Retos en el comercio del coral negro (Antipathes spp.) en la región del Caribe Mexicano

Retos en el comercio del coral negro (Antipathes spp.) en la región del Caribe Mexicano

28 enero, 2025 0
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Por: Ailin Ortiz López; Ana Díaz Sarmiento; Concepción Martínez, Rodríguez Karla Gómez Mendoza y Raúl Martínez

El coral negro es un recurso de gran importancia ecológica cuya lenta tasa de crecimiento y reproducción lo hace especialmente vulnerable a la sobreexplotación, impulsada principalmente por su demanda en la fabricación de joyería y artesanías. En México, a pesar de contar con regulaciones, el comercio ilegal sigue siendo una práctica común en zonas turísticas. La extracción de este recurso, que a menudo se realiza a profundidades superiores a los 30 metros, no solo pone en peligro a los buzos, sino que también carece de un monitoreo reciente que permita conocer el volumen de extracción o evaluar el estado de salud y la abundancia de los bancos de coral negro. ¿Qué características ambientales y comerciales están asociadas a esta actividad y qué alternativas para su aprovechamiento sustentable tenemos en el país?

¿Por qué es importante el coral negro?

Los arrecifes de coral son auténticos tesoros marinos, no solo por su belleza única, sino por su papel crucial en los ecosistemas. Estas comunidades complejas actúan como estructuras naturales que amortiguan la fuerza del oleaje y protegen las costas de tormentas y huracanes. Además, ofrecen refugio y hogar a una gran diversidad de especies marinas, lo que los convierte en pilares fundamentales para el turismo, la pesca y la protección del litoral, brindando valiosos servicios ecosistémicos (Guerra et al., 2019).

Los corales son un grupo diverso de organismos marinos que incluyen cientos de especies, desde los coloridos corales pétreos que forman arrecifes, hasta los delicados corales blandos que se mecen con las corrientes. Cada uno juega un papel esencial en los ecosistemas marinos, ofreciendo refugio y alimento a innumerables especies. Entre ellos, destaca el coral negro, una especie poco conocida pero de gran importancia ecológica y cultural. A diferencia de otros corales, el coral negro no forma arrecifes, sino que crece en profundidades mayores y su estructura rígida y oscura ha sido valorada durante siglos para la creación de joyería y artesanías. Sin embargo, su lento crecimiento y las amenazas que enfrenta lo convierten en una especie especialmente vulnerable, representando un llamado a la conservación de todas las variedades de coral en el mundo.

Importancia ecológica de los corales

El coral negro, perteneciente a la familia Antipatharia, abarca 7 familias, 7 subfamilias, 40 géneros y 235 especies. Estas especies se caracterizan por secretar un esqueleto quitinoso, es decir, formado por quitina, un material natural que aporta rigidez y flexibilidad. Este esqueleto, de color oscuro, al ser pulido adquiere una apariencia similar a la porcelana fría, lo que lo convierte en un recurso de alto valor comercial (Padilla C., 2004). Su distribución geográfica es amplia; la mayoría de las especies habita en aguas tropicales y subtropicales, desde profundidades de 5 hasta 8,000 metros, aunque la mayoría se encuentra entre los 30 y 80 metros (Bruckner, A., et al., 2008). Sin embargo, presentan una tasa de crecimiento lenta y una maduración sexual tardía (Wills Lopez, 2008), lo que provoca que sus poblaciones tarden en recuperarse y crecer.

Los corales aportan múltiples beneficios, conocidos como servicios ecosistémicos, pues ayudan a proteger las costas de la erosión durante tormentas y huracanes. Además, permiten la variedad de peces, moluscos y plantas acuáticas, lo que sostiene la biodiversidad del océano y favorece a las comunidades pesqueras, que dependen de estas especies. Por otro lado, los arrecifes visualmente atraen a turistas año con año, lo que genera economía y empleos. Los arrecifes de coral son esenciales para el equilibrio socioambiental (Calderón, L., et al., 2017; Mendoza-González, et al., 2020). (Fig.1)

Figura 1. Servicios ecosistémicos proporcionados por el coral negro (Elaboracion propia).

