
El espíritu de las plantas
8 agosto, 2022Por: Paloma Fernanda Valdez Ayala*
La mayor parte de las personas que desarrollan sus vidas en contextos totalmente occidentalizados, comparten nociones similares con respecto a cómo conciben sus entornos basados en ideas universalistas en las que se determinan los papeles que juegan en los mismos, así como el desempeño que poseen otros seres con relación a estos. Pocas veces cuestionamos la seguridad ontológica que nos otorga asumir el mundo tal cual nos dijeron que era en la escuela, en la familia, en las iglesias y en todas aquellas instituciones o estructuras por medio de las cuales forjamos los modos de vida y pensamiento que practicamos y transmitimos en los saberes-haceres. Por lo que, sin ser totalmente conscientes, generamos afinidades, pero también disrupciones hacia aquellas cosas con las cuales no nos identificamos, y tratamos desesperadamente de diferenciarnos porque contradicen aquellas conceptualizaciones que nos contaban que el mundo era de una manera específica.
En la búsqueda de la construcción de visiones o conceptos menos sesgados para la interpretación y comprensión del vasto mundo que rodea a los seres vivos, las ciencias se han visto rebasadas y cuestionadas a sí mismas, de tal manera que han tenido que direccionar sus investigaciones a desmontar paradigmas dicotómicos imperantes durante cientos de años, entre los cuales, uno de los más fuertes se ve materializado en el dualismo “ hombre-naturaleza” o lo “salvaje-civilizado”, por medio de los cuales, los seres humanos se habían narrado como “evolutivamente superiores” y por lo tanto, dominantes por sobre el resto de animales y plantas con los cuales coexisten.

Algunos ejemplos de estos intentos científicos encaminados a una mejor comprensión del mundo, menos sesgada y dicotómica, los podemos hallar en el documental “El espíritu de las plantas” o “Le esprit des plantes”, producción francesa del 2009 con 52 minutos de duración en el que se retratan algunos experimentos que pretenden provocar en el espectador el cuestionamiento de la existencia de una determinada “inteligencia vegetal”, idea que puede resultar controversial e inclusive problemática para la ciencia occidental conservadora que coloca al hombre en la cima de toda la creación y la evolución.
Uno de dichos experimentos, fue llevado a cabo con una “planta de guisantes”, a la que a lo largo del estudio, con la utilización auxiliar de un “palillo”, se le estimuló los “zarcillos” (órganos que les sirven a algunas plantas para trepar), hecho que se vio reflejado en el “desarrollo motriz” de ésta, pues al realizarse de 3 a 5 veces la estimulación, la planta comenzó a crecer, lo cual involucra el hecho comprobable de que las plantas experimentan “sensaciones”; o tal es el caso de la “mimosa púdica” la cual, ante el toque de una “mano experta”, genera un sistema de reacción a través del cual, presurosa se cierra. Incluso, los científicos soviéticos al anestesiar a la “mimosa púdica” con cloroformo y estimularlas con velas o someter a las plantas a frecuencias eléctricas para registrar sus reacciones, encontraban resultados traducidos a la innegable experimentación de sensaciones por parte de las plantas.
¿Y por qué no someter a las plantas a otro tipo de estímulos?, como se comenta en el documental: la planta telégrafo baila cuando se le expone a la música, pues son sensibles ante las ondas sonoras y no les gustan los sonidos artificiales que dicho sea de paso, esta afirmación ya involucra entender que las plantas disciernen, tienen preferencia y ejercen elección ante lo que, aparentemente, puede ser un “mismo estímulo” pero en diferentes presentaciones.
Por su parte, Francis Hallé, botánico francés, menciona en el documental el hecho de que es problemático no entender debido a qué sucede esto ni cómo funciona, no obstante, habría que señalar que si bien, no todas las plantas comparten las mismas reacciones ante los diversos estímulos, es posible apreciar el hecho factible de manera evidente de que las plantas son poseedoras igualmente de sistemas complejos que producen respuestas igualmente complejas, semejantes a las que los animales (entre los cuales se comprende a la especie humana) suelen establecer.
