Autor: admin

15 enero, 2023 0

Para hacer sociología las dicotomías no bastan

Por: César Guzmán Tovar* El pasado 8 de diciembre de 2022 la Gaceta de la UNAM publicó la aprobación de la Licenciatura en Sociología Aplicada para la ENES Mérida. Este es un gran logro de un equipo de académicos y académicas que trabajó durante años, en el cual tuve la oportunidad de participar, para que la sociología llegara al sureste del país y acompañar otras disciplinas de las ciencias sociales ya instaladas en la Península como la antropología, la historia y la economía. Este acontecimiento me parece la excusa perfecta para reflexionar la relación entre lo “básico” y lo “aplicado” en las ciencias. El caso, por supuesto, será la sociología. Aunque breves, estas reflexiones pueden ser el punto de partida de discusiones más profundas entre académicos y académicas dentro y fuera de la UNAM. Hace más o menos 170 años surgió la sociología como disciplina científica en Europa. Sus precursores: el francés Auguste Comte (1798-1857) y la inglesa Harriet Martineau (1802-1876)[1]. Mientras que Comte se encauzó en consolidar una teoría enfocada en entender y aceptar la realidad únicamente en los hechos observables que podrían ser reducidos a leyes, Martineau se preocupó por llevar esa teoría al terreno empírico. Así, los etéreos planteamientos teóricos de Comte encontraron asidero en la metodología empírica de Martineau. Es importante señalar que Martineau y Comte plantearon sus propuestas simultáneamente y por separado; esto nos dice que su pensamiento apuntaba a lo mismo (la creación de una nueva ciencia positiva) desde enfoques distintos. El resultado: una sociología concebida desde la teoría y la empiria. Quiero resaltar la conjunción “y” en la frase anterior. Pienso que, desde su nacimiento, el espíritu de la sociología ha expresado esta relación entre teoría y práctica, entre pensar y hacer, entre conceptualizar y aplicar. La sociología es sinónimo de esa conjunción, es amalgama entre el pensamiento y los sentidos. No creo caer en un exceso al decir que la sociología es opuesta al pensamiento moderno que creó la dicotomía entre razón y alma. Ontológicamente, la sociología contiene estos elementos en una relación simbiótica, no dicotómica; y a eso le hemos llamado praxis. Como lo mencioné en otro texto, para hacer sociología el escritorio no basta[2]. Hubo un tiempo en la trayectoria de la disciplina sociológica como profesión en donde se erigió la discusión sobre una sociología teórica o una sociología aplicada. Esa controversia no llevó a ninguna parte porque la sociología se piensa hoy como teórica y aplicada. Algunas personas que se sienten más cómodas haciendo teoría y otras haciendo trabajo empírico, pero es importante no perder de vista que esto se hace siempre desde la base sociológica inherente que he mencionado. Es imposible bifurcar con nuestra comodidad lo que ha emergido ontológicamente inseparable. No hay que olvidar que la escisión entre investigación básica e investigación aplicada tiene una amplia tradición en las ciencias naturales; sin embargo, desde los estudios sociales de la ciencia, creemos que dicha divergencia es artificial porque el conocimiento científico tiene un carácter socio-cognitivo, es decir, surge