1838 [2022]). Cómo observar la moral y las costumbres. Centro de Investigaciones Sociológicas. Simmel, G. (1881 [2003]). Estudios psicológicos y etnológicos sobre música. Editorial Gorla. Weber, M. (1911 [2015]). Los Fundamentos Racionales y Sociológicos de la música. En Economía y Sociedad. Tecnos. Diana Marcela Corredor Palacios es profesora de asignatura de la ENES Mérida, UNAM Fuente de la foto: Archivo personal (2019).

17 septiembre, 2024 0

Repensar la literatura como herramienta sociológica.

Por: José Dondé Perera* La escritura sociológica es tradicionalmente apreciada por su rigor y objetividad, pero puede llegar a enriquecerse con la perspectiva que nos ofrece la literatura. Este es el enfoque que el Dr. César Guzmán Tovar, perteneciente al Departamento de Humanidades y Sistemas Sociales de la ENES-Mérida, presenta en su artículo “Sociología y literatura, ¿un amor imposible? Reflexiones desde la (in)experiencia”, publicado en la revista Humanidades. Guzmán argumenta que la literatura, más que una forma de entretenimiento, ofrece recursos para transmitir datos y análisis de manera más accesible y emotiva, facilitando la comprensión de las complejidades sociales. A continuación, presento algunas ideas que el autor explora en el artículo mencionado. La conexión existente entre la literatura y la sociología no es nueva; la incorporación de elementos literarios como metáforas, personajes y escenarios añade profundidad y matices a la exploración de la realidad social. Esto no es simplemente estético, sino una forma de conectar más profundamente con el lector al momento de comunicar experiencias humanas de una forma más efectiva.  A lo largo de la historia, pensadores como Coser y Lepenies han explorado esta convergencia entre lo conceptual y lo artístico, y autores contemporáneos como Becker, Todorov y Lahire han demostrado cómo el análisis literario puede iluminar aspectos sociales complejos. Las novelas y ensayos ofrecen nuevas perspectivas que enriquecen la sociología y descubren conexiones inesperadas entre vida social y representación. Es necesario dejar atrás el distanciamiento que existe entre literatura y ciencia ya que pueden complementarse la una a la otra. La literatura no debe verse sólo como un adorno, sino como una herramienta valiosa para comunicar la complejidad social de manera más cercana y comprensible. El autor destaca esta visión en la cual se nos señala que existe un distanciamiento entre sociología y literatura el cual puede provenir del inglés, donde el término “literature” abarca tanto el estudio académico como la escritura creativa. Sin embargo, aboga por aprovechar la distinción que el castellano permite entre “bibliografía” y “literatura”. La primera, enfocada en las fuentes y referencias para la investigación, y la segunda, en el arte de contar historias. Esta diferenciación, lejos de crear una ruptura, debe servir para resaltar cómo ambos enfoques pueden unirse y enriquecer la investigación social. El autor invita a reflexionar sobre una sociología inspirada en la literatura, donde las palabras no sólo transmitan información de manera metódica, sino que también resuenen con la profundidad de una novela. De este modo, en el cruce entre disciplinas, se abre un espacio para la creatividad, donde sociología y literatura pueden coexistir y complementarse dando lugar a una escritura más rica y una visión del mundo más compleja. Históricamente, la sociología se ha centrado en una presentación de los hechos de manera objetiva y neutral, con un lenguaje que, aunque riguroso, a menudo ha sido criticado por su carácter tedioso y distante. Esta tendencia ha favorecido la separación de la sociología y las artes, especialmente la literatura. Sin embargo, autores como Zygmunt Bauman y Ricardo Mazzeo han destacado la estrecha relación que existe entre ambas, afirmando que no debería reproducirse esta división, indicándonos que la sociología y la literatura son parte de la cultura misma, y que juntas nos ofrecen una visión más completa de la experiencia humana, al capturar tanto su complejidad como su belleza. Más allá de esa idea, otros académicos, como el historiador Todorov, han ido más lejos al señalar que la literatura ha sido la ciencia humana más importante durante siglos, abordando las motivaciones y comportamientos humanos de manera que las ciencias sociales aún están intentando emular. Al integrar la riqueza expresiva de la literatura en la sociología, es posible evitar que los estudios sociales queden reducidos a frías estadísticas, teorías y sistemas abstractos, y que se vuelvan narraciones ricas en prosa y capaces de conectar profundamente con la experiencia humana. La literatura tiene el poder de enriquecer el análisis sociológico al permitir que los temas sociales se aborden desde una perspectiva más cercana y humana. En lugar de limitarse a una exposición fría y técnica, muchos sociólogos han optado por integrar experiencias biográficas y emocionales en sus trabajos, lo que no sólo les da mayor profundidad, sino que también rompe con la rigidez académica tradicional. Este enfoque lo podemos ver en los escritos de autores como Didier Eribon y Alfredo Molano, quienes, a través de sus experiencias personales y sus narrativas cargadas de sensibilidad, logran que la sociología sea no sólo rigurosa, sino también más accesible y comprensible. Esto es particularmente relevante en el estudio de contextos marcados por el conflicto, la desigualdad y la exclusión, donde la narrativa sociológica fluida permite un entendimiento más profundo y cercano de las estructuras sociales que generan dichas realidades. La combinación de la sociología y la literatura ofrece una vía para humanizar y enriquecer el análisis social, haciéndolo más accesible y atrayente para un público más amplio. Este enfoque rompe con los cánones tradicionales de la escritura sociológica que, a menudo, se presenta como técnica y densa. Integrar una narrativa creativa no implica sacrificar el rigor académico; por el contrario, abre la puerta a una comprensión más profunda de las estructuras sociales al conectar con la experiencia humana de una manera más directa y emocional. El reto está en forjar un estilo de escritura que permita expresar ese “enamoramiento” entre la sociología y la literatura. Esto requiere tiempo, práctica y mucha imaginación. Tal como sugieren algunas corrientes actuales en la formación de sociólogos, es posible desarrollar un estilo que sea riguroso y analítico, pero también ameno y fluido. De esta manera, se logra acercar el conocimiento sociológico a una audiencia más amplia, mientras se mantiene la profundidad en la comprensión de las realidades sociales complejas. Este es un llamado tanto a sociólogos como a escritores para que lean, practiquen y experimenten, buscando un equilibrio entre la forma y el contenido, donde cada historia venga acompañada de un análisis profundo que enriquezca la disciplina. Accede al artículo completo en: Revista Humanidades La Revista Humanidades es una…