16 mayo, 2022 0

En busca del coral…icolido

Por: Betzi Fernanda Pérez Ortega* Nuestra capacidad visual es sorprendente. Los seres humanos podemos distinguir diferentes formas y movimientos a distancias cortas y lejanas con un campo visual de 180°, menos que el de un gato, que es de 200°. A pesar de esta habilidad, a lo largo de la historia se han desarrollado diferentes objetos que han permitido que veamos más allá de lo que en primera instancia podemos apreciar y, con ello, se han descubierto otros seres vivos y formas de vida difíciles de observar a simple vista, aun si tuviéramos la vista de un gato. Hace muchos años, cuando mirábamos el mar y nos asombrábamos por las formas y los colores de los corales, desconocíamos a qué se debía. Ahora sabemos que los diferentes colores son aportados por miles de diminutas algas (llamadas comúnmente zooxantelas) que viven dentro del tejido de los corales. Entre estos dos organismos existe una relación de simbiosis. ¿Simbio… qué…? Sí, simbiosis. Se trata de una relación en la que dos organismos se asocian y son beneficiados uno del otro; por ejemplo, las algas por medio de la fotosíntesis proveen de alimento al coral, y éste, a su vez, brinda un espacio de protección a las algas. Las relaciones simbióticas no son las únicas que existen en la naturaleza, también están el canibalismo, el mutualismo y el parasitismo. Este último es tal vez uno de los más sorprendentes mecanismos de sobrevivencia; en él hay, en primera instancia, dos organismos que interactúan: el parásito y el huésped. Se le da el nombre de parásito porque vive a expensas del hospedero, pues lo utiliza como hábitat, se alimenta de él, crece en él, se reproduce en él, entre otras cuestiones, pero ¡ojo!, el parásito no es un asesino, no mata a su huésped (salvo algunas excepciones) porque ello significaría la pérdida de su sustento de vida y, por lo tanto, el fin de su propia existencia. No hay que subestimar los parásitos, pues son organismos que han desarrollado múltiples mecanismos para sobrevivir porque, contrario a lo que muchas personas piensan, vivir a expensas de otro no es sencillo. Antes de asentarse en un hábitat, el parásito debe sortear una serie de obstáculos, desde seleccionar un individuo sano, de buen tamaño, así como esquivar las defensas de este, hasta modificar conductas de los huéspedes, a fin de lograr su éxito reproductivo.          Gracias a los avances en las técnicas de secuenciación genética, se ha podido descubrir que en los corales no solo habitan las zooxantelas, sino también una serie de organismos eucariotas,[1] entre los que destacan los coralicolidos. Y aunque bien se pudieron nombrar de una manera más sencilla, en realidad esto concuerda con la complejidad de su asociación con los corales. Estos organismos no son sencillos de observar, de hecho, se sabe que existen debido a que, al realizar secuencias genéticas de los corales y sus simbiontes (las algas), los investigadores encontraron secuencias de ARN que no pertenecían a ninguno de esos grupos. Las secuencias “extrañas” estaban emparentadas con organismos que pertenecen a un grupo llamado Apicomplexa, que son microscópicos parientes cercanos a los corales y las medusas y son parásitos de una gran variedad de organismos. Para sobrevivir, los parásitos pueden adherirse a la superficie de su huésped, o bien penetrarlo para alojarse en su interior. Aquellos que eligen la primera opción son ectoparásitos y viven en la piel o las cavidades externas de sus hospederos. Por otra parte, los endoparásitos eligen una forma de vida dentro del huésped (como los coralicolidos), y son más frecuentes de encontrar en los intestinos, los riñones o el hígado de su hospedero, incluso pueden estar en la sangre. La estrategia de vida que prefieren los parásitos depende de factores evolutivos, por ejemplo, de los órganos de fijación que cada parásito ha desarrollado (ventosas, ganchos) y de su forma de reproducción y alimentación, entre otros. Los parásitos no son los “malvados” de la historia, ya que desempeñan un papel muy importante en las cadenas tróficas de los ecosistemas como reguladores de las poblaciones de los huéspedes, pero también se ha descubierto que realizan un papel como catalizadores de su conducta. Por ejemplo, los parásitos pueden modificar el comportamiento de su hospedero para que este sea una presa fácil para otro organismo, de manera que el parásito pueda completar su ciclo de vida. El parasitismo en una estrategia de vida que se encuentra en organismos de diferentes grupos taxonómicos. Si observas un árbol de la vida, de esos con muchas ramificaciones que reflejan la historia de la vida en el planeta, podrás ver, por ejemplo, el grupo de los hongos y sus diferentes especies que están emparentadas, o bien el grupo de los mamíferos, y cómo, según la familia a la que pertenecen, se agrupan en especies. Pero los parásitos no la ponen fácil, por ejemplo, tan solo entre los helmintos, a los que también se les llama gusanos parásitos, los parasitólogos reconocen cuatro grandes grupos: platelmintos, acantocéfalos, nematodos y anélidos; sin embargo, entre ellos no existe relación de parentesco porque evolutivamente han tenido distintos orígenes. Más aún, hay especies parásitas que pertenecen al grupo de los hongos o de los vertebrados, por lo que no se encuentran clasificadas en los grupos mencionados. Seguirles la pista a los parásitos no es sencillo, sobre todo a los endoparásitos. La cuestión con los parásitos internos es que, para observarlos y estudiarlos, necesariamente se necesita que el huésped esté muerto porque se requiere diseccionar sus órganos. Aún más difícil es seguir la pista de aquellos parásitos que por su pequeño tamaño son imperceptibles a nuestros ojos, y cuya presencia está indicada únicamente por su secuencia genética, como el caso de los coralicolidos. Por ello, a estos parásitos de los corales también se les ha denominado genotype-N o ARL-V (por sus siglas en inglés, que significan Linaje Relacionado a los Apicomplexa), y propiamente no se ha descrito alguna especie. Para registrar una nueva especie, ya sea de planta, hongo, reptil o insecto, los…

