Categoría: Ecología

3 febrero, 2025 0

Ecocuento: La caza de las mariposas

Por: Sebastián Medina Reyes*** Introducción El campo representa un momento maravilloso por muchas cosas. No obstante, el contacto con la fauna, ya sea incidental u requerido, destaca como una de las joyas más apreciadas por quienes tienen la fortuna de adentrarse en el “monte”. La caza de las mariposas A mí me contaron que si tocabas las alas de una mariposa, ésta no podría volver a volar nunca más… A lo mejor eso no es cierto en Campeche.  Como parte de nuestras prácticas de campo de tercer semestre, tuvimos la enorme oportunidad de visitar parte de la Reserva de la Biosfera Calakmul, descansando y recargando estómagos en la localidad de Zoh-Laguna. Hay mucho de qué hablar sobre lo que en este lugar y en la reserva ocurrió, pero la caza de mariposas destaca por su singular desafío.  A unos cuantos cientos de metros del poblado principal, yacía una hermosa aguada cuyo perímetro era caminable; uno podría tardar unos 15 minutos en darle una vuelta si el paso era calmado y regular. El sol pegaba fuertemente y las nubes estaban ocupadas desgraciando a otra gente. El tiempo era perfecto. El verdor respiraba a nuestro alrededor, los cientos de árboles alejados no se movían ante nuestra presencia y nos contenía una dona de vegetación que susurraba fuertemente con cada entrada de viento. En esta rotonda de natural fulgor y guiados por una excelente académica, fuimos instruidos en la colocación de redes para el conteo de lepidópteros. Después, se nos dio una deliciosa mezcla de fruta corrompida por el tiempo y la cerveza que a tepache olía. Dicho tepachito que a tu servidor se le antojaba era colocado dentro de las redes una vez que colgábamos estas a una altura que te pido no me preguntes. El tepache era para atraer a las mariposas, y teníamos que colocarlo en lo alto para discriminar insectos terrestres que no eran solicitados. Después de mucho esfuerzo por colocar las redes que aparentaban unas linternas cilíndricas pero sin luz en su interior, nos retiramos del sitio, esperando que nuestras amigas aladas aceptaran nuestra tramp-, digo ofrenda. Con los manjares colocados en bonitas casas de tela, nos retiramos a nuestro centro de operaciones.  Tiempo después, tras haber realizado otra actividad relacionada con el estudio de los suelos, regresamos a la laguna y todos comenzamos un recorrido por el lindero que la rodeaba, observando y manipulando las trampas que encontrábamos en el camino. El sol ya había bajado considerablemente y la noche no tardaría mucho en tomar el cielo, pero aún teníamos tiempo para caminar lentito y con parsimonia. La manipulación de los organismos debe hacerse con cuidado y de forma ética. En este sentido, nuestra profesora nos mostró cómo tomar una mariposa de sus alitas sin lastimarla (no te explicaré cómo para que no lo intentes y te pido que no lo hagas si alguien con el conocimiento y la autoridad no te ha dicho cómo). Así, una vez que ya habíamos contado el número de mariposas que dentro rondaba (sin distinguir las especies por nuestra falta de experiencia, mas contabilizando el número de estas que suponíamos que allí había), pudimos insertar nuestra mano dominante en las trampas y obtener de ellas las amigas que por el tepache habían sido atraídas.  La manipulación de los organismos debe hacerse con cuidado y de forma ética. En este sentido, nuestra profesora nos mostró cómo tomar una mariposa de sus alitas sin lastimarla (no te explicaré cómo para que no lo intentes y te pido que no lo hagas si alguien con el conocimiento y la autoridad no te ha dicho cómo). Así, una vez que ya habíamos contado el número de mariposas que dentro rondaba (sin distinguir las especies por nuestra falta de experiencia, mas contabilizando el número de estas que suponíamos que allí había), pudimos insertar nuestra mano dominante en las trampas y obtener de ellas las amigas que por el tepache habían sido atraídas.  Como te imaginarás, las mariposas son frágiles físicamente así que nuestras expresiones de alegría devenían en miradas de serios ajedrecistas, con ojos de fuego bien atentos a los dedos que sostenían criaturas tan hermosas como coloridas. Los suspiros eran naturales una vez que una mariposa volaba de nueva cuenta a su libertad y el ceño fruncido se transformaba en líneas faciales de asombro al presenciar un vuelo retomado. Obvio, no todo era tan lindo, porque no sólo las indefendibles mariposas entraban a nuestros bares de altura. Cuando veías una avispa y otra y otra dentro de la misma red, sabías que ibas a estar un buen ratito allí. Así que, en lo que procurabas alejar a la mariposa para poder tomarla sin que las avispas se creyeran demasiado y supusieran que eras un simple fanático buscaproblemas, tu cuerpo permanecía en suspenso tenso, tus ojos se cansaban de ver por dónde se movían las abejas tácticas y tu respiración era mucho más audible de lo habitual. Sin embargo, ¡bendito placer al lograr el cometido de sacar a las mariposas! Nada como salir ileso de una misión de rescate cuya causa principal fuiste tú. Bueno, no es por presumir, pero no me picó ninguna avispa.  Al final de la jornada, hicimos lo que pudimos y conseguimos una experiencia difícilmente olvidable. ¡Qué bonita es la carrera que nos ha permitido ese momento! ¡Qué canijas las avispas que harta concentración me infundieron! ¡Qué bonita es la vida! Sebastián Medina es estudiante de la licenciatura en Ecología ***

