¿Por qué hablar de participación ciudadana en la ciencia y la tecnología en Yucatán, México?

¿Por qué hablar de participación ciudadana en la ciencia y la tecnología en Yucatán, México?

21 agosto, 2023 0
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Jaydy Aylin Chan Couoh*

En este breve ensayo abordo la importancia de la participación ciudadana en los avances de la ciencia y la tecnología en México, la cual atraviesa cada esfera de nuestra vida social y tiene impactos ambientales y riesgos que han generado controversias y una necesidad por democratizar las decisiones sobre los avances tecnocientíficos que afectan directamente a la ciudadanía.

La modernidad trajo consigo el discurso del desarrollo, el cual nos dice que el avance y progreso de un país (y humanidad) van de la mano del avance de la ciencia y la tecnología, haciéndonos ver a la ciencia como el vehículo por excelencia para que la humanidad sea dueña de su destino y transforme el mundo. En la actualidad los avances tecnocientíficos permean cada esfera de la vida social, por lo que hoy no podemos imaginarnos otra manera de comunicarnos, leer, cocinar, trabajar o transportarnos sin el uso de la tecnología. Sin embargo, esta dependencia hacia la ciencia y la tecnología trae consigo consecuencias negativas, como afectaciones ambientales y marginación social que nos llevan a repensar el papel de la tecnociencia en el mundo.

Antes de continuar, abriré un pequeño paréntesis sobre porqué he decidido manejar el concepto de “tenociencia” en este ensayo. Desde la segunda mitad del siglo XX la concepción de la ciencia y la tecnología han sufrido cambios en sus conceptos, pasando a llamarse “tecnociencia”, una hibridación entre ambas ramas que significan el trabajo en conjunto de científicos, ingenieros y tecnólogos en pro de desarrollos científicos patentables para incrementar el I+D de los planes nacionales de desarrollo, lo que ha reconfigurado el rumbo de la tecnociencia hacia el mercado y transformar el mundo, en alianzas entre empresas y universidades, etc. Esto a su vez lleva hace a la tecnociencia tener mayores intereses políticos, económicos, militares y “una serie de cuestiones axiológicas mucho más amplias”, sobre la hibridación entre diversos sistemas de valores, (Echeverría, 2010).

Es entonces que podemos hablar sobre los avances científicos y tecnológicos, o sea la tecnociencia, que han traído un nuevo ámbito de reflexión moral, por lo cual es necesario voltear a ver a nuestro alrededor, cuestionar y señalar los aspectos éticos, políticos, económicos, ambientales y demás valores que atraviesan y condicionan el rumbo de la tecnociencia.

Continuando con mi punto, son innegables las controversias que el avance tecnocientífico ha traído consigo mismo, no podemos limitarnos (aunque sí que es un gran referente) hablar del proyecto Manhattan y el incidente en Chernobyl; pues estas decisiones respecto al rumbo que toma la ciencia y la tecnología han desencadenado múltiples áreas de controversia, como lo son los organismos genéticamente modificados, el uso de células madre de embriones en la medicina, manipulación genética, la energía nuclear, la inteligencia artificial, la nanotecnología, el cambio climático y la contaminación del aire y del agua, las represiones sociales por los territorios, la orientación militar de la ciencia y un sinfín de consecuencias tecnocientíficas que están presentes en nuestros días y nos han llevado a cuestionar el papel de la ciencia y los científicos en la sociedad y sobre desde dónde se toman las decisiones, ya que “la idea de que el progreso tecnológico sólo puede ser guiado por una élite tecnocrática ha mostrado ya sus consecuencias más funestas” (Linares, 2012).

Los cada vez más visibles riesgos de los avances tecnocientíficos han llevado a la sociedad a transitar entre “periodos de gran optimismo y confianza como de temores y desconfianza” (Ivernizzi, 2005), provocando la movilización de esta a través de movimientos sociales para exigir tener mayor voz y voto respecto a las decisiones que se están tomando en su territorio debido a los proyectos de desarrollo que se instalan en el país sin realmente consultar las necesidades y opiniones de la comunidad.