Por otra parte, en el ámbito de averiguar si las plantas son poseedoras de la capacidad de memoria, también se encuentra un experimento desarrollado en el documental, para el que se retoma el ejemplo de las plantas telégrafo a las que, si se les pretende hacer bailar a través del ruido al azar, probablemente se pueda producir un ligero movimiento en éstas, sin embargo, no sucederá mucho a comparación de cuando se les habitúa a determinado tipo de “ruido” o música, lo que lleva inmerso en sí, una especie de “entrenamiento” y entre más se le entrene, dicha planta irá adquiriendo mayor expertis y seguirá haciéndolo siempre que identifique o reciba este estímulo. Dicho proceso está basado en la memoria, siendo esta: “(…) la facultad de conservar y recordar lo que se ha visto, oído, sentido, o aprendido. Una aptitud de conservación y recuperación.” (El espíritu de las plantas, 2009)
Ya entrados en materia práctica, el experimento se lleva a cabo mediante la “estimulación horizontal” de dos plantas de guisantes en un tiempo estimado de 20 a 30 minutos, logrando de esta manera, alterar su sentido normal de crecimiento. Unos gránulos celulares llamados estatolitos, dirigen a la planta en el sentido de la gravedad, similar al sistema del oído interno humano que le dota de orientación. Posteriormente, a las plantas se les coloca a 4 grados centígrados, por lo que empiezan a dormirse y después de unos días, las plantas se sacan del frigorífico y se colocan en posición normal. Por lo que después de haber subido la temperatura de 4 a 22 grados centígrados, es posible observar la respuesta de ambas plantas. Las dos sabían qué era “arriba y abajo”. Han recordado la estimulación del fin de semana, respondiendo de distintas maneras, por lo cual, una posee mejor memoria que la otra. Las dos conservan el recuerdo de la estimulación inicial, mostrando que tienen una percepción y memoria del espacio, lo que también implicaría aunque de manera implícita, que probablemente también posean una especie de conciencia espacial y conciencia de su entorno (de aquellas formas que les rodean), pues como lo menciona Dieter Volkmann, bioquímico alemán: “las plantas perciben su entorno con un verdadero saber hacer” y de ser de esta manera, sería cuestionable aquellas afirmaciones modernas que dictan al “hombre” como único ser consciente y racional, (afirmación que ya es en sí misma, bastante cuestionable y engañosa).
De manera concluyente, y para finalizar, en el documental se aborda el concepto de “raíz-cerebro” generado por el naturalista inglés Charles Darwin, el cual parte de la hipótesis de que las raíces de las plantas son un lugar de intercambio nutricional, igual que la cabeza de los animales. Las raíces de una planta serían su cerebro. Con la cabeza arraigada al suelo, la planta solo dejaría visiblemente expuestos sus órganos sexuales. Las plantas tienen sistemas de respuestas complejas ante cualquier estímulo mecánico. Además, constantemente se encuentran analizando el entorno ya que necesitan asimilar esas informaciones para poder adaptarse, lo que significa que, más allá de ser entes pasivos e inertes generando respuestas ante diversos estímulos, en realidad ejercen agencia en la construcción de su entorno.
La raíz busca la zona adecuada por medio de movientes que tardan de tres a dos horas en generarse para posibilitar su crecimiento siguiendo la gravedad, comportándose de manera similar a la de un gusano, a dicha zona, se le denomina como: “zona de transición”, en la que se encuentran unas células que albergan moléculas como la “actina” y “miosina” las cuales, son las mismas moléculas que permiten la actividad motriz de las células musculares de los animales. Las moléculas de las células de la zona de transición funcionan de la misma manera que las conexiones nerviosas de los animales, es decir, llevan un proceso equiparable a la denominada sinapsis, que es como se le conoce a la comunicación intercelular especializada entre neuronas mediante químicos llamados neurotransmisores en los cerebros animales. Las plantas saben cuándo florecer, o cuándo entrar en reposo, las cuales son decisiones muy importantes para ellas y en tanto, toda su estructura debe actuar de manera sincronizada y posteriormente, debe haber un sistema de mando que decida cuándo iniciar el proceso. Las raíces procesan información compleja, igual que el sistema nervioso de los vertebrados. Estas afirmaciones como es mostrado en el documental, están aproximando a la comunidad científica a desarrollar términos como: “neurobiología vegetal”, que de ser desarrollados, están en potencialidad de desestructurar aquellos márgenes divisorios entre ser humano y naturaleza, sin embargo, también depende en qué sentido y grado se desarrollen estas materias de investigación.
Por ahora y ante lo desconocido, es completamente intrigante y emocionante poder observar cómo estos “neurobiólogos vegetales” demuestran que las plantas crean estrategias inteligentes que modifican toda percepción sobre lo que define y diferencia al reino vegetal del animal, y hace que el ser humano cuestione una vez más, la supuesta “pertinencia de su superioridad ontológica”.
El espíritu de las plantas (2009). [Película].
*Alumna de la Licenciatura en Desarrollo y Gestión Interculturales, ENES-Mérida, UNAM.