21 diciembre, 2024 0

Ecocuentos: segundo cuento

Por: Sebastián Medina Reyes* Es común que las sensaciones que las cuevas nos provocan estén asociadas a lo incómodo y desagradable. La falta de luz solar, la humedad, los estrechos corredores y galerías así como el aparente silencio que en ellas dominan favorecen una percepción desfavorable que no atrae a la mayoría del público a hablar de ellas como se habla de los frondosos bosques o las cinemáticas playas. No obstante, creo que ellas también merecen nuestro amor, pues en ellas yacen dotes confeccionados de misterio, entusiasmo y maravillas. Me han dicho que somos seres visuales y eso se corrobora de alguna forma cuando se ingresa a lo profundo de una cueva. A menos que se posea un oído agudo, lo cierto es que la reacción de nuestra carne ante cualquier estímulo externo se ve gravemente limitada por la falta de percepción visual, de manera que daría lo mismo si los párpados permanecieran cerrados. Al adentrarse en las entrañas del mundo, uno se desampara de su aliado más constante y lleva a cuestas los pensamientos que la gente esparce sobre esos sitios: que si allí abajo hay monstruos, que si son lugares turbios, que si quien entra sale o por infortunio nunca sube y un largo etcétera. Apartándonos de lo que se habla, lo cierto es que la luz no llega allí como lo hace en la superficie, así que la única manera de ver tus pasos aparece con la luz artificial. Y, vaya que con ella logras ver un mundo completamente distinto. Hay muchas cuevas y caminos subterráneos en nuestro planeta, pero este cuento está situado en Yucatán: una tierra mágica que se extiende incluso por debajo del venado y del faisán. Uno de los atractivos más bonitos e importantes del estado recae en su acuífero subterráneo: sistemas de cuevas inundadas e interconectadas entre sí gracias a las características de su suelo, a su conexión tanto con la superficie como con el mar y a una historia geológica oscilante y fascinante. Este acuífero se extiende por kilómetros inundados y ,curiosamente, sustenta la vida de numerosas especies. Puede que las cuevas, las cavernas e incluso los cenotes den un poco de miedo, pero tal vez con este cuento se exprese un poco de lo positivo que puedo pensar de estos espacios. Amor subterráneo Yacía allí la pequeña y flaca estalactita; inmóvil, paciente y en crecimiento. El nivel del agua había decaído a varios metros por debajo de ella ya hace miles de años, de manera que la roca caliza que debajo había estaba desprovista de su gruesa cobija de agua. La estalactita no conocía nada ni sabía nada, sólo sentía el constante roce de las gotas de agua provenientes de varios metros arriba y escuchaba su rompimiento sobre el suelo varios metros abajo. Fue ella, el agua, que medió la precipitación del carbonato cálcico, del cual está hecho el cuerpo de la estalactita. Qué amables las gotas, cada una llevando un regalo químico antes de desaparecer en la oscuridad imperante y despidiéndose con el estruendo de su impacto en un suelo invisible. Cada uno de estos aportes favorecía el ensanchamiento y elongación de la estalactita, mas todo ocurría sin que nadie de la superficie supiera, oculto de los animales de arriba y en un silencio únicamente roto por el impacto contra la roca de numerosas gotas de agua. Había más estalactitas, pero no hablaban entre ellas, no se veían entre ellas, sólo crecían y oían.  Pasaron cientos, miles de años, y la estalactita era ya como una maciza rama que veía hacia abajo. Medía cerca de tres metros; en ella permanecía el constante y diminuto riego y de ella brotaba el incesante goteo. Las estructuras vecinas eran largas también, diferentes en tamaños y grosores, mientras que  algunas otras apenas comenzaban a emerger. Ninguna estalactita se aburría, estaban acostumbradas al silencio, pero éste jamás se volvió sofocante. De hecho, el sonido de ese sitio era una gran sinfonía que sólo crecía y crecía conforme más agua disolvía el poroso techo de la cueva. La gran oquedad de la cueva intensificaba el sonido y le donaba eco a cada nota, permitiéndole así resonar entre las galerías. Entre más agua entraba, más estalactitas se formaban y cada una era un monumento a la invasión del agua en lo profundo de la Tierra. Pero, un día pasó algo extraño. La estalactita sintió algo justo por debajo de ella: una gota de agua disparada en dirección opuesta a aquella de la que su punta se desprendía. Fue la primera vez que se sorprendió así como el primer momento en que dejó de prestar atención a la lluvia interna de la cueva para percatarse de que esa sensación ya era algo constante. ¿Qué estaba pasando? Nada de eso había sucedido durante miles de años. La estalactita, por primera vez, estaba ansiosa y encerrada en un concierto de suposiciones tan constante como el goteo que la atravesaba y la rodeaba. Así siguió hasta que un día simplemente aceptó esa condición sin preguntarse más y regresó a prestar atención al “silencio”. Pero de pronto, ¡algo nuevo! Ya no había gota rebelde que la tocase de abajo hacia arriba, pero sí la presencia de otro espeleotema producto del tiempo y del goteo de la estalactita: una estalagmita justo por debajo de ella. El agua y los elementos que en ella había o rompía no sólo le habían regalado a la estalactita su fornido cuerpo, sino que también le regalaron una hermana, que, en dirección opuesta, ascendía y ascendía y ascendía hasta que se unió con la estalactita y se hicieron una sola columna. En ese momento, ya no hubo más goteo en ese específico punto de la cueva y las demás notaron esa ausencia. Ahora sí se había apaciguado una gota de la gran sinfonía y el agua, de ese momento en adelante y en lugar de romperse por la caída, recorrería el cuerpo de la unión de la estalactita y la estalagmita, fortificándolo y engrandeciendo su unión…