En Latinoamérica, los avances tecnocientíficos están marcados por “[la] exclusión social y por un debilitamiento del compromiso social de las universidades públicas” (Ivernizzi, 2004, p. 68), limitando los intereses de estos a los de una minoría en el poder, lo que requiere abrir nuevos espacios de participación ciudadana e involucramiento social para construir una ciencia más democrática, o sea “un nuevo contrato entre la sociedad y la tecnociencia que busca reducir los riesgos mediante la deliberación y el control público, así como distribuir de un modo más justo los beneficios de las interacciones entre la tecnociencia y la naturaleza [y la sociedad]” (Linares, 2012).

Como hemos visto, este avance de la tecnociencia está mermado por intereses políticos y económicos del sistema capitalista que explotan y cosifican los recursos naturales llevándonos a consecuencias ambientales muchas veces inciertas que producen aún más desconfianza y miedo por los riesgos que pueden traer, como es el caso de la contaminación del agua de los cenotes de Homún y Sitilpech en Yucatán, donde se han instalado megagranjas porcícolas de la empresa Kekén, que contaminan el agua debido a las filtraciones de eses de los cerdos a través del suelo, lo cual afecta la salud y las actividades económicas de las regiones, en donde Homún es un lugar turístico justamente por estar localizado en el anillo de cenotes de la península de Yucatán. 

Además, En Yucatán “el subsuelo es la fuente fundamental de abastecimiento disponible de agua”, Rendón, J. (2016), por lo que los cenotes y aguadas son primordiales para la vida social, económica y cultural de los pobladores, ya que esta agua está destinada al área agrícola y ganadera de los municipios, así como al uso doméstico y ritual. Esta contaminación del agua ha llevado a la movilización de las comunidades desde 2016 cuando se le otorgó autorización a la empresa Producción Alimentaria Porcícola por parte del Gobierno de Yucatán para instalar una mega granja de 49,000 cerdos en el municipio de Homún, (Llanes y Rejón, 2022) lo que generó descontento en la población y exigencia para que se dejara de contaminar su territorio y cerrara la megagranja. 

Además, en Sitilpech, desde 2021, la comunidad se ha movilizado para cerrar las megragranjas de Kekén que afectan su calidad de vida, han convocado la participación de la ciudadanía de Yucatán en marchas por el agua, ya que estas granjas violentan su derecho a la libre determinación, al agua, los derechos de las infancias, así como contaminan el agua y las plantas de los alrededores.

Este ejemplo de lo que sucede en Homún y en otros municipios de Yucatán nos hablan de la necesidad de la participación ciudadana y el involucramiento de la sociedad respecto a los avances tecnocientíficos, tanto para prevenir como abordar los riesgos que la implementación de estos avances acarrea, lo que a su vez puede “convertirse en un mecanismo constructor de ciudadanía” (Ivernizzi, 2004, p. 68).

Pero ¿qué tan necesaria es la participación pública en la tecnociencia?

La participación pública en la tecnociencia puede generar ciudadanía y democracia en México, descentralizar la tecnociencia de las élites del conocimiento. Así como contribuir a deconstruir el discurso “científico”, y valorar otras formas de generar conocimiento que también son válidas.

Claro que es importante hablar del involucramiento de la sociedad en las decisiones que afectan su territorio, pero también es necesario valorar el conocimiento tácito que estas poblaciones tienen, quienes muchas veces conocen mejor el comportamiento del lugar que habitan que aquellos expertos, o simplemente poseen otra mirada que puede complementar el conocimiento científico.

Ivernizzi (2004, p. 72) nos dice que la participación pública de la tecnociencia “ayuda a encaminar el desarrollo de la ciencia y tecnología en direcciones consideradas relevantes por la sociedad”, abriendo espacios de diálogo entre la sociedad, el público lego, y los expertos, para así tener diversos puntos de vista, perspectivas y preocupaciones válidas de aquellos que pueden ser afectados directamente, así como incrementar la democracia en estos procesos influenciando el camino de la agenda política de innovación tecnológica. De igual manera contribuye a la cultura científica, mejorando la calidad de información que la sociedad recibe, así como a la apropiación del conocimiento y empoderamiento de movimientos sociales, ya que “En el mundo tecnológico son los más pobres, los menos informados, los más marginados del desarrollo, quienes resultan los últimos beneficiarios de los bienes tecnológicos y los receptores privilegiados de sus males” (Linares, 2012, p. 68).

De igual manera, los avances tecnocientíficos que no toman en cuenta a la ciudadanía potencian la desigualdad social, la cual “afecta la distribución de ingresos y también el acceso a servicios como salud, educación, agua y electricidad” (Ivernizzi, 2004, p. 74).

