¿Ciencia para quién?: Reflexiones encaminadas a democratizar la ciencia

¿Ciencia para quién?: Reflexiones encaminadas a democratizar la ciencia

7 septiembre, 2023 0
Facebook
Twitter
Whatsapp

Michel Aidet Cortés Angulo*

En el presente ensayo se planea abordar la necesidad de democratizar la ciencia a través de la apertura de espacios para el diálogo en materia CTS. Dentro del contexto latinoamericano, existen muchos sesgos a la hora de presentar políticas públicas en ciencia y tecnología ante la falta de dos factores importantes: la inclusión de diversos actores que se encuentran involucrados y la implementación de mecanismos efectivos para asegurar esos diálogos. En ese sentido, tomaré como ejemplo el reciente y polémico caso con la nueva ley del CONAHCYT que no sólo generó grandes críticas desde el punto de vista académico, sino también, desde la misma sociedad civil. 

l. Las decisiones de “ahí afuera” 

Históricamente, América Latina ha sido un territorio de muchas desigualdades sociales, económicas y políticas (Invernizzi, 2004). Esto viene, desde la época colonial pues en ese momento se establecieron estructuras de poder y dominación que han perpetuado la exclusión y marginalización de ciertos grupos como los pueblos indígenas y las comunidades afrodescendientes. Igualmente, esta misma exclusión ha venido cargada de estereotipos de género pues también ha apartado la participación de mujeres y minorías étnicas en el ámbito público. En ese sentido, cuando hablamos de una necesidad ante la democratización de la ciencia, hablamos de una falta de representación diversa y óptima para la toma de decisiones. 

En América Latina y más específicamente para motivos de este ensayo, en México, la toma de decisiones se ha centralizado a instancias gubernamentales o grupos reducidos de élites científicas y tecnológicas: “élites poseedoras de conocimiento” (Arancibia,2023). Esta concentración de las decisiones a un grupo minoritario de decisiones provoca que las políticas públicas que se generan “ahí afuera” no correspondan a las perspectivas y necesidades específicas de los diferentes grupos sociales. Nuevamente, no sólo limita la representatividad y participación, sino también, reflejan la distribución desigual del acceso a la educación, los recursos y las oportunidades en la región, incluida la participación en el ámbito científico y tecnológico. Es por esto, que es necesario no sólo hablar de las políticas públicas en ciencia y tecnología sino también, empezarla a practicar. 

ll. Cambiar el juego, las decisiones “aquí dentro”

Noela Invernizzi, en su texto: “Participación ciudadana en ciencia y tecnología en América Latina: una oportunidad para refundar el compromiso social de la universidad pública”(2004), menciona que la Universidad también puede ser un espacio en el que con éxito, se puedan infundir estos nuevos mecanismos de participación, ya que “si se destaca la importancia de la universidad para dar el puntapié inicial es porque ella ya posee una tradición de vinculación con la sociedad que puede desarrollarse hacia formas de participación pública como la extensión universitaria” (p.76). Pero, ¿cómo promover dentro de esta institución el que más personas puedan incluirse en un proceso participativo? Pienso, a través del diálogo de saberes. En el diálogo de saberes, se reconoce que el conocimiento no solo proviene de expertos y profesionales, sino también de las comunidades locales, líderes tradicionales y personas con conocimientos ancestrales, en general de la sociedad civil. Se valora la diversidad de perspectivas y se busca integrar diferentes formas de conocimiento para beneficiar a toda la sociedad (Castillo, et al; 2011).  En ese sentido, rescatando la idea de los autores, considero que la universidad puede desempeñar un papel fundamental como espacio donde se promueva la integración de diversos conocimientos y formas de interpretar la ciencia. Esto puede contribuir a la creación de una inteligencia colectiva situada, fomentando el diálogo entre diferentes actores. Garantizar la consideración de una diversidad de perspectivas y necesidades en la toma de decisiones y la búsqueda de soluciones, enriquece el proceso y aumenta las probabilidades de encontrar respuestas más completas y adecuadas. 

lll. El caso del CONAHCYT 

Con lo mencionado anteriormente, haré una breve reflexión sobre lo sucedido con la reciente aprobación de la Ley General en Materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación tomando como referencia las discusiones que se generaron en la mesa de diálogo “la nueva ley de ciencia y tecnología del CONAHCYT” impulsada por la ENES Mérida UNAM. 