18 diciembre, 2024 0

Eco-rap: rimas que educan y cautivan

Por: Sebastián Medina Reyes* ¡Hola! El día de hoy te has topado con algo diferente y ahora sabes que, cuando menos en un lugar del mundo, existe un álbum de rap con contenido educativo sobre ecología. ¡Qué cosa! Este compendio, al cual le he llamado (muy originalmente)“Eco-rap: rimas que educan y cautivan” te llevará en un viaje de lo general a lo particular del que te podrás llevar un aprendizaje interesante sobre componentes clave de esta linda, mas retadora disciplina. Pero, ¿por qué con rap? Te preguntarás estimad@ internauta. Bueno, hay dos razones por las que decido transmitirte tal información de esta forma. Uno: quiero que no te la puedas despegar o, al menos, que te sea algo difícil. En mi experiencia, el escuchar música con una buena melodía cuya letra sea de mi interés facilita que mi memoria la abrace cual changuito a su madre. Pienso que esto se puede extrapolar a otros mundos pensantes y guapos como tú. Por tanto, si te gusta la música así como aprender a través de la misma, éste puede ser un recurso muy útil para ti. Y, dos, ¡está padre!, ¿a poco no?Deseo que estos raps a ti también te agraden, que puedan transmitirte algo que te sea de ayuda y ¿por qué no? que te maravillen gracias a que en ellos se hace el intento de describir un poco de la sublimidad de la naturaleza a través de nuestro creciente lente científico. Nota al margen: puedes encontrar el álbum en Spotify así como los raps por separado en las redes sociales de la ENES Mérida, en las cuales también podrás ver los videos que he preparado para acompañar la música. Los raps se irán subiendo poco a poco, así que dame chance al menos estos meses, ¿vale? Órale, pues, ¡rapea conmigo aunque te dé pena! ¡Bienvenido, bienvenida al primer rap de ecología de la Escuela Nacional de Estudios Superiores Mérida! Aprendamos con la música tantito ¡sobre ecología, que en sí misma no es poquito! Con qué… ¡Ah, espera!, olvidaba decirte que en estos apartados del blog también desmenuzaremos un poco la letra de los raps que vayamos cantando juntos.  Así que, ¡vamos adelante con el primero! Este primer rap se enfoca en la unidad de estudio de la ecología, pero ¿qué es la ecología? Su primera definición la establece como la ciencia que estudia la interacción de los organismos con su ambiente (Friederichs, 1958, p. 154). Asimismo, si miras de cerca la etimología, verás que esta palabra se compone de los términos griegos οἶκος (oikos)y λόγος (logos), que significan casa y discurso o razón, respectivamente(Oxford English Dictionary, s.f.; Rowe, 2016). Al conocer esto y al juntarlos en una palabra, se vuelve evidente que esta disciplina se encarga del estudio de nuestra casa, del ambiente. De la mano de lo anterior, nos podemos dar una idea de que lo que estudiamos