en una materialidad social a partir de ejercicios creativos del pensamiento. Por otra parte, entendemos la producción de conocimientos desde un modelo helicoidal opuesto al modelo lineal. El helicoide es un continuum que avanza en espiral re-visitando, recogiendo y reformulando sobre lo ya avanzado (se reformulan conceptos y teorías a través del trabajo empírico, y éste a su vez se hace posible gracias a inquietudes teóricas). En ese sentido, todo conocimiento científico es aplicado. Si esto es así, ¿por qué hacer una distinción entre ciencia básica y ciencia aplicada? La respuesta creo que debe buscarse en el entorno económico de las ciencias. Sin duda, las ciencias no son ajenas a las dinámicas económicas y se espera de ellas contribuciones para la comprensión y solución de los problemas que aquejan a las sociedades. Las ciencias se hacen en un contexto capitalista en donde el objetivo es obtener réditos económicos con la financiación (pública o privada) de proyectos. Así, los y las científicas tuvieron que plantear proyectos que suplieran la ilusión de obtener ganancias en un periodo relativamente corto de tiempo en comparación con los proyectos tradicionales a largo plazo. Se definió esto como investigación aplicada. Son, en definitiva, proyectos de investigación formulados a partir de un cronograma acotado. Entonces, la investigación aplicada se asocia a una noción de celeridad de resultados (para obtener ganancias en un futuro próximo), mientras que la investigación básica contiene el imaginario de un tiempo elástico para generar elucubraciones que algún día generarán lucro. La diferencia entre “lo básico” y “lo aplicado” en las ciencias no es más que una construcción temporal mediada por los recursos económicos.  Pero más allá de los proyectos institucionalmente situados, las ciencias tienen sus propias trayectorias. Vuelvo sobre la praxis ontológica de la sociología: puede que las demandas políticas y económicas requieran de la sociología respuestas concretas a problemas públicos y que por ello pensemos en una “sociología aplicada”; pero eso no quiere decir que en la academia deban existir sociólogos y sociólogas aplicadas, por un lado, y sociólogos y sociólogas básicas, por otro lado. Todos y todas somos sociólogas, sin apellido. Menciono todo esto porque considero que para hacer sociología las dicotomías no bastan. Hoy sabemos que separar las nociones de mente y cuerpo, sociedad y naturaleza, subjetividad y objetividad, teoría y práctica no ha dado muchos frutos en los análisis sociológicos porque estas dicotomías distorsionan las realidades que co-producimos.   La fragmentación (entre sociología teórica y sociología aplicada) responde a necesidades institucionales, más que a una realidad epistemológica. Como dijo Fals Borda, la sociología debe ser una ciencia comprometida; y, como dijo, Marx, de lo que se trata es de transformar la realidad. En ese compromiso sociológico por la transformación no caben distinciones entre conceptualización y aplicación, sólo pasión por la praxis.           Notas:    [1] El término “sociología” ya había sido usado por el abate Emmanuel Sièyes en unos manuscritos de 1780, pero son Comte y Martineau quienes delimitan esta nueva palabra como una ciencia con un método de…

