Categoría: En Comunidad

11 abril, 2023 0

Hamacas en Yucatán

Por: Laura Elizabeth Villajuana Pam* En nuestra vida hay objetos o artículos a los que estamos tan acostumbrados que podemos llegar a pasarlos por alto hasta que alguien fuera de tu contexto te evidencia sus particularidades. Desde mi experiencia, ese artículo es la hamaca, y es que esta red de hilos se ha vuelto tan imprescindible en mi día a día que no me había puesto a pensar sobre su valor, en las actividades que realizo en función de ella y qué tan distintas serían sin la presencia de mi hamaca.            Desde pequeños, la primera vez que nos pusieron en una hamaca, nos mecían mientras mamá se iba a hacer las tareas del hogar sin preocuparse, ya que creando nudos en las orillas evitaba accidentes durante las siestas; hasta cuando en actos de valentía la usábamos para divertirnos haciendo competencias para ver quién mecía más fuerte llegando a diversas alturas, o cuando dábamos rienda suelta a la imaginación y nos enrollábamos en ella convirtiéndonos en una oruga. Las hamacas en mi casa, en mi familia y hasta en mi calle se ha vuelto un lugar propio para pensar mientras te arrullas, o el lugar perfecto para dormir en casi cualquier lado de la casa, en tu cuarto, en la sala o incluso en tu patio cuando hay mucho calor.             ¿Han escuchado que las cosas se parecen a su dueño? Pues esto sucede con las hamacas, al menos en las que he tenido el privilegio de descansar. Cada hamaca parece que se amolda a la posición en la que duerme su persona, incluso la suavidad en ciertas partes va en relación a la comodidad del dueño. Así que no es de extrañar sentir incomodidad si dormimos en una hamaca que no es la nuestra. Algo que me parece increíble de las hamacas es que llegan a ser tan prácticas que te dan la oportunidad de compartir ratos divertidos en las reuniones de amigos o familiares cuando se forma una telaraña de hamacas antes de dormir.            Hoy en día es común que al entrar a la casa típica de un yucateco se observen en las paredes al menos un par de orificios conocidos como hamaqueros, incluso en las salas de la casa y no solo en las habitaciones. Yucatán es una zona tan calurosa que llega a ser incómodo dormir en una cama donde es casi imposible no sudar. Por ello, el contar con un artículo como la hamaca para dormir o solo para sentarse a descansar es algo tan habitual para los habitantes de la zona.  El término hamaca surge a partir del nombre en haitiano, hamac, cuyo significado es árbol, fue dado por los primeros viajeros colonizadores después de encontrar estos artículos tejidos con filamentos de corteza de árbol (Gobierno del Estado de Yucatán, 2022). En maya, este artículo es conocido como hayabil-kaan y significa algo parecido a cordeles para tenderse, o yaab-kaan, que expresa muchos cordeles (Baños, 2003). El origen de las hamacas no es prehispánico ni maya, sino que provino del Caribe y su integración en la vida del caminante del Mayab resultó en cambios en los diseños de los interiores de las viviendas como se conocen hoy en día (Baños, 2003).  Tras sufrir el intenso calor de Yucatán, los primeros residentes del extranjero se las ingeniaron para convertir este utensilio, antes utilizado como bolsa colgante, lugar de descanso o lugar para mecer, en una suave cama que aminoraba el calor del lugar (Gobierno del Estado de Yucatán, 2022). Su uso se extendió rápidamente, abandonando incluso las camas de palos para descansar en estas refrescantes y cómodas redes (Gobierno del Estado de Yucatán, 2022). Para quienes no conocen o no han tenido la oportunidad de descansar en uno de estos artículos tan típicos, las hamacas son descritas como una “red alargada, gruesa y poco tupida, por lo común de pita, lona u otro tejido resistente, la cual, asegurada por las extremidades en dos árboles u otros soportes, queda pendiente en el aire y sirve de cama y columpio, o bien se usa como medio de transporte conducida por dos personas” (RAE, 2022). El material, los colores y la forma de referirse a este artilugio dependen de la región en la que se localice, sin embargo, en el estado de Yucatán, se conoce como hamacas y suelen estar hechas de hilo de algodón o fibra vegetal de colores (Navarro, 2019). Las primeras hamacas mayas fueron hechas con hilos de henequén (Baños, 2003).   Una hamaca se teje en un bastidor que consta de dos palos largos de madera, cilíndricos y perpendiculares, como de cinco centímetros de grueso y aproximadamente dos metros de largo los cuales se encuentran colocados paralelamente, la distancia a la que se ubican las maderas va en relación al tamaño de la hamaca (Gobierno del Estado de Yucatán, 2022). Se inicia la elaboración de la hamaca rodeando los dos palos verticales con el hilo, de forma tal que queda en forma de madeja. Una vez que el hilo que rodea las maderas es suficiente, se toma una aguja o landera labrada en madera fuerte, en forma de barquichuelo, calada en el centro y en la que se ha devanado previamente el hilo y se comienza a entrecruzar los hilos de la urdimbre con ayuda de la tejedora hasta que se vaya formando de poco en poco la red que caracteriza a las hamacas (Gobierno del Estado de Yucatán, 2022). Cuando la red es terminada, incluso los bordes, es hora de colocar sus brazos. Los cuales surgen a raíz de enganchar en las extremidades de la banda tejida y anudarla en los extremos para formar una especie de argolla en forma de pera. Estas argollas serán por donde pasan los lazos que usualmente son dos sogas bien corchadas con nudillos o borlas en sus extremidades, las cuales serán la forma en la que será amarrada la hamaca o en algunos casos extender la distancia de la soga que cuelga entre la hamaca y el espacio donde se…