aquí implica procesos tan amplios que abarcan desde el planeta entero hasta procesos tan “diminutos” que sólo contienen a los microorganismos en una gota de agua. Al fin y al cabo, tanto lo magno como lo invisible forman parte de la gran maquinaria del ambiente en el que vivimos  y no podemos entender cómo funciona nuestro hogar tomando únicamente lo que está al alcance de nuestros sentidos. Por lo tanto, todo es cuestión de escala, pero sería una locura estudiar cada grado de esa gran escala sin un orden. Es aquí donde entra la unidad de estudio, la cual simplemente nos sirve para delimitar nuestro análisis. En el caso de la ecología, la unidad de estudio es el ecosistema (Odum, 1964, p. 15)El ecosistema fue definido por Tansley en 1935 como un sistema integrado compuesto por factores bióticos (o vivos como tú, los hongos, bacterias, protistas, etc.) y abióticos (o no vivos como la luz solar, la temperatura, el clima, la presión atmosférica, etc.) que interactúan entre sí; y, con base en lo anterior, un ecosistema puede existir a cualquier escala donde haya vida  (Jørgensen, 2009). Por ejemplo, en una ciudad, en una persona, en la almohada de esa persona (pensando en lo ácaros y otros organismos pequeños), etc. Asimismo, en todos estos sistemas, la suma de las acciones de sus componentes bióticos y abióticos generan que estos sean más que únicamente la suma de sus partes  (Jørgensen, 2009). De esta forma,  un bosque no sólo es un grupo de árboles, sino que es una unidad funcional cooperativa con propiedades particulares  (Jørgensen, 2009) gracias a la interacción de las especies con su medio. Otro ejemplo: nuestra boca. La boca no sólo es la suma de dientes, lengua, microorganismos y demás, sino que es una estructura con funciones y propiedades específicas gracias a la interacción de los componentes vivos (los organismos y células viviendo allí) con el medio generado (pH, humedad, temperatura, etc).En resumen, la ecología es la ciencia que estudia la interacción de los organismos con su ambiente a través del ecosistema, lo cuales  son sistemas hechos de interacciones entre componentes bióticos y abióticos.  Bibliografía:  Friederichs, K. (1958). A definition of ecology and some thoughts about basic concepts. Ecology, 39(1), 154-159. Jørgensen, S. E. (Ed.). (2009). Ecosystem ecology. Academic press. Odum, E. P. (1964). The New Ecology. BioScience, 14(7), 14–16. https://doi.org/10.2307/1293228 Oxford English Dictionary (s.f.). ecology, n. meanings, etymology and more. https://www.oed.com/dictionary/ecology_n?tl=true&tab=etymology Rowe, C.  (2016). logos. Oxford Classical Dictionary. https://oxfordre.com/classics/view/10.1093/acrefore/9780199381135.001.0001/acrefore-9780199381135-e-3757. *Sebastián Medina Reyes es estudiante de la licenciatura en Ecología en la ENES Mérida.