8 enero, 2023 3

Hilando historias: crónica de nuestra visita al Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Yucatán

Por: Monserrat Torres Ortiz y Ximena Vianney Ramírez Heredia* Nuestro grupo de la materia de Historia e Historiografía Ambiental de la Licenciatura en Ciencias Ambientales, impartido por la profesora Adi Lazos, hizo una visita al Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Yucatán en el municipio de Conkal el día jueves 29 de septiembre de 2022. Visitamos todo el complejo que consta de la Iglesia San Francisco de Asís, atrás de ella está el exconvento y un edificio más donde pudimos entrar al claustro, al Museo del Arte Sacro y al Archivo Histórico. El primer lugar que visitamos fue la Iglesia. Al llegar a ella nos encontramos con el Mtro. Carlos Mendoza Alonzo (Figura 1), coordinador general del Archivo Histórico, es un historiador, bastante conocedor de la Iglesia y fue la persona que nos dio el recorrido mientras nos relató apasionadamente las historias que contaban cada pared, roca, árbol y obra en este lugar. Lo primero que nos mostró fue la parte de afuera de la Iglesia, una de las cosas más destacables de este punto fue saber que esta Iglesia fue construida con las mismas piedras que una pirámide maya que se encontraba ahí (Figuras 2 y 4). Estas Iglesias fueron construidas con la misma mano de obra de los mayas. El Mtro. Carlos nos explicaba que en Yucatán no había muchos minerales o metales preciosos como en otras partes de lo que hoy es México, pero, que sí había mucha mano de obra que podían explotar, así pues, los mayas construyeron la Iglesia usando las piedras de las antiguas pirámides, uniéndolas con cal y canto. Los canteros eran los encargados de trabajar la construcción y dejaban su esencia plasmada en las rocas y dejaban firmas o sellos como prueba de que estaban ahí, de que ellos habían trabajado ahí (Figura 3). Después, nuestro guía nos habló de que, en el año 2002, el huracán Isidoro azotó el estado de Yucatán, derribando la fachada del lado izquierdo de la Iglesia, el cual fue restaurado posteriormente (Figura 5). Lo interesante es que se logra apreciar la diferencia en los materiales utilizados.  En el lado restaurado se utilizaron piedras más pequeñas, de otra coloración e incluso la manera en la que se acomodó se ve diferente. Ya al interior de la Iglesia, pudimos observar al fondo el retablo cubierto con telas (Figura 6). Esto debido a que fuimos durante la fecha del Santo Patrono San Francisco, se cubre el retablo pues durante la celebración del patrono, no debe haber nadie más importante. En los laterales hay pequeñas capillas dedicadas a otros santos, con el tiempo se mezclaron aspectos de la cultura maya y la iglesia católica, como los bordados de flores utilizado para Jesús en la imagen (Figura 7). El guía mencionó que la Iglesia, es el lugar en el que se hacían los rituales, también antiguamente se realizaba la misa tridentina, la c ual era oficiada por tres personas, en latín y dándole la espalda a los feligreses. Carlos nos llevó a la parte de arriba de la Iglesia (Figura 8), donde pudimos observar las campanas (Figura 9), que nos explicó que tienen una firma porque son donadas por la gente. Además, pudimos observar el paisaje y una parte de la ciudad de Mérida y Conkal, vimos que algunos árboles no estaban tan altos, lo más probable es que hayan sido puestos en ese lugar adrede debido a la distribución y las especies que vimos. Después de pasar a la iglesia, caminamos hacia la parte de atrás para ver el exconvento. Al entrar observamos un jardín muy grande y amplio, nos mencionaron que era con el propósito de poder albergar a mucha gente para adoctrinar y evangelizar a los mayas (Figura 10). Al fondo se observa la Noria (Figura 11), probablemente estaba conectada a un cenote de donde se sacaba agua mediante un sistema de poleas. Al lado de la Noria, se encuentra una puerta “bloqueada” que arriba tiene unos símbolos franciscanos (Figura 12), una cruz y dos leones a los costados (los cuales son símbolo de la corona de los Austria). Esta puerta era la antigua entrada a un cementerio, pues en la época la Iglesia llevaba los controles de las muertes y nacimientos, ahora es una escuela primaria.   Los leones de la puerta parecen más bien unos perros, al igual que el estandarte de león parece más bien un mono (Figura 13); esto es debido a que los mayas fueron obligados a realizar estas obras, sin haber visto antes a un león, las realizaron de acuerdo a las descripciones que les daban los franciscanos.  Algo que nos impresionó mucho fue la Ceiba que está atrás de la Noria, era muy grande a comparación de nosotros, la intentamos abrazar y se necesitaron más de 5 personas para rodearla (Figura 14); probablemente tenga más de 100 años y sea hogar de murciélagos pues tiene una entrada en la parte inferior del tronco en donde había guano.  La visita siguió hacia el interior del edificio en el que se encuentra el Claustro, este lugar era un lugar pacífico que representaba el paraíso, por ende, siempre había árboles frutales, como el naranjo de la foto (Figura 15) y una fuente con agua, esto con la finalidad de describir un poco lo que se le espera a la gente después de la muerte. Cuando terminamos de ver el Claustro nos dirigimos al Museo del Arte Sacro que se encuentra en la parte de arriba del edificio, en este lugar se resguardan obras que se realizaron desde el siglo XVI. Había fotografías del lugar antes de ser restaurado en las cuales observamos que los paisajes nunca están estáticos, siempre son cambiantes y guardan muchísimas historias (Figura 16 y 17).  Una obra en particular llamó nuestra atención, era una pintura que medía lo mismo que la pared, abarcaba mucho espacio y representaba muchas historias. Esta foto es solo un fragmento del mural, representa la presentación del catolicismo y el inicio de la evangelización del…

26 marzo, 2022 0

A propósito de las mujeres: “Miss Revolución”