28 marzo, 2023 0

La invasión

Por: Gabriela E. Zárate Euán* Cuando me tuve que mudar a Mérida estaba consciente del problema de adaptación que la mudanza suponía, sabía que esta venia en diferentes niveles, adaptación social, adaptación a un nuevo espacio de vivienda que pronto llamaría casa, adaptación a observar nuevos paisajes en mis rutinas. Sin embargo, la adaptación alimenticia, cultural y ambiental no suponían un gran problema, verán, vengo de Campeche, el estado vecino de Yucatán con el que compartimos parte de la cultura, gastronomía, clima, flora y fauna. Y no me habría equivocado en suponer aquello, de no ser por unos diminutos inquilinos que pronto empecé a notar en mi nueva casa en Mérida, inquilinos de los que hasta la fecha no he averiguado como obligarlos a mudarse. Las hormigas cuyo nombre científico es Formicidae, forman parte del grupo más numeroso y diverso animal; los artrópodos, estos tienen una gran cantidad de roles ecológicos; tanto pueden ser herbívoros y devorar las hojas, corteza y raíces de los árboles, como ser feroces carnívoros, o detritívoros que degradan la materia orgánica muerta. Asimismo, pueden habitar tanto las grandes colinas nevadas, como los desiertos e, inclusive, se encuentran en distintos estratos en los diferentes océanos (Pinkus Rendon, 2013). Desde su origen, hace aproximadamente 120 millones de años, las hormigas han llegado a ocupar todos los continentes, a excepción de la Antártida. Ahora bien, el tipo o clase de hormiga será distinto dependiendo de la región. En el caso de la Península se han reportado 37 especies en Campeche, 28 en Quintana Roo y 40 en Yucatán (Ríos Casanova, 2014). Las más conocidas que habitan en los tres estados son las denominadas en maya chac subín o sinik subín (Solenopsis gemminata), estas son pequeñas hormigas de color rojo. También se encuentran las comúnmente llamadas hormigas arrieras, caracterizadas por su oscuro color y por ser de gran tamaño, en maya se denominan Xulá (Echiton sp.) (Pinkus Rendon, 2013). En asentamientos urbanos las hormigas pueden anidar debajo de las losas de concreto de los patios, debajo de banquetas, cimentaciones, caminos y cajas eléctricas de control. Con todo lo anterior, podemos afirmar con bastante seguridad que no existe casa o edificio en toda la Península que no posea hormigas, y las que mas gustan de habitar espacios urbanos son las denominadas sinik subin (Solenopsis gemminata).  Cuando llegué a mi nueva vivienda en Merida, de las primeras cosas que hice al llegar fue hacer limpieza. Durante ese primer día de aseo, llamaron mi atención el desfile de varias hileras color terracota en el techo y alrededor de las paredes, la marcha parecía tener una circulación de doble sentido, en un extremo salían y entraban de los interruptores y tomacorriente de las paredes y el otro extremo lo localice en los bordes de las puertas y ventanas, así como en los plafones de las lámparas en el techo. Ni hablar, enseguida me dispuse a preparar el menjurje conocido para ahuyentar y repeler a tales insectos, un poco de agua con jabón, gotas con limón y un poco de vinagre, colocado todo en un atomizador, me dispuse a rociarlo por todas las paredes siguiendo preferencialmente la ruta de las hormigas. Verán, el problema con la coexistencia con dichos artrópodos no es únicamente que se alimenten de las migajas y desperdicios alimenticios que uno pueda ir dejando aquí y allá, el principal problema, si permitía una invasión de este tipo, es que las hormigas tienen por costumbre comer casi cualquier tipo de material, entonces existe el riesgo a un posible daño al cableado, así como a equipos eléctricos. Es por ello que no me sorprendió cuando al quitar los contactos eléctricos de las paredes me encontré con pequeños montículos de grava fina, las colonias de estos insectos. Ese fue mi primer encuentro con aquellos insectos diminutos de no mas de 2 mm de tamaño, pero no sería el único, aquellas largas hileras rojizas volverían a aparecer marchando por las paredes y el techo y sin importar cuanto repitiera el método casero para repelerlas este parecía no tener efecto, al cabo de un par de días ahí aparecían de nuevo. Una tarde, durante mi primera semana viviendo en Mérida, recuerdo haber pasado al super regresando de la universidad, compré algo de despensa y al llegar a casa me dispuse a guardar y ordenar todo lo comprado, los embutidos al refrigerador, las carnes al congelador, los enlatados en la alacena y el pan simplemente lo deje dentro su empaque asentado sobre la cocineta como suelo hacerlo en Campeche. Luego me dispuse a ver la serie de Netflix del momento, al terminar uno de los capítulos fui a la cocina por agua, es entonces cuando observo desde lejos aquellas infames líneas marrones desfilando encima y alrededor del pan, me acerque solo para atestiguar que habían hecho orificios al empaque de plástico y se habían comido el pan, cercenando a partes desiguales aquí y allá. Sin embargo, el peor encuentro que he tenido con tales insectos fue una tarde a principios de noviembre, en aquella ocasión se había organizado en la facultad el Congreso de Estudios Literarios y Lingüísticos (CIELL). Yo había asistido ese día durante la mañana y por la tarde se iba a llevar a cabo una puesta en escena del Seminario de Teatro universitario del que formo parte, por lo que disponía únicamente de un par de horas para ir a mi casa, comer, bañarme y regresar a tiempo para la presentación. Consciente del poco tiempo que disponía decidí que lo mas práctico era almorzar una sopa instantánea que tenia guardada en la alacena, al llegar a casa me bañé lo más a prisa que pude y me puse a calentar el agua mientras acomodaba mis cosas para irme. Cuando el agua hirvió, tomé la sopa de la alacena y al abrirla lo que encontré dentro me confundió por unos segundos. Un montón de diminutos puntos rojos apiñados en los bordes dentro del envase de unicel. Cuando comprendí de lo que se trataba mi…