3 mayo, 2022 0

Internet como herramienta: hacia una erradicación de los rastros adultocéntricos

Por: Paloma Fernández Valdez Ayala* Desde hace un tiempo, he desarrollado un profundo desagrado por utilizar el malbaratado término “niñerías” para referir a cualquier conocimiento, pensamiento, o manifestación de existencia que no sea “racional” o que vaya en contra de la reducida versión adulta de lo que es y cómo debe ser pensada, sentida o vivida la realidad. Es decir, la “niñez” ha sido configurada no solo como una línea entre “los otros” más jóvenes que las personas adultas, sino que también es utilizada para designar aquello que es “ingenuo”, “tonto”, “desinformado”, “inocente” y no real dentro del pensamiento abismal adultocentrista. Pero ¿a qué se refiere este pensamiento abismal? Para comprender un poco acerca de los pensamientos centristas (que, para el caso específico de este ensayo, me referiré a uno en específico) es necesario consultar a Boaventura de Sousa Santos cuando nos dice que: El pensamiento occidental moderno es un pensamiento abismal. Este consiste en un sistema de distinciones visibles e invisibles, las invisibles constituyen el fundamento de las visibles. Las distinciones invisibles son establecidas a través de líneas radicales que dividen la realidad social en dos universos, el universo de “este lado de la línea” y el universo del “otro lado de la línea (de Sousa, 2009). Claramente, cuando hablamos del pensamiento que rige el mundo, es aquel adulto “objetivo”, “maduro”, “racional”, “experimentado” y “real” (por no dejar de lado masculino, blanco, rico, heterosexual, cisgénero), y que, tal como lo hace la ciencia dicotómica moderna, se ha construido de tal manera que ilusoriamente tiene el monopolio del correcto pensar y el poder de decir quién es epistémicamente pertinente, o no, para opinar, ver o hablar sobre conocimiento (destruye en cuanto construye). Es decir que el universo del que parte o se categoriza qué existencia o conocimiento importa en el mundo es el pensamiento abismal adulto, y aquellas distinciones invisibles que utiliza para decir que la “línea de este lado” (la línea adulta abismal) es la más óptima para conocer y hablar sobre el mundo, es cuando, por ejemplo, ante cualquier hecho social, se desplazan las opiniones jóvenes, las que las infancias podrían poseer, al apuntar que lxs niñxs “son inocentes y no saben lo que está ocurriendo”. Es más, desde la “sacralización” que lxs conceptualiza como “seres inocentes, puros y sin malicia” (ya que suele aparecer como un elemento que raramente se cree concebido como necesario en el pensamiento “maduro adulto”), se les aparta de la oportunidad de ser concebidxs como personas actuantes y con agencia, que no se encuentran del otro lado de la línea, sino que comparten el universo en que las personas adultas han insistido hacerlos ver como “extrañadxs”. Cabe recalcar que lxs niñxs del mundo son parte importante de sectores vulnerados que sufren diversos tipos de violencia, como la física y la emocional (solo por mencionar algunas), sin embargo, ¿qué hay de la violencia epistémica? Cuando a las infancias se les convierte en “lo otro”, como aquello que está contrapunteado o peleado con el ser adulto, y se prioriza la existencia adulta como el punto cúspide del crecimiento o desarrollo de las personas, caemos en lo que Boaventura llama la “no existencia”, lo que significa “no existir en ninguna forma relevante o comprensible de ser” (de Sousa, 2009), que trae como consecuencia que la no existencia (aquellas formas de vida que no son adultas) sea radicalmente excluida (como lxs niñxs en la sociedad). Pero no solo basta con saber y ser “conscientes” de que se escoge una exclusión epistemológicamente sistemática, sino que nuestra tarea tendría que dirigirse a entender la razón de dicha marginación. Una de las hipótesis que en mí surge, es que nuestras primeras formas de existir, que es ser niñxs, rechazan las certidumbres del mundo. Como dicen Humberto Maturana y Francisco Varela (1984): “Tendemos a vivir en un mundo de certidumbre indisputada. Lo que nos parece cierto, no puede tener otra alternativa”. Y es bien sabido que las infancias generalmente tienen “varios montones de dudas” sobre lo que nos rodea y, muchas veces, confrontar la seguridad ontológica (aquella que te dicta que el mundo es tal cual es y como te han dicho que es) puede llegar a ser muy complejo para las personas adultas, que tratan de distanciarse cada vez más presurosamente de su ser niñx. Si puede haber una certeza, es que nacemos con la convicción del no saber, por eso constantemente preguntamos: ¿qué más hay? Negar la existencia de esas preguntas es negar la existencia de quienes preguntan, y no hay algo más violento que la convenida desaparición de la experiencia existencial que complejice aquello que llamamos la realidad. Pensarnos como niñxs conociendo el mundo, nos da la oportunidad de “volver a nosotros mismos” (reflexionar), de reconocer que nuestras certidumbres y conocimientos son tan abrumadores y al mismo tiempo tan tenues como las de otros (Maturana y Varela, 1984), que resultan ser más que una expresión o un reflejo de la construcción de un “nosotros”. Lxs niñxs son una irrupción de certidumbre y convicción de no miedo a la subjetividad que reta lo que ha sido establecido como único-real y, me permitiría decir, que son una de nuestras expresiones existenciales más complejas. Alteridad infantil internauta A lo largo de este texto he descrito de qué manera suele ignorarse la existencia epistémicamente relevante de lxs niñxs, no obstante, algo que no puede ser perdido de vista, es que, cuando la existencia del otro es negada, también se le priva de manifestaciones adecuadas de vivir en la sociedad. Me refiero, por ejemplo, a lo que sucede en los medios de comunicación. Por alguna extraña razón (que ya no es tan extraña cuando es contemplada desde el punto de vista abismalmente adulto), los contenidos que se generan para el sector infantil en su mayoría parecen ser diseñados por personas que obviamente corresponden a los ideales mercantiles y de consumo que elaboran solo “fórmulas exitosas”, sin calidad pero lo suficientemente atractivas para ser consumidas en masa. Parte de ofrecer y generar una…