Por: Paloma Fernanda Valdez Ayala* Al echar una mirada atrás en mi paso por la universidad, me sorprende que tenía 18 años cuando, a través de mis colegas del salón, recién fui introducida al término “interseccionalidad”. Ciertamente, me parece desconcertante que hasta dicha edad haya por fin conocido, e incluso, escuchado enunciar este vocablo, debido a que hoy me es completamente común ver lemas en los que esta palabra es clave, sobre todo en vísperas de las marchas del 8 de marzo, como por ejemplo: “el feminismo es interseccional o no será”. Y, aunque, creo que puede resultar un concepto bastante asequible una vez que ha sido explicado en función a ser una herramienta para el análisis que nos permite dimensionar que “las desigualdades sistémicas se configuran a partir de la superposición de diferentes factores sociales como el género, la etnia y la clase social” (ParlAmericas, 2022), para mí, los medios audiovisuales suelen ser excelentes opciones para aterrizarnos en otras realidades, y de esta forma, dicho sea de paso, nos permite dilucidar la interseccionalidad más allá de términos teóricos.  Una de las cosas que siempre repito cuando me preguntan por qué me gusta tanto el cine o incluso la televisión, es porque, me parece que, dada su masividad, tienen la responsabilidad de generar no solo entretenimiento, sino que, en dichos medios, converge una gran potestad de creación y difusión, (o en su debido caso, destrucción y aislamiento), que está en posibilidad de ayudar a acercarnos, develar, o comprender lo que pasa, o ha pasado a lo largo del tiempo en nuestras sociedades, a través de historias, que me gusta dibujar como la creación de potenciales contextos compartidos, en los que, puede que no te encuentres bajo las mismas circunstancias de aquellas personas que ves en pantalla, pero, puedes de alguna manera, empatizar, o incluso identificarse con sus personajes y lo que les sucede.   Por todo lo anteriormente dicho, hoy me gustaría compartir una recomendación: la película “Miss Revolución” de la directora Philippa Lowthorpe, que se encuentra en la plataforma de Netflix, después de ser lanzada originalmente en salas el año 2020, retrata como por allá en los aparentemente lejanos años 70´s, el certamen Miss Mundo sufrió la protesta de un grupo de mujeres que se oponían ante la realización del concurso, exponiendo que éste, es una de las mayores celebraciones a la opresión femenina y al patriarcado. En consecuencia, me parece válido que una como espectadora se cuestione: “¿Qué hay de novedoso en un grupo de mujeres protestando contra la ejecución de esta contienda?, ¿qué perspectiva distinta nos ofrece este metraje?”, pues incluso, en la misma cinta, a un nivel a mi percepción, autor reflexivo, uno de los personajes pregunta: “¿Qué no hay cosas más urgentes sucediendo en el mundo, que hablar de un concurso de belleza?” No obstante, el asunto es que, tanto en los setenta, así como ahora, las luchas de las mujeres no han cesado por buscar la realización de algunos objetivos que podrían verse como comunes, sin embargo, dentro de éstas, las mujeres de contextos privilegiados suelen ser las que más visibilidad reciben. Aunado a esto, ante los ojos mediáticos, constantemente se cataloga casi cualquier acción de protesta ejecutada por mujeres, como un acto feminista, sin tomar constancia de si realmente aquellas ejecutoras se identifican de dicha forma, y lo que es más apremiante aún, como si existiese un feminismo universal en donde encerrar todo acto de cierta índole, de tal forma que se ha convertido en una narrativa casi generalizada el que, muchas veces, en conveniencia a lo que clasifican en los medios de comunicación predominantes o bajo el escrutinio social más conservador, determinado acto sea calificado automáticamente de feminista, casi en su mayoría con connotaciones peyorativas, y otros sean registrados como “aceptables” (por lo general siendo alejados del concepto de feminismo de la narrativa oficial), como resulta ser evidente después de leer por unos minutos las notas que cubren las protestas del 8 de marzo.  Si bien es cierto que, el asunto no va de dividirnos y entender que unas luchas no excluyen otras, sí es completamente necesario comprender que, así como variedad de mujeres existe, en tanto sus condiciones y por consiguiente, diversidad de necesidades y batallas hay, y no todas pueden ser realizadas bajo los mismos métodos o perspectivas, empezando por el simple hecho, de que no todas disfrutamos de las mismas oportunidades, y es en este aspecto, lo que encuentro más valioso de esta película, pues, me parece que de manera muy interseccional, el argumento bajo el cual se desarrolla la historia de nuestras protagonistas, más allá de ir únicamente por la evidente crítica con respecto a lo misógino y capitalista de mercantilizar un show que se basa en juzgarnos de acuerdo a estándares de belleza hegemónicos y hacernos competir en relación a los mismos, también se encarga de hacer consciente que esta competencia -la cual me parece, sigue teniendo un gran nivel de atención mediática actualmente, y al fin y al cabo, es un ejemplo que podríamos aplicar a muchos otros ámbitos que tienen que ver con comprender la relevancia del derecho a la representación- es algo claramente político, al evidenciar que hasta el año 1970, no solo había sido la primera vez en que una concursante negra, proveniente de la región denominada como África del Sur (que en realidad comprende 6 países) habría sido finalista superando a la representante blanca que era oriunda de Sudáfrica, sino que, además, resultó ser la primera ocasión en la historia hasta ese momento, en que una concursante negra, Jennifer Hosten, originaria de Granada, salió victoriosa llevándose la corona, pese a que, después fue relevado, en realidad, los jueces habían votado por la representante de Suecia, esto, en pleno periodo del apartheid (es decir, el sistema de segregación racial en Sudáfrica), hecho que no hubiese sido posible de no ser por la presión de grupos que ya venían gestando sus ánimos de disconformidad ante la guerra de Vietnam, y el antes ya mencionado,…