21 marzo, 2023 0

Creencia y remedio maya para el pujido de un bebé

Por: DINO* Con respecto a las creencias y remedios medicinales tradicionales de las comunidades mayas hay una que no ha sido abordada e investigada lo suficiente y merece más reconocimiento, incluso yo la recibí en mi infancia y tal ritual es parte de nuestras raíces como mayas yucatecos. La mayoría de los yucatecos conoce lo que es el hetzmek, el cual es: “Una ceremonia doméstica que, según manifiestan los padres, debe realizarse cuando las niñas cumplen tres meses de edad y los niños, cuatro. Esta ceremonia recibe su nombre de la forma en que se abraza a la criatura por primera vez” (Prieto y Villanueva, 2009: 77). Esta ceremonia para los bebés ha estado en el foco de atención en los diversos estudios sobre la cultura maya, siendo la única reconocida; sin embargo, voy a hablar sobre un remedio poco conocido, un ritual-ceremonia que cura el pujido de los bebés el cual es producido, según ciertas creencias, por el mal de ojo. Según Mosquera (2003), mediante diversas entrevistas realizadas a comadronas de la comunidad maya del municipio de Rabinal, Guatemala, define tal padecimiento como: “El pujido es que no se duerme, llora mucho, ya no mama y ya no se duerme y se despierta mucho y se estira mucho” (271). Este “pujo” son diversas contracciones del bebé que son causados por la adaptación de su sistema intestinal en las primeras semanas de vida. Pero según el mismo estudio de Mosquera (2003), se recopiló, mediante las entrevistas, que el “pujido” es causado porque el bebé respiró humo de cigarro, mayormente porque el padre o la madre fumó cerca del bebé; que respiró el humo causado por los automóviles o que fue por el mal de ojo de alguien envidioso (270). Por último, el remedio que usan las comadronas para tales bebés es usar la técnica llamada “desahumerio”, como lo nombran ellas, o sahumerio que, según la Real Academia Española, lo define como “Humo que produce una materia aromática que se echa en el fuego para sahumar.”. El mismo estudio, en una de sus entrevistas, menciona cómo se realiza y qué conlleva realizar tal remedio: “El tratamiento para curar el pujido, como se ha apuntado anteriormente, responde más a parámetros de tipo ritual o ceremonial, en donde el humo de ciertos elementos animales (como las espinas de tacuacín) y plantas medicinales son quemadas, finalmente es el calor y el humo quienes hacen la función curativa. (Mosquera, 2002: 273).” Ya establecido lo anterior, toca conversar acerca de la experiencia personal en el que se me aplicó tal ritual maya para los pujidos. Todo lo que voy a relatar a continuación me lo contó mi propia madre, partícipe para la obtención de los ingredientes para la ceremonia y fue observadora cuando se realizó en casa de mi abuela materna. Cabe resaltar que este remedio familiar que relataré tiene muchas diferencias con respecto al remedio investigado anteriormente; se trata de una misma cultura ubicada en espacios y territorios muy alejados, pero coinciden en muchos aspectos, demostrando