Patricia Sarai Dzul Canul* Introducción Culturalmente a través del tiempo se ha asociado y vinculado a las mujeres con posiciones subordinadas a los hombres en todos los ámbitos de la vida, se les ha excluido de la toma de decisiones, de los espacios públicos, de las posiciones de poder y de la producción de conocimiento. Este último será el tema de análisis del presente ensayo, en el cual se discutirá la brecha que existe entre hombres y mujeres, específicamente en el campo CTS. Para poder llegar a dicho análisis, se realizará una revisión histórica sobre un hecho en específico, la caza de brujas, el cual desde mi perspectiva representa uno de los primeros (y principales) momentos en los que la producción de conocimientos femeninos fue violentado y eliminado. Es importante conocer cuál ha sido el papel de las mujeres en los procesos de producción de conocimiento a través del paso del tiempo para entender mejor la realidad y los retos de la actualidad. Este escrito busca ser propositivo, por lo tanto, también se ofrecen algunas propuestas para reducir, y desaparecer la brecha de género que existe entre hombre y mujeres en el campo CTS. En la conclusión se espera proporcionar al lector un panorama de cierre y de un futuro esperanzador para atender la problemática. ¿Científica = Bruja? Sobre la caza de brujas Ehrenreich y English nos dicen: El periodo de la caza de brujas abarcó más de cuatro siglos (desde el siglo XIV al XVII), desde sus inicios en Alemania hasta su introducción en Inglaterra. La persecución de las brujas empezó en tiempos del feudalismo y prosiguió, con creciente virulencia, hasta bien entrada la ‘edad de la razón’ (Ehrenreich y English, 1973, p.8). La casa de brujas en Europa fue un proceso de sometimiento de las mujeres en la cual no solo se sembró el miedo entre las diferentes clases sociales, sino que también resultó un ejercicio de pérdida de la memoria y el conocimiento que existía desde lo femenino. Federici señala: La caza de brujas ahondó las divisiones entre mujeres y hombres, inculcó a los hombres el miedo al poder de las mujeres y destruyó un universo de prácticas, creencias y sujetos sociales cuya existencia era incompatible con la disciplina del trabajo capitalista, redefiniendo así los principales elementos de la reproducción social (Federici, 2004, p. 223). Las mujeres desde el inicio de los tiempos fueron remitidas al ámbito privado, al cuidado y de la procreación, si bien esto creó varios imaginarios colectivos que han resultado negativo en la concepción de lo femenino; también resultó un espacio donde las mujeres pudieron aprender y generar conocimiento con respecto a remedios curativos. El patriarcado siempre le ha tenido miedo a todo aquello que pudiera quitarle su poder, cualquier cosa que pudiera ser una amenaza para las dinámicas donde se posicionara a los hombres por encima de todo, necesitaba ser eliminada. Es por ello que la caza de brujas representa uno de los momentos más críticos en la historia de las mujeres en la ciencia. Representa un primer gran ataque a un intento por generar conocimiento desde lo femenino. Ehrenreich y English y Starhawk (1973) en Federici (2004) señalan: Se expropió a las mujeres de un patrimonio de saber empírico, en relación con las hierbas y los remedios curativos, que habían acumulado y transmitido de generación en generación, una pérdida que allanó el camino para una nueva forma de cercamiento: el ascenso de la medicina profesional que, a pesar de sus pretensiones curativas, erigió una muralla de conocimiento científico indisputable, inasequible y extraño para las «clases bajas» (Federici, 2004, p. 278). No se sabe con exactitud qué tanto impacto tuvo esta eliminación de conocimientos en el avance científico y tecnológico de los años posteriores (o incluso en la actualidad), lo que sí se sabe es que esta práctica no terminó hasta que se perpetuaron las relaciones de poder y los imaginarios sobre a dónde pertenecían las mujeres y qué les pasaría si se atrevieran a tan siquiera pensar en participar en la producción de conocimiento. Federici para esto nos menciona: La caza de brujas llegó a su consumación, a finales del siglo XVII, porque para esa época la clase dominante gozaba de una creciente sensación de seguridad en relación con su poder y no porque hubiese surgido una visión del mundo más ilustrada. (Federici, 2004, p. 279) Las brujas del presente En la actualidad las mujeres se encuentran en una posición diferente de la que encontraban hace varios siglos, sin embargo, aún se encuentran en una posición de evidente desventaja con respecto a los hombres en su participación en la Ciencia. Un estudio realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura nos dice que: Las mujeres representan un 33,3% de las plantillas de investigadores existentes en el mundo, según datos proporcionados por el Instituto de Estadística de la UNESCO que corresponden a 107 países y abarcan el periodo 2015–2018 (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 2021). Las mujeres a través del tiempo han realizado una interminable lucha y trabajo por generar sus propios espacios desde los cuales hacer ciencia, sin embargo, también por traspasar aquellos que les han sido históricamente negados. Y es que no debemos concebir a las mujeres (ni a las personas que hacen ciencia y tecnología en general) como un grupo homogéneo el cual lucha por las mismas cosas en un bloque unificado; sino reconocer que toda producción de conocimiento ha sido desde diferentes realidades, “hombres y mujeres crean la ciencia y la tecnología en virtud de sus contextos sociales, políticos, históricos, intereses de género y de poder determinados.” (Fernández, 2012 , p. 87) Estas diferentes realidades desde las cuales las personas crean ciencia y tecnología poseen características específicas, complejizando aún más el proceso de involucramiento de las mujeres en el campo tecnocientífico. Las mujeres que eligen hacer ciencia de por sí tiene que afrontar una realidad donde su conocimiento y capacidades son continuamente cuestionados,…