2 mayo, 2022 0

Hablemos de… partería tradicional

Por: Ariadna Trejo Barbosa* En pocas ocasiones nos dedicamos a reflexionar sobre temas como las prácticas tradicionales, su importancia y su devenir. Por ello, en este breve espacio me gustaría abrir el análisis y la reflexión a una práctica tradicional en particular, la partería tradicional, que se considera un modelo más integral y humanizado de atención sexual-reproductiva para la mujer. Como antecedente, la partería tradicional ha brindado atención a mujeres en contextos rurales, principalmente por la accesibilidad que mujeres y hombres parteros (que también existen, no es una actividad exclusiva femenina, aunque casi siempre se caracterice como tal) han ofrecido a las embarazadas y no embarazadas (pues de igual forma han atendido cuestiones de educación sexual). En el pasado, estas mujeres y hombres tenían un lugar muy importante en las comunidades por sus conocimientos. Cabe resaltar que las parteras y los parteros obtenían sus saberes de varias vías, la más común era por la transmisión generacional de abuelas a madres y así sucesivamente. Otra vía era por medio del autoconocimiento del cuerpo y sus procesos, es decir, si una mujer ya había sido madre, el conocimiento que había adquirido de esa experiencia de vida podría hacer que ella pudiera ayudar, acompañar y orientar a otras que estuvieran pasando por el embarazo o el parto. Como todo, ninguna práctica tradicional, ni ningún campo científico se encuentran exentos de controversias, y el caso de la partería tradicional no es la excepción. Los argumentos de la comunidad médica radican en que cualquier persona que no posea conocimientos que tengan certificación o validez científica, no puede practicar ni ejercer actividad alguna de atención a la salud humana. Esto es controversial por muchos motivos porque, si nos centramos en la situación de la partería tradicional en México, las parteras generalmente provienen de comunidades originarias, por lo que limitar sus prácticas y conocimientos implicaría coartar su derecho a la expresión de su identidad cultural, al igual que su derecho de preservar y transmitir sus conocimientos. Cabe resaltar que los conocimientos tradicionales de una comunidad se denominan patrimonio inmaterial y, por ello, limitarlos o intentar erradicar su práctica implicaría violentar el derecho a la libre determinación de los pueblos indígenas, que se traduce en la capacidad que tiene todo pueblo-comunidad para decidir sobre sus prácticas, su territorio, su alimentación, etcétera. Considero que la importancia de la partería tradicional radica en la forma en que se concibe y cuida el cuerpo de la mujer, así como el involucramiento de los integrantes de su familia y el cuidado de su vida. Esta es una diferencia muy marcada con respecto del sistema de salud alópata, en el cual generalmente los cuerpos son tratados como un objeto inanimado, que no puede decidir, ni sentir. Lo que ha originado esta forma de actuar es la llamada violencia obstétrica, que son diversas acciones que violentan de manera verbal, física y psicológica el cuerpo de las mujeres, un ejemplo es la episiotomía, una práctica que en el pasado era considerada rutinaria durante el parto y que consiste en una incisión quirúrgica para facilitar la salida del bebé; sin embargo, después de quejas y denuncias de mujeres que no habían sido notificadas al respecto, ni manifestado su consentimiento informado para que se efectuara tal procedimiento por no presentar complicaciones durante el parto, se modificaron las regulaciones y los procedimientos en hospitales.     En México, en 2016 se modificó la Norma Oficial Mexicana NOM-007-SSA2-2016, Para la atención de la mujer durante el embarazo, parto y puerperio, y de la persona recién nacida, en la que se especifica que la episiotomía deja de ser un procedimiento rutinario y ahora es uno “selectivo” que solo debe ser aplicado en casos donde se haya realizado una valoración clínica previa, o bien cuando se presente una situación de riesgo para la mujer y/o su bebé. Finalmente, las mujeres tienen derecho a decidir sobre su cuerpo y cómo quieren ser acompañadas en el proceso de embarazo-parto y puerperio (después del parto), así como las parteras y los parteros tienen derecho de ejercer, transmitir y preservar sus conocimientos tradicionales. *Alumna de la Licenciatura en Desarrollo y Gestión Interculturales, ENES-Mérida, UNAM.