que ambos son parte de un todo, de la cultura maya. Todo inicia cuando un “yo” de dos semanas de vida comenzó a tener cólicos constantes y evacuaba excremento al tenerlos. Era tan intensos que no lo dejaban dormir y causaban que no tuviera apetito. La señora Gladys Cámara estaba muy preocupada por su criatura, por lo que recurrió a su suegra, la señora Placida Dzib, originaria del pueblo de Xcopteil, Valladolid, que tenía muchos conocimientos de comadrona, aunque nunca los ejerció. La señora Placida le contó a Gladys que el mal que sufría su bebé era causado porque él fue visitado por una mujer que tenía su menstruación o por una persona casada que acababa de tener relaciones sexuales con su pareja marital. De esto, indicó que era necesario realizarle un ritual-remedio tradicional que quitaba los pujidos a los infantes. Este consistía en que se debía conseguir plumas de zopilote, barba de chivo, excremento de paloma, romero y carbón, luego todos esos elementos debían ser mezclados y triturados en un censario. Después, debían poner al bebé dormido en una hamaca, se encendería el censario y se pondría debajo del bebé, de esta manera, el humo que causaría esa mezcla tendría propiedades curativas, el cual sería aspirado por el infante, remediando el pujido, este proceso se debe de repetir tres veces, en tres días.  La señora Gladys comenzó a hacer los preparativos y solicitar a sus familiares y conocidos conseguir tales ingredientes o preguntar si los tenían. Inició pidiendo a su esposo, el señor José Noh, y a su hermano, Ismael Cámara, que fueran al monte a cazar un zopilote, por lo que ellos dos, con un rifle de balines, fueron al monte cercano y cazaron a un grandísimo zopilote que daría más que suficiente para los tres días de ritual. El excremento de paloma lo consiguió gracias a que una de sus vecinas tenía unas palomas enjauladas y al igual que su esposo, consiguió la barba de chivo gracias a que uno de sus amigos criaba chivos. Y, por último, el romero y el carbón lo consiguió la mamá de Gladys, la señora Lourdes Segovia, en el mercado de San Roque, en la colonia de San José Tecoh, Mérida. Finalmente, la señora Lourdes comenzó a realizar en el censario la mezcla y trituración de todos los ingredientes conseguidos y, una vez listo, pusieron al bebé dormido en una hamaca, colocaron el censario debajo de él y lo encendieron, dejando que el humo curativo lo cubriera por completo, Esto lo repitieron durante tres días y, casi de inmediato, el bebé dejó de tener cólicos, comenzó a tomar leche de manera normal y ya dormía tranquilamente. Bibliografía. Mosquera, M. (2002). La articulación de saberes populares y bio-médicos entre las comadronas de Rabinal. Baja Verapaz, Guatemala. Universitat Rovira i Virgili.Villanueva, N, y Prieto, V. (2009). Rituales de hetzmek en Yucatán. Estudios de cultura maya, 33, 73-103. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-25742009000100004&lng=es&tlng=es. *Seudónimo utilizado por alumnx de la Licenciatura en Literatura Latinoamérica de la Universidad Autónoma…