3 diciembre, 2024 0

Ecocuentos: anécdotas para amantes de lo verde y lo diverso

 Por: Sebastián Medina ReyesFotografía de portada: Daniela Zaldívar Mejía** Prefacio ¡Hola! Te doy la bienvenida a este pequeño tomo de anécdotas que me gustaría compartirte. Como estudiante de la carrera de Ecología en la ENES Mérida, he tenido diversas experiencias de naturaleza diversa que podrían serte útiles si estás interesad@ en saber algo de lo que te puede esperar en esta bella licenciatura. De no ser así, al menos deseo que puedan provocarte una sonrisa o engrandecer tus deseos por adentrarte en los misterios de la Tierra.  ¿Qué estás por leer? Bueno, cosas divertidas, interesantes y curiosas, pero sobre todo, un cachito de mi corazón que ha sido acariciado por la naturaleza que nos sostiene momento a momento. Agradeciendo tu interés, te presento el primer cuento:  Sobre piedra, entre mangle y bajo estrellas Hace menos de 2 años, bajo la emanación de intenso calor solar y de cero nubes, un grupo de alumnos de Ecología se adentraba en los territorios de la cabecera municipal de Río Lagartos, en Yucatán. En busca de un sitio para acampar que estuviera alejado del poblado principal, la camioneta en la que ellos viajaban se desplazó hasta una explanada blanca rodeada por manglar en cuyo centro yacía un ojo de agua con un fondo altamente arcilloso. Sin comodidad alguna además de un restaurante con rica comida y la presencia de sanitarios diferenciados con agua constante y excusados, los estudiantes analizaban el escenario sobre el que aplicarían conceptos estadísticos poco afianzados en la práctica. Una vez con las suelas en la blanca piedra, los estudiantes ignoraban la paulatina pérdida de la camioneta en lo que colocaban las tiendas de campaña dentro de las que descansarían más tarde y dejaron a merced del sol la supervivencia de zanahorias bebés y jitomates cada vez más asediados por las ondas de calor constantes. Nota: en campo no hay refrigeradores silvestres. Escoltados por dos académicos, un profesor y una profesora, los estudiantes se preparaban para una experiencia prometedora en donde se pondrían a prueba sus capacidades para generar investigaciones propias. Cayó la tarde y los alumnos, algunos agobiados por el calor, se movían entre el manglar formulando preguntas para su investigación que pudieran responder con lo que los rodeaba. Visionarios en su percepción, el grupo también preveía la dificultad que dichas preguntas supondría en los análisis de datos posteriores; por lo que varias de ellas eran ciertamente desechadas. Ya dentro del manglar, en ese mundo donde los edificios y el concreto son reemplazados por una invisibilidad de ramas, verde y carmín vegetal, y en donde el ruido de los carros es sustituido por un silencio falso si se le presta atención suficiente, los “ecorrucos” (apodo gestado por ser la primera generación de la carrera en la instancia de la UNAM en Mérida) sólo se encontraban entre sí gracias al aire llenado con sus gritos informativos e interrogativos. ¿Dónde estás! ¿Contaste 121 plántulas?