1 mayo, 2022 0

Planeta de monstruos

Por: William Ake Buenfil* En días pasados tuve el antojo de ver una película de terror, por si la quieren ver, se titulaba Los países más contaminados del mundo. Empezaba a comer mis palomitas cuando de pronto apareció en mi pantalla un engendro horrible en Pakistán, una ciudad que se había transformado por causa de la contaminación que producían las emisiones descontroladas de las fábricas, la creciente población, la mala calidad de los combustibles y la quema de basuras que desprendían gases nocivos para la salud; la película apenas había comenzado y ya empezaba a sudar frío. El susto no se me había pasado cuando una bestia hizo acto de aparición y, desde otro lado del globo, la criatura de la polución ya estaba en la India; el rápido crecimiento industrial creó un engendro que, por el uso inadecuado de fertilizantes, contaminaba la tierra y los mantos acuíferos; quería apartar la mirada, pero algo me mantenía atado a esas horribles imágenes, la gran cantidad de vehículos disparaban las alarmas de la OMS. Hasta ese momento el adefesio inconcebible había cobrado la vida de 900 000 personas, todas esas muertes estaban relacionadas con enfermedades respiratorias, ya que se habían sobrepasado los niveles máximos de contaminación del aire hasta más de 60 veces. Tuve que parar, ¿de dónde había sacado ese filme? Me levanté rápidamente y corrí por un vaso de agua a la cocina, pero la trama seguía avanzando, precisamente cuando regresaba al sillón, otro abominable ser se mostraba, imponente, nunca había visto algo similar, me estremecí y me aferré a una sábana que se encontraba a un costado del sillón, era un monstruo que se hallaba en China, tenía 660 cabezas y a alguna de ellas no llegaba la luz del sol; los expertos decían que ese Leviatán seguía duplicando la cantidad de CO2, mucho más que otras criaturas horrorosas de países como Estados Unidos. La incertidumbre me carcomía, los dientes me titiritaban y tuve que mirar cuánto era lo que faltaba para que finalizara la peor película que jamás había visto, menos de un minuto para que ese martirio acabara. De pronto, un grisáceo y deformado fenómeno se asomó en Brasil, país sudamericano en vías de desarrollo económico, el cual había logrado dormir la conciencia de la sociedad y, por si fuera poco, las medidas nulas del gobierno y otros poderes de ese lugar habían provocado un aumento exponencial de gases, los que el engendro respiraba, se alimentaba de esa polución y no se detenía, hasta que de un zarpazo deforestó de forma masiva uno de los pulmones más importantes del planeta, el Amazonas. Por fin la película terminó, pero no dejaba de sentirme sobresaltado, el cambio climático había desplazado poblaciones de su lugar de origen por la vulnerabilidad a la que se encontraban sometidas, los aumentos del nivel del mar y otros eventos extremos como los huracanes y las grandes restricciones que tenían para abastecerse de agua; las ciudades receptoras de esos migrantes se encontraban en países en vías de desarrollo. El acelerado crecimiento y las fábricas industriales requieren urgentemente medidas extremas para contrarrestar la contaminación de los ecosistemas y sus efectos en los seres humanos y la Tierra en general. Sadik (1991) menciona que, en promedio, una ciudad de un millón de habitantes consume diariamente 625 000 metros cúbicos de agua, 2 000 toneladas de alimento y 9 500 toneladas de combustible, lo que a su vez genera 500 000 metros cúbicos de aguas residuales, 2 000 toneladas de desechos sólidos y 950 toneladas de contaminantes atmosféricos, esto, sin tomar en cuenta los procesos industriales. El estudio muestra que ello puede cambiar de acuerdo al tipo de ciudad y de cultura. La salud humana está afectada por la contaminación, según el Banco Mundial, cerca de 1 000 millones de personas se encuentran afectadas por la contaminación tóxica producida por las industrias; la contaminación del aire produce un aproximado de un millón de muertes prematuras. Hoy en día, Yucatán tiene cerca de 2.3 millones de habitantes, hagan sus cuentas: empresas como Kekén quieren hacer plantas de cerdos en Homún, una localidad considerada anillo de los cenotes; cada día más industrias se posicionan sin regulaciones ambientales; el turismo se percibe como una solución económica para el sureste del país sin pensar en los costes del aumento de basura; las carreteras cada día están más congestionadas por el aumento de autos en la ciudad; los contaminantes en partículas como dióxido de azufre, monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno y plomo viajan por nuestros cuerpos diariamente, ¿qué esperan para tomar medidas que eviten o retarden la catástrofe? ¿El dinero empresarial es más importante que la salud de miles de personas? Tu opinión es muy importante, pero serán más valiosas las acciones que tomemos como sociedad. Fuentes consultadas Maldonado, J. (2009). Ciudades y contaminación ambiental. Revista de Ingeniería, 30, 66-71. * Proporcionar breve semblanza curricular (2-3 renglones).