14 marzo, 2023 0

Cuéntame Yucatán

Por: David Sosa Álvarez* ¿Qué nos hace ser mexicanos? ¿Cuál es el sentido de nuestra identidad nacional? ¿Qué es la nacionalidad? Si es difícil dar una respuesta que incluya toda la diversidad cultural que existe en México para la búsqueda de una identidad nacional, centrarse en un estado donde dentro suyo parece que existen distintos rasgos identitarios que difieren enormemente con los de fuera de sus fronteras, es una tarea sumamente compleja. Por ello, no quiero limitar mis palabras a contar cosas bonitas sobre Yucatán, estado que me vio nacer y, hasta cierto punto, me ha (nos ha) refugiado de un México que cada día parece menos lindo y menos querido. Y ojo, que al ser yucateco de pura cepa, la afirmación anterior puede tildarme como lo que muchos hermanos paisanos sí que llegan a denostar: una especie de xenofobia. El racismo contra todo aquel que no sea Yucateco y venga a vivir a estas tierras es tan palpable que se ha revalorizado una palabra de origen maya la cual, como muchas otras, está ligada al léxico de gran parte de la población yucateca: Waach o Huach término utilizado para referir que una persona no es propia de la región. La palabra suele tener distintas acepciones, algunos la utilizan para referir específicamente a los oriundos del centro del país, otros a los de Tabasco, sin embargo, la acepción de la cual hago uso aquí es a la que me ha referido mi padre quien vivió toda su infancia en el municipio de Bokobá, poblado de donde era mi abuelo y gran parte de mi familia paterna: “Waach se le dice a todo aquel que viva pasando el letrero de Bienvenidos a Yucatán”.  Con lo anterior, espero haber brindado un preámbulo sobre algunas de las problemáticas sociales más conocidas de la llamada tierra del faisán y el venado, preámbulo que nos servirá de base para desmitificar un estado que hoy día es portada de revistas internacionales, un estado que por fuera parece un destino turístico inigualable así como también una opción ideal para vivir, pero por dentro arrastra una retahíla de problemas sociales y desigualdad los cuales, más que ser atendidos, parece que crecen a la par del desmedido crecimiento urbano. Estas palabras van dirigidas a todas aquellas personas que las haya convencido la infografía turística del Yucatán de los pueblos mágicos, también a aquellas personas que opten por venir a vivir a las ciudades yucatecas y si acaso también al yucateco de antaño, que si algo hemos de reconocer todos los que estamos creciendo ahora mismo en estas tierras es que nuestra capital es blanca pero mucho más por motivos clasistas que por una seguridad inigualable. ¿Cuál sería la mejor manera de Contar Yucatan sin dejar fuera ciento cinco municipios? Esta es una preocupación personal, no puedo negar que mis palabras están bajo una visión citadina y que hablar de Yucatán utilizando generalizaciones es dejar fuera pueblos con raíces milenarias de nuestra cultura maya, los cuales viven muy distinto en comparación con la capital. Entiendo que esto no es una situación particular, la