23 marzo, 2022 0

Hablemos de ciencia ficción: Ansibles, perfiladores y otras máquinas de ingenio

Por: Ariadna Trejo Barbosa* Ansibles, perfiladores y otras máquinas de ingenio (2020), de Andrea Chapela, es el libro ideal para ti, si es que te consideras una persona amante de la ciencia ficción y te encuentras interesad@ en leer algo diferente, adictivo, actual y escrito por la pluma e inventiva de una escritora mexicana. El libro es multifacético, ya que dentro de sus páginas encontrarás 10 relatos, cada uno con sus particularidades y  escenarios girando en torno a las calles de una Ciudad de México, tan distópica, tecnologizada y utópica, en la cual se tejen las historias de varios personajes, que desean preservar sus memorias, vivencias, así como vincularse emocionalmente, o bien continuar en esta vida, en realidades tan cotidianas donde el uso de dispositivos tecnológicos como telones sensoriales, lentillas, perfiladores y ansibles son una necesidad y una extensión al modo cyborg para interactuar con el mundo en una realidad onlife.  “Todo lo que recuerdo, no lo he vivido realmente, todo lo que imagino, no lo viviré tampoco. Soy solo un momento perdido, un montón de pensamientos, de posibilidades que nunca pasaron. Sería mejor que me acostara de nuevo, cerrara los ojos y esperara a que terminara la carga“ Cita del libro Ansibles, perfiladores y otras máquinas de ingenio Este libro, sin duda, te dejará reflexionando sobre nuestra sociedad, la vida, los impactos ambientales negativos que hemos generado en el planeta y las relaciones que construimos como personas a través de nuestros dispositivos electrónicos en modo online y fuera de ellos offline. Andrea Chapela (Ciudad de México, 1990), es Química egresada de la UNAM al igual que una escritora apasionada. En 2018 ganó el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen por Ansibles, perfiladores y otras máquinas de ingenio. Puedes conseguir el libro aquí: https://www.gandhi.com.mx/6edb3de5-08c5-30fb-ac48-832e37f4f8b8 *Alumna de la Licenciatura en Desarrollo y Gestión Interculturales, ENES-Mérida.