17 abril, 2022 0

Estado totalitario: ¿la solución para disminuir el crimen?

Por: William J. Ake Buenfil* Todas y todos hemos escuchado de la pandilla llamada Mara Salvatrucha, una organización criminal con actividades que van desde narcotráfico, extorsión, violaciones, secuestros y asesinatos por encargo o por simple gaje del oficio. En esta ocasión, el tema que abordaré tiene que ver con ello y, aparte de complejo, tiene lugar en el país vecino El Salvador. El crimen en esta nación centroamericana es un serio problema de inseguridad, donde se estima que hay un promedio 25 000 integrantes de pandillas y otros 9 000 se encuentran en prisión. Los grupos delictivos se dividen en Maras-13; sus rivales, los Maras-18, y estos, a su vez, son perseguidos  por un grupo militar llamado La Sombra Negra, los cuales han generado muchas pérdidas humanas en el país, que se ha convertido en un pequeño infierno tanto para el Estado como para la ciudadanía. ¿Por qué los jóvenes se vuelven miembros de las bandas? Los expertos dicen que los motivos por los que un joven se convierte en pandillero van desde el abandono, la pobreza, la desintegración familiar, nacer y crecer en entornos violentos, el desempleo, la falta de oportunidades educativa, etcétera, pero se dice también que en ese país los jóvenes son amenazados para ser integrantes de estas pandillas y, si se niegan, corren la mala suerte de ser asesinados. Hasta aquí la historia empieza a cambiar, ya que aparece un defensor, un héroe sin capa que viene con estandarte político: Nayib Armando Bukele Ortez, actual presidente del país salvadoreño, que tomó posesión de la presidencia el 1 de junio del 2019, y con sus 40 años de edad es un político con ideas frescas e innovadoras para su nación. Últimamente él ha estado en boca de todos por las normas emergentes que ha implementado en los penales y fuera de ellos, por las fuertes  declaraciones públicas contra las pandillas y por tomar acciones consideradas radicales por organizaciones de derechos humanos en diferentes partes del mundo. Bukele es señalado como un presidente autoritario, expertos dicen que su política busca estrategias de concentración de poder tales como la destitución de los magistrados de la Sala de lo Constitucional y la habilitación de la reelección presidencial prohibida en la Constitución. Por otro lado, El Salvador ya tiene muchos años trabajando en apaciguar o disminuir el índice de delincuencia en el territorio sin llegar a concretar políticas que solucionen la problemática. En marzo de 2022, el país superó el récord de asesinatos que se dieron en un fin de semana, con un total de más de 80 víctimas, es por eso que el gobierno solicitó al Congreso aprobar el estado de excepción. La Constitución salvadoreña establece que ese estado de emergencia puede ser declarado en caso de guerra, invasión del territorio, rebelión, catástrofe, epidemia y otras calamidades y perturbaciones del orden público. Entre las acciones del Plan Central Territorial (PCT) que inició en junio de 2019, el cual comanda Bukele, se encuentra recuperar el territorio que por años fue controlado por estructuras criminales, reformar el código penal para endurecer las condenas en contra de pandilleros con penas para estos grupos delictivos que van desde los 20 a 40 años de prisión y, para los líderes, de 40 a 45 años; otra polémica es considerar y juzgar como adultos a los pandilleros de 12 años o que aún no lleguen a la mayoría de edad. Entre las declaraciones que el mandatario ha dado, están la eliminación de las visitas a los presos, la disminución de comida en las prisiones, cero comunicación y privilegios dentro de estas y la privación de colchonetas de descanso. Se está implementando mano dura a la delincuencia, sin dar tregua a los grupos criminales que son considerados cánceres de la sociedad. Este solo es el ápice de una problemática social, este espacio es para que ustedes opinen y ayuden con sus ideas y argumentos para darle forma a múltiples problemas que existen en nuestras sociedades, juntas podemos crear una sociedad igualitaria, juntos podemos promover el respeto. ¿Será que la mano dura y el totalitarismo sean la solución?, ¿cómo podemos frenar la delincuencia?, ¿es necesario violar los derechos de los criminales para que escarmienten?, ¿acaso los victimarios perdieron sus derechos al momento de atentar contra la vida de otro ser humano? ¡Plásmalo en tus comentarios, vamos a enriquecer nuestras líneas! *Alumno de la Licenciatura en Desarrollo y Gestión Interculturales. ENES-Mérida, UNAM