Importancia comercial de Coral Negro en México

En el comercio internacional de esta especie, de acuerdo con la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), Estados Unidos es el mayor importador seguido por Alemania, Francia y Japón. Los países que más exportan este recurso son Hong Kong, Corea y Taiwán. Entre 1982 y 1997 CITES reportó 19,262 toneladas de coral negro para su importación a 70 países. (CORAL, 2005).

El nombre común “coral negro” agrupa varias especies que poseen un importante mercado internacional en joyería y artesanías. En la región del Caribe Mexicano se encuentran registradas dos especies: Antipathes pennacea, ahora Plumapathes pennacea (OBIS, 2024), y Antipathes caribbeana, las cuales son utilizadas como materia prima para la elaboración de artesanías (Padilla C., 2004). La extracción de estas especies comenzó en los años 60, principalmente en la Isla de Cozumel. Entre 1974 y 1978, en zonas como Punta Herradura, Cayo Centro, Cayo Lobos y Ensenada de Luciérnagas, se registraron volúmenes de extracción de hasta 322 kg mensuales, y el precio de la materia prima se vendía a los artesanos por 3,500 MXN por kilogramo (De La Torre Alegría, 1979). Durante la década de los 90, el consumo de productos de coral negro tuvo un auge significativo, lo que llevó a que en 1995 las autoridades suspendieran los permisos de pesca. Sin embargo, en 1996 la actividad se reanudó en el sur del estado de Quintana Roo. Para el año 2000, en la zona sur de Quintana Roo, específicamente en Punta Herradura, donde se localizó un banco de coral, se autorizaron permisos para tres recolectores, quienes podían extraer hasta 100 kg mensuales cada uno (Padilla C., et al., 2000).

Colecta, comercialización y problemáticas socioambientales

La recolección de coral negro se realizaba originalmente a poca profundidad, pero la escasez del recurso obligó a los pescadores a sumergirse hasta 80 metros utilizando equipo SCUBA. Para extraer las colonias, cortaban el coral con seguetas y lo sacaban a la superficie utilizando globos de flotación (Padilla, 2004). Este proceso requería la participación de cuatro personas: el permisionario, dos buzos y un recolector. Posteriormente, el coral era tallado y pulido, ya sea por artesanos especializados o, en muchos casos, por los mismos pescadores, para fabricar piezas de joyería y decoraciones.

Esta actividad es costosa y extremadamente riesgosa. Los pescadores, al no seguir procedimientos adecuados de descompresión, enfrentan accidentes graves e incluso muertes en su intento por recolectar colonias a mayores profundidades (Padilla, 2004). Además, la habilidad de los artesanos resulta fundamental, ya que un error en el tallado o pulido puede arruinar por completo una pieza (Leonardo, 2008).

El coral negro se comercializa principalmente en los mercados turísticos del Caribe Mexicano, siendo adquirido en su mayoría por turistas internacionales. Los precios de los productos varían considerablemente, desde $300 hasta más de $100,000 MXN, dependiendo del tamaño y la técnica de elaboración. Sin embargo, esta comercialización, frecuentemente ilegal, perpetúa la explotación insostenible del recurso, ya que muchos artesanos, ante la falta de alternativas económicas en zonas rurales, dependen de su venta (Berjano, 2024). El esquema de la cadena de comercialización puede observarse en la Figura 2.

Figura 2. Cadena de valor del comercio del coral negro en la región del Caribe Mexicano (Elaboración propia).

Estrategias de manejo actuales y alternativas a futuro

La recolección de coral negro en México está limitada a ciertas cooperativas que cuentan con permisos emitidos por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT). Desde 1981, este recurso se encuentra incluido en el Apéndice II de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), que agrupa especies que, si bien no están en peligro de extinción, podrían estarlo si no se regula estrictamente su comercio. Para su venta internacional, es obligatorio contar con un permiso de exportación o un certificado de reexportación (CITES, 2024). Sin embargo, la regulación es insuficiente, ya que el comercio ilegal persiste debido a la alta demanda en los mercados y a la falta de recursos para fiscalizar toda la cadena de valor (Padilla & Lara, 2000; Berjano, M., 2024).