17 marzo, 2022 5

Desarrollo de un Dispositivo Oceanográfico para Captura de Imágenes Subacuáticas de Forma Automática

Por: Dr. Francisco Xavier Chiappa Carrara; Dra Vanesa Papiol Nieves; Dra. Elizabeth Cecilia Enríquez Ortiz; Dr. Ismael Mariño Tapia y M.I César Alberto Liera Grijalva.* El CEMIE Océano es un consorcio de investigación apoyado por el gobierno mexicano (a través de fondos mixtos provenientes de la Sener y el Conacyt), cuyo objetivo principal es estudiar varios aspectos de la extracción de energía del océano. Una de las premisas para formular propuestas en este sentido es que la implementación de dispositivos en el mar debe hacerse de manera que los impactos al medioambiente sean los menos posibles y poder recabar información confiable. Entre las líneas de investigación que se cultivan en el CEMIE se encuentran las que estudian la obtención de energía a partir de gradientes salinos y corrientes marinas, en las que participa la ENES Mérida. En este contexto, y para fines de observación y monitoreo, se desarrolla un dispositivo oceanográfico para capturar imágenes subacuáticas de forma automática, el cual constituye un método no invasivo aplicable al estudio de las comunidades bentónicas y pelágicas en distintas condiciones. Para el caso del proyecto, permitirá analizar la interacción de la fauna con los dispositivos de generación de energía y la valoración del estado de las comunidades en ecosistemas marinos. El dispositivo está compuesto por dos contenedores de acrílico, en cada uno se encuentra una cámara de alta definición y la electrónica necesaria para su funcionamiento. El sistema permite la obtención de fotografías con ambas cámaras de forma simultánea en lapsos de tiempo determinados por el usuario. Este dispositivo está basado en un diseño realizado por profesores y estudiantes del IIMAS y, hasta el momento, tiene una autonomía de cuatro horas y se trabaja en incrementar los tiempos de operación. La obtención de imágenes mediante el uso de las dos cámaras con la disposición geométrica permite que el dispositivo proporcione información para el análisis de la composición faunística y algunos rasgos de su conducta. Asimismo, posibilita la medición de los organismos visualizados cuando se cuenta con una referencia de tamaño. El análisis automatizado de las imágenes constituye un siguiente reto para esta iniciativa. Personal académico de los Departamentos de Matemáticas Aplicadas y Computación y Sistemas y Procesos Naturales, ENES-Mérida, UNAM.