En principio, la aprobación de la nueva ley busca asegurar que todos los ciudadanos mexicanos tengan el derecho de beneficiarse del desarrollo científico. Se espera que el Estado juegue un papel importante en la promoción de la divulgación e investigación científica, con el objetivo de beneficiar a la sociedad en general. Esta premisa, sí forma parte de una iniciativa hacia la democratización de la ciencia, pues busca un mayor involucramiento e interés de la sociedad por la ciencia. Sin embargo, esta ley establece la formación de un consejo compuesto por diversas Secretarías de Estado, incluyendo la SEDENA (Secretaría de la Defensa Nacional) y los gobiernos estatales, quienes tomarán decisiones sobre el tipo de investigación que se llevará a cabo en el país, basándose en los intereses de la agenda nacional. De esta manera, la inclusión de las fuerzas armadas en el ámbito científico ha generado preocupación y se ha planteado la posibilidad de una militarización de la ciencia. Aunado a esto, la Dra. Brenda Valderrama menciona que si bien se votó por unanimidad que se llevaran a cabo parlamentos abiertos para la discusión de la ley, esto no fue posible por la pronta decisión y ejecución que exigía el partido político en turno, MORENA: “una vez que se aprueba eso (los siete parlamentos) entre el 4 o 5 de Abril, se levanta una moción por parte de un diputado de Morena pidiendo que acabe el 12 de Abril (…) No hay manera que terminemos para el 12 de Abril (…) Para el cierre de fecha del 12 de Abril pues había mayoría de MORENA y sus aliados”. ¿Qué vemos aquí? Para empezar, una nula participación ciudadana. Aunque la iniciativa inicial había sido la de parlamentos abiertos, ¿en qué medida resultó efectiva? Si al final, como comentaba la Dra. Arancibia: “La ciencia como política es de las menos permeables a la discusión y participación pública”. ¿No sería acaso, volver en caer en la crítica inicial de una reducción y exclusión de la toma de decisiones?

lV. Reflexiones finales: ¡manos a la obra!

En principio, así como esta ley general del CONAHCYT existen muchas otras leyes que, aunque las iniciativas son buenas y a simple vista podrían resultar pertinentes, existen todavía muchas barreras metodológicas que impiden el real aprovechamiento de su realización. En ese sentido, pienso que hay que repensar no sólo desde ahí afuera, sino también, desde aquí adentro como están funcionando esos mecanismos participativos. En primera instancia, reconocer la participación en la que se involucren diversos actores como científicos, investigadores, docentes, estudiantes, comunidades locales y sociedad civil en general y claro, dar un margen de participación amplio para que las discusiones y diálogos que se generen sean de manera adecuada, con tiempo. Al permitir que converjan todos en un mismo espacio, fortalece el sistema científico en conjunto. Además, evita la resistencia social y la desconfianza, generaría transparencia y una mejor convivencia entre las sociedades y contesta la incertidumbre de las personas al ser un proceso más inclusivo. En un segundo momento, generar espacios de diálogo sobre los mecanismos de participación ciudadana como: paneles ciudadanos, audiencias públicas, conferencias de consenso y foros híbridos. Rescato el pensamiento de Ana Delgado (2010): “Una idea fundamental en la base de este giro (de la democratización de la ciencia) es que la ciencia no es un “punto de vista desde ningún lugar” (p.3).  Es decir, que ninguna creación de conocimiento, ley o ciencia es buena o mala por sí sola, tiene que ver con el contexto en el que se genera y claro, quiénes y con qué motivo lo realizan. Siguiendo la idea principal, podríamos contribuir a una adaptación de las políticas públicas en CTS de acuerdo a las realidades locales; contextualizar la ciencia permitiría que, en conjunto con los conocimientos locales y tradicionales, se puedan abordar problemas específicos de manera más puntual y efectiva.

Referencias

Arancibia, E. (2023). “Del modelo del déficit al giro participativo en CyT” en guía 3 de trabajo: ciencia, técnica y cultura 2. ENES Mérida: México. p.p. 1-9.

Castillo, A. (2011). Argueta, A; Corona-M, E; Herchs, P. (coords.) (2011) “Saberes colectivos y diálogo de saberes en México”, UNAM, CRIM; Puebla, Universidad Iberoamericana. p.p 11-47.

Delgado, A. (2010). ¿Democratizar la Ciencia? Diálogo, reflexividad y apertura. Revista iberoamericana de ciencia tecnología y sociedad. 5(15). pp. 9-25. Recuperado en 05 de junio de 2023, de http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S185000132010000200002&lng=es&tlng=es

ENES Mérida (2023). Mesa de diálogo: La nueva Ley de Ciencia y Tecnología y el CONAHCYT. Facebook. Consultado el 5 de junio 2023: https://www.facebook.com/ENESMERIDAUNAM/videos/643931730400790/  

Invernizzi, N. (2004). Participación ciudadana en ciencia y tecnología en América Latina: una oportunidad para refundar el compromiso social de la universidad pública. Universidad Autónoma de Zacatecas: México. 1(2) p.p 67-80. 


*Egresada de la Licenciatura en Desarollo y Gestión Interculturales.