17 abril, 2022 0

Mujeres en la ciencia: una mirada a la brecha de género en la ciencia

Por: Ariadna Trejo Barbosa* Mujeres en la ciencia (Picture a Scientist) es un largometraje documental dirigido por Ian Cheney y Sharon Shattuck exhibido por primera vez en el Festival de Cine de Tribeca en 2020. El filme nos presenta las historias de vida de tres científicas estadounidenses: la química analítica Rachel Burks, dedicada al desarrollo de sensores colorimétricos; la bióloga molecular Nancy Hopkins, del MIT, enfocada en la investigación del pez cebra y el estudio de genes, y la geóloga Jane Willenbring, que analiza la geomorfología y la modificación del paisaje a raíz del cambio climático. Estas tres historias giran en torno a los obstáculos sociales, académicos, raciales y culturales que ellas enfrentaron para abrirse paso en entornos científicos predominantemente masculinos, problemas que iban desde el acoso, la discriminación espacial en los laboratorios, la discriminación sistémica y estructural de la academia, hasta la discriminación racial. El 11 de febrero es celebrado el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una fecha proclamada desde 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas con la intención de visibilizar y dar importancia al papel de las mujeres en los campos científicos. En este contexto de invisibilización académica y lucha se desarrolla Mujeres en la ciencia. Si te interesa reflexionar en torno a temas como la desigualdad de género y la discriminación espacial, disfruta de este interesante e impactante documental, que se encuentra en la plataforma de Netflix. Para contextualizar la disparidad en la participación de la mujer en la ciencia en México, te invito a reflexionar con la siguiente cita del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt): “[en] la membresía del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Conacyt es notable la inequidad de género, pues, en promedio, hay 61.8% hombres y solo 38.2% mujeres” (2022). *Alumna de la Licenciatura en Desarrollo y Gestión Interculturales, ENES-Mérida, UNAM

17 abril, 2022 0

Primeros acercamientos al patrimonio

Por: Paloma Fernanda Valdez Ayala* Con el paso del tiempo, los seres humanos creamos conceptos y significados de aquello que nos rodea para trazar un entramado que dote de sentido la vida que compartimos en sociedad, así como nuestro actuar y nuestras relaciones con otros seres humanos, e incluso con otras formas de vida en el mundo. Sin embargo, este proceso mediante el cual asignamos valores a nuestro ser/quehacer no es inocente y mucho menos arbitrario, pues en dicho trabajo de significación no solo determinamos quiénes somos y qué compartimos como colectividad, sino que también excluimos y enmarcamos nuestras diferencias con lo que vemos como ajeno o no representativo de nuestra forma de vida y, por lo tanto, de aquellas personas que no comparten las mismas concepciones del mundo. Hoy es bien sabido que, ya sean “ellos o nosotros”, todos generamos y creamos sentidos comunitarios de identidad a través de determinados valores, usos, costumbres, tradiciones, que se ven materializados en símbolos como monumentos, edificios, literatura, creaciones artísticas y artesanías, por mencionar algunos que, en su conjunto, pueden lograr conformar un llamado “patrimonio cultural” a través del tiempo. No obstante, con los afianzamientos de los Estados nacionales entre los siglos XVIII XIX regidos por mecanismos colonialistas y patriarcales que suelen auxiliarse de una narrativa histórica moderna y eurocéntrica, no se ha velado por la construcción de sentidos diversos de identidad y, por lo tanto, de sus manifestaciones, ya sean materiales o inmateriales. Es posible dilucidar esto en el breve recuento histórico sobre la construcción del concepto de patrimonio cultural en el texto El patrimonio cultural: conceptos básicos (Cuetos, 2011),  en el cual se evidencia que la discusión con respecto a dicho concepto se llevó a cabo del otro lado del mundo (en el continente europeo). Por consiguiente, el lenguaje y los estándares con los cuales fueron elaboradas las legislaciones y nociones “internacionales” sobre el patrimonio cultural, corren el riesgo de ser descontextualizadas en lugares como Latinoamérica, con sus historicidades tan particulares por el devenir de sus culturas y civilizaciones. Incluso en la obra citada, cuando se mencionan los detractores del “vandalismo” infringido durante la Revolución francesa, se hizo explícito conservar “estatuas o tumbas, que hicieran referencia a la historia nacional y fueran testimonio del pasado común de Francia” (Cuetos, 2011), situación que, si se contextualiza en México, lleva a la pregunta: ¿quién realmente puede hablar de un pasado común mexicano? (o incluso latinoamericano). Para establecer su identidad y separarse de España, nuestro país necesitaba delimitar lo propio, lo cual involucra el paulatino proceso de producción de lo que lxs mexicanxs consideramos como patrimonio, en tanto, se recurrió a lo evidentemente contrario a España: el pasado indígena, pero no el indígena vivo, sino las grandes ciudades patrimoniales y monumentales, lo que inevitablemente nos conduce a perpetuar la falsa idea de que patrimonio es solo aquello que se encuentra al servicio del Estado y sus narrativas nacionalistas excluyentes, pues este es el que nos indica cuál es el supuesto pasado prehispánico común que compartimos y que nos hace ser, ya sea que en verdad nos represente, o no, priorizando una cuestión mercantilista y una visión esencialista del patrimonio cultural y de la propia cultura. Esto, dejando de lado la agencia de las colectividades e individuos en sus ecosistemas como parte de una construcción más comunal de lo que nos representa, de lo que queremos o deseamos preservar en el tiempo, lo que genera no solo una desvinculación de las comunidades con sus territorios, practicas o actividades, sino que lleva a concebir, como “exclusiva” del Estado, la labor de preservar, cuidar y determinar el valor del patrimonio cultural. Es por ello vital recordar la pertinencia de combatir la “univocalidad” del patrimonio; es decir, esa idea de que el patrimonio es solo uno y que se relaciona únicamente con el Estado que lo resguarda. Hay que tener presente que los patrimonios también se viven y se practican por las comunidades y personas que les son significantes, y que estos no son fijos e inamovibles, sino que, por el contrario, tan diversas y versátiles son las sociedades como sus fluctuantes culturas y, de esta manera, sus patrimonios. Fuente consultada Cuetos, M. P. (2011). El patrimonio cultural: conceptos básicos. Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza. *Graduada de la carrera en Desarrollo y Gestión Intercultural, ENES-Mérida, especializada en el área de Patrimonio Cultural.  