… ¿Qué! ¿Ahhh, sí! ¡145!  ¿Dónde quedó Emilia! ¿Qué calor! ¡13 troncos! ¿De cuántos metros era el cuadrante! ¡Mangle rojo, mangle rojo! ¿Qué! ¡Mangle rojo! Uno piensa del naturalista o investigador consumado como el individuo metódico, observador y paciente, pero no se ahonda sobre cómo éste llega a ser así. Una imagen cierta de algunos que aspiran a tal silueta puede formarse mejor con elementos de seres escandalosos, pero motivados. Conforme la entrada de luz cambiaba de sitio a raíz de la danza solar, los ecorrucos continuaban tomando los datos que responderían las preguntas de investigación que ellos mismos se plantearon antes de insertarse en lo desconocido del monte con mangles y cangrejitos. Por su parte, los mosquitos locales, guiados por el dióxido de carbono que de los ecorrucos brotaba, rodeaban a la tropa y la deleitaban con su invasión acompañada de melifluo aleteo. Después de al menos 40 minutos de trabajo, los ecorrucos ya se habían fatigado. “¡Descansito!” La tropa detuvo labores y se redirigió al camino de regreso a la explanada.  De regreso al sitio sin moscos, en la periferia de la explanada donde sí había sombra dado el borde del manglar, el grupo retomó fuerzas para otra actividad donde continuarían con la toma de datos de pH en el agua que ya habían iniciado en la zona en la que se habían adentrado. La tarde continuaba y para cuando ya habían culminado su esfuerzo, los profesores dieron seña de final, con lo que los ecorrucos fueron liberados de sus labores académicas y se desataron a hacer lo que quisiesen. Unos comieron, otros nadaron en el ojo de agua central, otros descansaron en las tiendas de campaña… Tiempo después, el sol ya se despedía, no sin dejar un regalo de partida además de su último desplazamiento del día: un cielo multicolor a base de una paleta cálida, que poco a poco se enfriaba hasta dar paso al único tono nocturno. La ecotropa estaba lista para la noche, o al menos eso creía. Acompañados de una fogata, los ecorrucos y sus profesores bailaron, cantaron y compartieron alimentos por un rato hasta que llegó la hora de descansar. Antes de ello, algunos extinguieron las brasas del fuego que atestiguó y alumbró su diversión. Los profesores ya se habían retirado a sus tiendas de campaña.  Afortunadamente, varios decidieron observar la cúpula sobre sus cabezas sólo para terminar maravillados por la cantidad de estrellas que los observaban miles de años luz aparte. No era la primera vez que lograban ver abundantes estrellas en una salida de campo, pero daba la impresión de que tener ese privilegio siempre representaba una nueva primera vez. Los ecorrucos conocedores de las constelaciones compartían sus conocimientos mientras otros atendían ya sea a sus comparticiones o simplemente a la magnitud que el cielo emanaba. No hay duda de que tanta estrella en la bóveda celeste enciende las internas, de forma que en ese momento, no hay problemas ni molestias, sólo estrellas. En ese momento, también había hermandad y ésta se sentía aun cuando los ojos y miradas del grupo admiraban lo de arriba. Algunos aún se…