En Cozumel, dado que este recurso se encuentra amenazado, solo existen dos licencias para la extracción de coral negro, con cuotas de captura que han variado entre 50 y 100 kg mensuales de producto bruto, y restricciones de tamaño mínimo de colecta que oscilan entre 2 y 2.5 cm de diámetro del tallo. Durante este trabajo, encontramos falta de información sobre el tema. Por ejemplo, aunque se reporta que existen tres permisionarios en Quintana Roo que realizan extracciones en bancos de coral, durante una entrevista con la dueña de una de las tiendas más reconocidas de coral negro en el Caribe Mexicano, “Black Coral”, esta señaló que, en la actualidad (noviembre de 2024), solo queda un permisionario. Según explicó, debido a la sobreexplotación de los bancos de coral en la zona, únicamente se puede colectar el coral que se desprende de forma natural por la acción del oleaje. (Fig. 3).

Figura 3. Tienda Black Coral en Cozumel, Quintana Roo. Foto por Ailin Ortiz.

Por otro lado, el último trabajo detallado sobre el tema corresponde a la investigadora Claudia Padilla en 2004, quien ya mencionaba las incongruencias en el marco legal mexicano. Por ejemplo, las especies Antipathes dichotoma y Antipathes ulex, que estaban protegidas bajo la categoría de Protección Especial en la NOM-059-ECOL-2001, hasta la NOM-059-SEMARNAT-2010, no tienen distribución en el Caribe Mexicano.

Propuestas de conservación de manejadoras de zonas costeras

Como manejadoras de la zona costera, consideramos urgente llevar a cabo investigaciones sobre la abundancia y el estado de salud de los bancos de coral negro para actualizar la información sobre esta especie. Además, es necesario fortalecer la regulación de su comercio mediante acciones como incrementar la vigilancia en el Área Natural Protegida del Caribe Mexicano, agilizar los procesos de denuncia a cargo de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) y fomentar la educación ambiental entre los habitantes costeros y los consumidores, tanto nacionales como extranjeros. Es crucial que se conozca la importancia ecológica del coral negro y el marco legal que regula su extracción y comercialización, ya que muchas veces quienes lo explotan o lo adquieren desconocen que se trata de una especie protegida y los requisitos legales para su compra-venta. También sería viable trabajar en la implementación de un comercio sostenible y socialmente responsable, involucrando a pescadores, artesanos y consumidores para fomentar un comercio legal, realizado a pequeña escala, lo que podría otorgar un valor agregado a los productos al hacerlos más exclusivos. Asimismo, explorar la acuacultura del coral negro para evitar su extracción del medio silvestre y evaluar iniciativas de restauración de los bancos podrían ser medidas clave, aunque la restauración podría ser menos viable debido a la profundidad en la que se encuentran los corales. Cuidar de estos ecosistemas no solo preserva este recurso, sino que también incrementa su capacidad de resiliencia, mejorando la provisión de esta materia prima.

En conclusión, el comercio de coral negro en el Caribe Mexicano es un tema que demanda atención y regulación para garantizar la protección de este valioso recurso marino. A lo largo de los años, la extracción intensiva de coral negro ha puesto en riesgo tanto a la especie como a los ecosistemas marinos en los que habita, así como a las comunidades locales que dependen del turismo y la pesca. Es esencial actualizar y ampliar la información disponible, al tiempo que se fomenta la conciencia ambiental entre turistas, comerciantes y la población local, con el objetivo de reducir la demanda, proteger este recurso y asegurar un futuro sostenible para las generaciones venideras.

Bibliografía

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*Alumnas de la licenciatura en Manejo Sustentable de Zonas Costeras, trabajo realizado en la materia Comercio de la Biodiversidad a cargo de la Dra. Eva Virginia Coronado Castro, Dra. Laura Silva, M.C Anel Coronado.