17 abril, 2022 0

El makulís (Tabebuia rosea)

Por: Fabián Díaz* Hoy hablaremos de uno de mis árboles favoritos, el makulís. Un gran árbol de flores rosadas o amarillas que nos convierte a todos en fotógrafos profesionales. Hablaremos de cuándo florece, cuánto crece y de dónde viene. A todos nos gusta ver a los Makulís floreciendo y bañando las calles de nuestras ciudades de color rosado. El género de los árboles al que pertenece el Makulís es Tabebuia y comprende alrededor de 70 especies. En la península de Yucatán encontramos el Tabebuia rosea y el Tabebuia chrysantha o Handroanthus chrysanthus ambos, árboles nativos de las zonas tropicales de América. El Handroanthus chrysanthus es el llamado makulís amarillo menos frecuente encontrarlo en las ciudades. Esta especie se encuentra en la categoría de riesgo de la NOM-059 de la SEMARNAT, como de Amenazada, mientras que el Tabebuia rosea o makulís rosado pueden alcanzar hasta 15 m de alto y todo responde a las condiciones adecuadas de temperatura, sol, suelo y agua que reciba. Sus raíces son pivotantes profundas. La temporada de floración es dos veces al año, desde la segunda quincena de enero aproximadamente, hasta mediados de mayo y vuelve a florecer en septiembre en un periodo más corto de dos meses únicamente (González Hernández, et al., 2018). Los colores de las flores varían dependiendo del periodo de la floración. Para el primer periodo de floración se encontraron más flores de color Rosa mexicano y lila claro, pero para el segundo periodo habían más de color lila claro (González Hernández, et al., 2018). Referencias Batis A.I., Alcocer M.I., Gual M., Sánchez C. y Vázquez-Yanes C. (1999). Árboles y arbustos nativos potencialmente valiosos para la restauración ecológica y la reforestación. Instituto de Ecología, UNAM. México, D.F. Centro de Investigación Científica de Yucatán. Flora de la Península de Yucatán. [En línea] Ficha virtual del CICY, recuperado el 07 de septiembre del 2020 de https://www.cicy.mx/sitios/flora%20digital/ficha_virtual.php?especie=1054 González, A., Magaña, M., Sol, A. (2018). Servicios eco sistémicos brindados por Tabebuia rosea (Bertol.) DC. Centro, Tabasco, México. Revista Iberoamericana de Bioeconomía y Cambio Climático 4(7), 834-850. Herrera-Canto, E. (2015) Tabebuia rosea (Bertol) DC., un árbol de color rosa y sus usos tradicionales. Herbario de CICY (7): 52-54 Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010 (diciembre 30, 2010). Diario Oficial de los Estados Unidos Mexicanos, Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, recuperado el 12 de septiembre del 2020.  Orellana, R., Carrillo, C. y Franco, V. (2007), Árboles recomendables para las calles de las ciudades de la Península de Yucatán. Centro de Investigación Científica de Yucatán, A.C.  Pennington T.D. y Sarukhán J. 1998. Árboles tropicales de México. Manual para la identificación de las principales especies, 2a. ed. Universidad Nacional Autónoma de México-Fondo de Cultura Económica, México. Pennington, T., J. Sarukhán, (2005) Catálogo de metadatos geográficos. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad. [En línea] Recuperado el 07 de septiembre del 202 de http://geoportal.conabio.gob.mx/#!l=plantas:1,dis_t_rosegw:1@m=mixto Pineda, E., Valdez. J., Pérez. C. (2016). Crecimiento en diámetro y fenología de Tabebuia rosea (Bertol.) DC. en Costa Grande, Guerrero, México. Revista Acta Universitaria, Universidad de Guanajuato. Vol. 26 No. 4, 19-28 *Alumno de la Licenciatura en Ciencias Ambientales, ENES-Mérida, UNAM.