16 mayo, 2022 1

Astrofotografía: surcando el espacio a través del lente

Por: Atl Gerardo Palacios Díaz Era un 14 de febrero de 1990, Día del Amor y la Amistad, y las calles de muchas ciudades del mundo se pintaron de rojo por tantas flores, globos y regalos, cada uno destinado a llegar a algún familiar, una pareja o un amigo, quien fuera, el fin era celebrar el amor y la compañía. Mientras, un objeto hecho por la humanidad, el más alejado de nosotros, la solitaria sonda espacial Voyager 1, se encontraba a 6 000 millones de kilómetros de la Tierra, destinado a continuar su distanciamiento de esta. Ese día, la sonda volteó en dirección a nuestro planeta y capturó una fotografía en la que este se distingue por ser un punto azul pálido en medio de la oscuridad del universo. Fue la primera vez que nos vimos desde tan lejana distancia, lo que nos permitió dimensionar lo diminutos que somos en el espacio. Históricamente, el ser humano ha tenido la necesidad de fabricar herramientas que le permitan realizar ciertas actividades con mayor facilidad, podríamos remontarnos a la Prehistoria, cuando nuestros antecesores fabricaban lanzas para hacer la caza más sencilla. En la actualidad, la tecnología nos ha dado una gran variedad de herramientas para una infinidad de descubrimientos, desde objetos microscópicos hasta cuerpos celestes: galaxias, estrellas, planetas, nebulosas, nuestro sistema solar y más. La astrofotografía es la disciplina que busca capturar visualmente estos cuerpos celestes con objetos pequeños, como cámaras fotográficas, y hasta telescopios que orbitan en torno a nuestro planeta. Nuevos descubrimientos a lo largo del tiempo En 1609, el científico italiano Galileo Galilei recibió una carta de uno de sus exalumnos, quien le contó que Hans Lippershey, un fabricante de lentes holandés, construyó un objeto que permitía observar cuerpos celestes invisibles al ojo humano. Con esta noticia, Galileo decidió fabricar su propio telescopio, basándose únicamente en la descripción que venía en la carta, y no solo lo consiguió, también logró que los objetos se vieran seis veces más grandes, el doble que en el telescopio de Lippershey. Además, su telescopio arrojaba una imagen derecha de los objetos gracias al uso de una lente divergente en el ocular. Con este invento, Galileo pudo observar la Luna y sus cráteres, la Vía Láctea y Júpiter con 4 de sus 79 lunas. La observación de distintos objetos celestes cambió la forma en que él entendía el sistema solar, lo cual le causó problemas con la Inquisición por apoyar la teoría heliocéntrica de Copérnico: la Tierra giraba alrededor del Sol y no al revés. Gracias a la invención del daguerrotipo en 1839, se lograron las primeras imágenes de distintos cuerpos celestes, como la estrella Vega o la nebulosa de Orión o imágenes de fenómenos astronómicos como los eclipses. Algunos de estos fenómenos fotografiados fueron determinantes en el avance científico: las imágenes obtenidas del eclipse del 29 de mayo de 1919 permitieron comprobar la distorsión gravitatoria de la luz que predecía la teoría de la Relatividad de Einstein. Poco más de 100 años después, la tecnología nos ha permitido observar más allá de nuestro Sistema Solar, hemos descubierto otras estrellas, sistemas solares, cometas, galaxias y objetos misteriosos tales como agujeros negros. En 2019 se tomó la primera fotografía de un agujero negro, ubicado en el centro de la galaxia vecina llamada M87. Para obtenerla se necesitaron ocho radiotelescopios terrestres ubicados en distintos puntos del planeta, uno de ellos, el Gran Telescopio Milimétrico “Alfonso Serrano”, situado en México. Una ventana para conocer el universo Cuando volteamos al cielo nocturno, en la inmensidad del vacío oscuro encontramos puntos brillantes, que pueden ser estrellas o algún planeta del Sistema Solar. Observamos cuerpos gigantes, más grandes que cualquier cosa que hayamos visto, que nuestro planeta e incluso que nuestro Sol. La astrofotografía nos acerca a estos cuerpos celestes, nos da la posibilidad de visualizarlos y nos permite soñar en lo que quizá algún día la humanidad podrá alcanzar, como es el caso de Marte, planeta al que posiblemente la humanidad llegue en los próximos años. Fuentes consultadas Astrofotografía (13 de enero de 2022). Astrofotografía. Cómo empezar, equipo básico y tutoriales. Recuperado de https://www.xn--astrofotografa-dmb.com/ el 8 de abril de 2022. Carter, J. (22 de marzo de 2021). Astrophotography: A Beginner’s Guide. Sky at Night Magazine. Recuperado  de https://www.skyatnightmagazine.com/astrophotography/a-beginners-guide-to-astrophotography/ el 11 de abril de 2022. Cornell, S. y Evenden, I. (1 de febrero de 2022). Astrophotography for Beginners: How to Shoot the Night Sky. Recuperado de https://www.space.com/astrophotography-for-beginners-guide el 10 de abril de 2022. El primer telescopio se presentó hace 400 años.(25 agosto de 2009). El País. Recuperado de https://elpais.com/sociedad/2009/08/25/actualidad/1251151202_850215.html el 12 de abril de 2022. G. M., A. (8 de enero de 2021). Galileo, el astrónomo más persistente.Historia National Geographic. Recuperado de https://historia.nationalgeographic.com.es/a/galileo-astronomo-mas-persistente_16083 el 10 de abril de 2022. Juárez, C. (10 de abril de 2019). La primera imagen de un hoyo negro real. Ciencia UNAM. Recuperado de http://ciencia.unam.mx/leer/854/la-primera-imagen-de-un-hoyo-negro-real el 15 de abril de 2022. *Alumno de la Licenciatura en Ecología, ENES-Mérida, UNAM.