17 marzo, 2022 0

Por qué el derecho no es una ficción

Por: Martin Fricke* Esta breve reflexión filosófica argumenta que las categorías que dependen de nuestra realidad social, por ejemplo, la noción de paternidad en el derecho mexicano, no deberían ser llamadas ficciones solo por ser constructos sociales. Hablar así borra la distinción entre constructos sociales ficticios (como los que podría inventar un autor de ciencia ficción) y constructos sociales reales (aquellos que existen en nuestra sociedad). En el VII Coloquio La UNAM en la Península, organizado por el Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales de la UNAM, bajo el título “La ficción en las humanidades y las ciencias sociales”, el Dr. Pedro Salazar Ugarte, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas, dictó su conferencia magistral, “El derecho como realidad y como ficción”. Una de sus tesis, acerca de la cual me permito reflexionar aquí, es que el derecho, en muchas ocasiones, opera con categorías o suposiciones ficticias. Menciono dos de sus ejemplos: si una mujer casada da a luz un hijo, la ley mexicana automáticamente reconoce a su esposo como el padre, incluso si el verdadero padre biológico es otra persona. Aquí el concepto de padre jurídico del bebé es una ficción, según el Dr. Salazar. El segundo ejemplo es la cosa juzgada. Si una persona fue sentenciada por un crimen y agotó todas las instancias para apelar la decisión, su sentencia se convierte en cosa juzgada, es decir, una decisión irrevocable, incluso si surge nueva evidencia que la contradiga. En este caso, es posible que la sentencia sea ficticia, una irrevocable verdad jurídica que no coincide con la realidad. El doctor argumenta que, aunque el derecho a menudo opera con ficciones, puede tener un verdadero impacto en la realidad. Así, por ejemplo, el padre jurídico en la realidad tiene que cumplir con las obligaciones que el derecho le impone. La conferencia del investigador fue perspicaz y nos da mucho para pensar. Pero aquí quiero cuestionar si en realidad es correcto caracterizar el derecho como ficticio en los casos señalados. Me parece que él tiene razón en describirlo como un constructo social, pero una cosa es decir que el derecho es un constructo social, y otra, que es ficticio. Veamos: puedo imaginar una sociedad en la que el matrimonio es un contrato legal que puede celebrarse entre tres personas del mismo o de diferentes sexos. En esta sociedad imaginada, el matrimonio es diferente de la institución legal de este que existe en México hoy en día; en ambas sociedades, en la imaginada y en la real, es un constructo social, es decir, una institución que solamente existe porque las personas aceptan que existe. No se trata de una realidad física, como una corriente de agua que existe independientemente de lo que la gente cree. Me parece que la diferencia entre el matrimonio imaginado y el de México es que el primero es ficticio, mientras que el segundo es real. El matrimonio entre tres no existe como institución legal en nuestro país, por eso se trata de un constructo social ficticio, en cambio, el matrimonio que sí existe aquí es un constructo social real. El problema con la propuesta del Dr. Salazar es, a mi parecer, que confunde la distinción entre ficción y realidad con la distinción entre lo que es constructo social y lo que no lo es. La cosa juzgada es una sentencia que tiene realidad social porque pertenece al derecho que se acepta (en general) en nuestra sociedad. No se trata de una ficción que solo tiene realidad en un mundo que no existe. La idea de describir la realidad social como una ficción no es exclusiva del doctor, también la encontramos en un ejemplo espectacular: el primer best seller de Yuval Noah Harari: Sapiens. De animales a dioses: una breve historia de la humanidad. Este autor no solo afirma que todas las categorías legales son ficciones, sino también las de las religiones, las naciones y el dinero, en resumen, toda la realidad social es ficción. Según él, cuando aprendimos a hablar de ficciones, hace aproximadamente 70 000 años, se dio una revolución cognitiva, la cual nos permitió “cooperar flexiblemente en grandes números”, por ejemplo, como naciones sostenidas por mitos compartidos. Evidentemente, es muy llamativo decir que todos nuestros logros civilizatorios se basan en ficciones. Pero en analogía con mi argumento anterior, deberíamos preguntar cuál es, por ejemplo, según Harari, la diferencia entre el dinero (yo diría real) que usamos para hacer compras en las tiendas y el dinero (yo diría ficticio) que usamos para jugar Monopoly. Harari dice que todo nuestro dinero (incluso el que llamé real) es una ficción, así que parece que él no puede hacer esta distinción entre el dinero real y el ficticio. La solución que ofrece en su libro es que las ficciones que a él le interesan no son “mentiras”, sino realidades imaginadas en las que todos creen y que por eso pueden ejercer una gran fuerza en el mundo real. (Las ideas de Harari expuestas en este párrafo se desarrollan en el capítulo 2 de su libro.) Sin duda, porque soy filósofo este extraño vocabulario llama mi atención (y no las demás profundas afirmaciones de los autores). A mi modo de ver, una cosa solo puede ser o real o ficticia, no ambas a la vez. En consecuencia, la realidad social, lo que algunos llaman nuestros constructos sociales, no puede ser una ficción, aunque, a diferencia de la realidad física, depende de la existencia de los humanos y sus creencias. Y de paso, vale mencionar que no toda ficción, por no ser real, es una mentira. Las novelas de Gabriel García Márquez, por ejemplo, son ficciones porque describen cosas que en realidad no existen, pero no por ello se trata de conjuntos de mentiras, es decir, afirmaciones que tienen como objetivo engañar al lector. Ajustar el vocabulario como aquí sugiero puede evitar malentendidos, aunque tal vez no ayude a producir un best seller. * Investigador del Departamento en Humanidades y Sistemas Sociales, ENES-Mérida, UNAM.