17 abril, 2022 0

¿A dónde va a parar nuestra tecnología?

Por: Carlos Barranco Tamayo, Andrea Celin Calderón Aguilar, Angel Antonio Cuevas Papaqui, Fernanda Isabel Pablo Valdés*, Francisco Guerra Martínez** El objetivo de este cortometraje es reconocer el problema de la basura tecnológica, así como proponer una actitud menos consumista. Además, pretende mostrar los principales daños al ambiente y concientizar sobre la forma correcta de desechar los aparatos electrónicos en desuso. En la actualidad, los aparatos electrónicos se han vuelto indispensables en la vida cotidiana. A medida que transcurre el tiempo se incrusta cada vez más en nuestras actividades diarias. Esto se debe a los incesantes avances tecnológicos. El principal problema de esta situación es que, actualmente la cantidad de desechos electrónicos a nivel mundial se ha duplicado en solo cinco años, pasando de aproximadamente 20 a 40 millones de toneladas de desechos electrónicos generados por año. Sin embargo, ¿Conoces el daño que causan los aparatos electrónicos al ser desechados de manera irresponsable o consumirlos de manera desmedida? Los residuos o basura electrónica están llenos de componentes tóxicos y contaminantes al ambiente. Cuando los tiramos a la basura sin consideración, quedan expuestos y emiten sustancias químicas que contaminan la atmósfera, el agua, el suelo y comprometen la vida de los seres vivos. La basura electrónica representa un enorme problema ecológico. Bastará con dar unas pocas cifras para entender la dramática situación: en los últimos años, en todo el mundo se han producido anualmente alrededor de 50 millones de toneladas métricas de basura electrónica, lo que supone 7 kilogramos por persona. Frente a este escenario, debemos poner de nuestra parte y reducir el impacto que estos residuos generan, intentando reparar, antes que comprar, dejando atrás la cultura del usar y tirar. El primer paso que deberíamos seguir como ciudadanas y ciudadanos responsables será el de reducir el consumo desmedido de tales productos, informarnos sobre la manera correcta de desechar los mismos. Llevar los aparatos a organizaciones que hacen uso de sus partes de una forma más amigable con el ambiente y que no ponen en riesgo la vida de sus trabajadores. ¡Sé consciente, el cambio está en ti! Nunca es tarde para crear conciencia. *Alumnado de la Licenciatura en Ciencias Ambientales, ENES-Mérida, UNAM.**Profesor de la asignatura Introducción a las ciencias ambientales, Licenciatura en Ciencias Ambientales, ENES-Mérida, UNAM.

17 abril, 2022 1

Ganadería y su impacto ambiental

Jazmín Morales Estrada, Uriel Salvador Bañuelos Arias, María Fernanda Catalán Jacobo, Metzeri Tobón Reyes*, Francisco Guerra Martínez** El objetivo del cortometraje es reconocer los impactos negativos que generan la ganadería y el consumo de carne sobre el ambiente. La ganadería es una de las principales actividades que modifican y eliminan los ecosistemas; contamina y transforma negativamente el ambiente; promueve el calentamiento global y el cambio climático; y exige un elevado consumo de agua para el desarrollo de la actividad. La ganadería requiere grandes extensiones de tierras para la generación de productos como carne y leche. A partir de la actividad se promueven: la deforestación, la degradación y la contaminación de suelos debido a los fertilizantes, pesticidas, hormonas y antibióticos que reciben los cultivos. Además de las grandes extensiones de superficie requeridas, también es necesaria mayor cantidad de alimentos y agua que se extrae de las aguas subterráneas alterando el ciclo hidrológico y modificando el clima local y regional. La ganadería es tres veces más contaminante que la producción de aceite, carbón y manufacturas combinadas. La ganadería es responsable del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero. En fin, aunque la ganadería es y ha sido una fuente importante de alimentación para la humanidad sus consecuencias impactan drásticamente el planeta y nuestra sobrepoblación sigue exigiendo mayor producción. ¿Qué podemos hacer para reducir la actividad ganadera y, por lo tanto, disminuir el impacto ambiental de la misma? Algunas recomendaciones son las siguientes: disminuir el consumo de carne para abrir las puertas a otras alternativas como la carne de cultivo; promover estilos de vida respetuosos con los animales y el medio ambiente; adoptar tecnologías de producción respetuosas con el ambiente; entre muchas otras posibilidades. * Alumnado de la Licenciatura en Ciencias Ambientales, ENES-Mérida, UNAM.**Profesor de la asignatura Introducción a las ciencias ambientales, Licenciatura en Ciencias Ambientales, ENES-Mérida, UNAM