En este sentido, como señala Ivernizzi (2004) un buen potenciador de la participación ciudadana en América Latina son las universidades, las cuales pueden construir este puente entre la sociedad civil y los expertos, para así reconfigurar el camino que la tecnociencia está siguiendo, lo cual a su vez contribuye a deconstruir el discurso de la ciencia heredada y apreciar otras maneras de hacer conocimiento e innovar, así como incidir en las realidad sociales y no limitar el avance tecnocientífico al mercado. Es por eso por lo que “la participación pública en ciencia y tecnología puede convertirse en América Latina en un mecanismo constructor de ciudadanía, al combinar procesos educativos, de acción sobre la realidad y de empoderamiento de grupos” (Ivernizzi, 2004, p. 76).

A sí como para crear una “co-responsabilidad mundial y aplicar medidas precautorias para reducir la posibilidad de accidentes tecnológicos”, reducir las consecuencias que ponen en riesgo la naturaleza, la vida de otras especies y la vida humana.

Para concluir, es necesario repensar el papel de la tecnociencia en la sociedad y, como dijo Linares (2012), es necesario crear procedimientos de participación ciudadana, como juicios ciudadanos, mecanismos de consulta, etc., para construir una nueva manera de hacer tecnociencia, donde no sólo se incluya la opinión de los expertos, sino también de aquellos grupos sociales que pueden ser afectados y que tienen conocimiento para aportar nuevas maneras de ver y abordar los problemas. En este sentido, la participación pública en la ciencia y la tecnología no solo es necesaria para abordar las consecuencias no deseadas los proyectos de desarrollo, sino también para construir un sistema más justo y equitativo. Por otro lado, involucrar a las comunidades marginadas y a los grupos históricamente excluidos, se garantiza que las decisiones tomadas no perpetúen la desigualdad, sino que fomenten la inclusión y la equidad. Pues tomar en cuenta los impactos sociales, ambientales y éticos que pueden traer los avances tecnocientíficos y aumentar la participación ciudadana contribuye a un desarrollo sostenible, inclusivo, equitativo y transdisciplinario de la sociedad, así como un mayor control social del rumbo que está tomando la tecnociencia.

Como vimos, el caso de Homún y Sitilpech en Yucatán no es el único donde se hace visible la necesidad de involucrar a la sociedad en las decisiones tecnocientíficas, por ello, pienso que estamos en un momento clave para cambiar el rumbo de la tecnociencia y comenzar a incorporar otras miradas, así como quitarnos la venda de la ciencia heredad y construir mejores relaciones con la naturaleza e interespecie para mejorar la calidad de vida de la población, formar cultura científica y ciudadanía a través de estos procesos que hacen de la ciencia una actividad más democrática y no ajena a la realidad social.

Referencias

Rendón, J. (2016). Contaminación de cenotes con plaguicidas en la Península de Yucatán. Universidad Autónoma de Campeche. Recuperado de: https://www.greenpeace.org/static/planet4-mexico-stateless/2018/11/b73d5a1c-b73d5a1cinforme-cenotes-gp_final.pdf

Llanes, R. & Rejón, K. (2022). Informe sobre la grave contaminación del Anillo de Cenotes en la Península de Yucatán (México). Fundación para el Debido Proceso. Recuperado de:  https://www.dplf.org/sites/default/files/agua_amenazada__informe_contaminacion_anillo_de_cenotes_yucatan_mexico.pdf

Echeverría, Javier (2010) Tecnociencia, tecnoética y tecno axiología Revista Colombiana de Bioética, vol. 5, núm. 1, enero-junio, pp. 142-152

Invernizzi, N. (2005). Participación ciudadana en ciencia y tecnología: algunas reflexiones sobre el papel de la universidad pública. Universidad Autónoma Metropolitana. México. Consultado en: https://www.redalyc.org/pdf/747/74702904.pdf

Ivernizzi, N. (2004). Participación ciudadana en ciencia y tecnología en América Latina: una oportunidad para refundar el compromiso social de la universidad pública. Revista CTS, nº 2, vol. 1, (pág. 67-83)

Linares, J. (2012). Controversias tecnocientíficas y valoración global del riesgo. Anuario de filosofía, 1. Recuperado de: http://www.revistas.unam.mx/index.php/afil/article/view/31432


*Egresada de la Licenciatura en Desarollo y Gestión Interculturales