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1 diciembre, 2022 2

Los tres destinos

Por: Ximena García Pérez, María Fernanda Ortega González , Sharon Melissa Poot Martínez, Iván Emmanuel Torres Ruíz* Descarga el cuento en PDF En un caluroso y triste lunes, cientos de aves fueron capturadas y colocadas en pequeñas y apretadas jaulas oxidadas dentro de un vehículo donde apenas podía pasar la luz del Sol. Habían aves de distintas especies, con 15 en cada jaula, también, otras que viajaban al interior de cajas de cartón con pequeños orificios en las tapas, impidiéndoles respirar con aquella libertad que gozaron antes de ser capturados, por otra parte, aquellos que tenían un gramo más de suerte, se hallaban en jaulas de muy pequeñas dimensiones para sí mismos. Ese fue el caso de Grat, un joven perico que al igual que otros estaba confundido por el alboroto de las asustadas aves que no sabían qué estaba pasando, entre el tumulto logró distinguir el suspiro derrotado y las quejas de un perico adulto cuya voz era profunda y distintiva que, aunque la visión ahí era limitada para la mayoría de las aves, Grat logró ver que en aquel perico se distinguía una mirada triste, derrotada y sin esperanza, este al sentir la mirada del jóven perico le preguntó secamente:–¿Qué?–Tengo mucho miedo -respondió temeroso y con mirada baja.–¿Cuál es tu nombre?–Me llamó Grat, ¿cuál es su nombre, señor? -respondió temeroso.–Soy el Señor Auropalliata, pero puedes decirme Auro.Grat se sintió poco a poco más asustado y ansioso por el desconocimiento de su destino y el ambiente lúgubre del lugar en el que se encontraba, después de un rato, indeciso le preguntó a Auro:–Disculpe, señor Auro, ¿sabe en dónde estamos? –el perico soltó una risa burlona y sin alma tras escuchar la pregunta.–No lo sé con certeza, pero definitivamente no todos llegamos al mismo destino –respondió e hizo una pausa, al percatarse de la cara cada vez más afligida de Grat continuó– Escucha muchacho, no pretendo asustarte, pero te contaré una historia. Y así, comenzó el relato del Señor Auro:–Tiempo atrás en nuestro bosque, vivía una periquita muy bella, como su nombre, Amazona, sin embargo, todos la conocían como Zona, ella era jóven y vivaz, muy amable, era amiga de casi todos los animales del bosque, pero también era tenaz, valiente y buena recolectora. Zona, solía salir todas las mañanas a dar un vuelo matutino, le encantaba el aire de la mañana y ver como el bosque se despertaba, a menudo volaba con su padre y juntos conseguían semillas al terminar sus paseos. Los días pasaban, lentos y calmados aunque agradables, ambos estaban acostumbrados y eran felices con esa rutina. >>Una mañana fue diferente al resto, Zona y su padre despertaron para su paseo matutino, sin embargo, en cuanto salieron notaron que había algo distinto, el aire se sentía pesado y el bosque estaba extrañamente silencioso, al padre de Zona le pareció bastante inquietante, pues nunca en su vida había visto un bosque sin ruido, por un momento dudó en continuar el paseo y pensó en que sería mejor idea regresar al nido, podrían buscar su alimento por la tarde cuando el bosque recobrara su actividad, sinembargo, esa extraña y particular quietud le pareció hermosa a Zona. Pensó que era un día como ningún otro y que debían explorar los cielos en ese silencio que ella encontraba encantador. –Auro se detuvo y el relato cesó un momento, su mirada parecía perdida y especialmente triste, sin embargo en sus ojos había una pequeña chispa que parecía no ser de tristeza, sino más bien de nostalgia, entonces continuó– Esa era la naturaleza de Zona, incluso en días tristes o extraños, ella lograba ver las cosas con otra perspectiva, felices. Al final, el padre al ver a su hija entusiasmada decidió dejar de lado sus pensamientos y se convenció de que tal vez la edad lo había vuelto paranoico, que incluso probablemente su instinto ya no era tan agudo como en días pasados y que todo estaría bien. >>Continuaron y todo iba con normalidad, realmente la mañana era distinta y si uno lograba olvidar los malos pensamientos, se podían apreciar las cosas tal y como Zona las veía, eso rondaba en la mente de su padre quien se encontraba inmerso en sus pensamientos, y en ese instante volteó al escuchar un fuerte grito, y notó que su hija había desaparecido, miró en todas direcciones, buscando en las ramas de los árboles, ansioso, con sus ojos escaneando los alrededores y antes de entender lo que pasaba y dónde estaba su hija, de forma súbita sintió cómo algo lo tomaba, intentó con desesperación soltarse de aquello que lo detenía sin obtener resultados, cayendo dentro de un objeto frío y metálico, quedó inconsciente y después, al despertar había una inmensa oscuridad en ese lugar desconocido y una vez que su vistalogró acostumbrarse, descubrió que estaba dentro de una jaula con otros pericos, estaba muy asustado, pero todo fue aún peor cuando al voltear notó que su hija también estaba ahí, con más de 20 pericos jóvenes en una jaula más pequeña que la suya, la llamó por su nombre, le gritaba una y otra vez, pero a causa de los fuertes ruidos de las otras aves cautivas, Zona nunca pudo escucharlo. Había caos, todos estaban extremadamente asustados y no dejaban de gritar, no se sabe que pasó pero hubo un movimiento muy fuerte y la jaula donde se encontraba Zona golpeó tan duro que cayó bruscamente junto con otras jaulas, su padre estaba horrorizado y vió cómo otras cajas y jaulas llenas caían sobre la jaula de Zona, terminando así por asfixiarla junto con otras aves, ese fue el momento más horrible de su vida. –Auro suspiró una vez terminada la historia.–Ésta solo es una de las posibilidades del destino que nos podría deparar, no tengo muchas esperanzas, niño, así como yo, deberías entender que el destino que nos espera no puede ser bueno en este lugar. –agregó. Lejos de consolar al jóven Grat lo dejó aún más perturbado al percatarse que se encontraba en…