gran mayoría de los estados de la republica mexicana tiene comunidades rurales con problemáticas muy similares, sin embargo, hablare aquí de Yucatán en el mismo sentido del que hablan los que nos gobiernan y también los que le ponen precio a la tierra o mejor dicho a los lotes de tierra. “Sisal, paraíso de Yucatán donde los habitantes rechazan ser Pueblo Mágico” escribió el 5 de julio del 2021 Claudia Arriaga para el medio digital Haz Ruido con respecto al pueblo costero de sisal y su nombramiento como Pueblo Mágico. La nota continua con las siguientes palabras del representante de la Alianza Comunitaria Sisal, Manuel Hernández Canul:  Mágico sí es porque han desaparecido todo, la costa y no hay terrenos para futuras generaciones. En lo mágico nos encontramos con gente del pasado, exautoridades que invierten con privados, aquí están haciendo construcciones, contratos y convenios con gobiernos del pasado. Hay casas para canadienses y americanos, lo que causa molestia, porque no puede ser posible que haya calles dañadas en donde vivimos y del otro lado casas con postes de alumbrado eléctrico.  Lo que sucedió en Sisal es la expresión máxima de la situación actual del estado de Yucatán. La comunidad fue encuestada y los resultados indicaron que un 98% de los habitantes no estaban de acuerdo con el título de Pueblo Mágico. Hablan sobre la inmediata subida de precios en la comida y en la renta de las viviendas, las construcciones que destruyeron el manglar e imposibilitaron el acceso a la playa por esas zonas. “Si antes la renta de una casa costaba 1,800 pesos mensuales, ahora no bajan de 2,500” cuenta una vecina de la localidad. Pero lo más preocupante es que estas declaraciones fueron realizadas a mediados del 2021. Hoy la página de la Secretaría de Turismo del Gobierno de México ostenta, entre un listado de 132 Pueblos Mágicos, el nombre de Sisal, el pueblo costero que rechazó explícitamente el apelativo.  En este mismo sentido, la página de la Secretaria de Turismo, justo en el apartado de la lista de los Pueblos Mágicos, escribe lo siguiente: “El Programa Pueblos Mágicos contribuye a revalorar a un conjunto de poblaciones del país que siempre han estado en el imaginario colectivo de la nación y que representan alternativas frescas y variadas para los visitantes nacionales y extranjeros”. ¿Revalorar? ¿Imaginario colectivo? Eso es lo que son (para ellos) nuestros pueblos mayas originarios, “imaginarios colectivos”, y solo podemos darles valor a estos lugares en donde han nacido y muerto familias enteras, donde han hecho sus propias historias, donde niños van a la escuela, ríen, juegan, donde se bañan en el mar y se divierten con la arena, a todo esto y un cuantioso etcétera, solo podemos “revalorarlo” con inversión extranjera. Qué importa si el pescador ahora tiene que desplazar su barca, pues en donde antes la dejaba al término de su labor, ahora hay un bonito y moderno conjunto de…

7 marzo, 2023 0

El transporte público en Mérida

Por Sofía Loeza* Provengo de la isla de Cozumel ubicada en el estado de Quintana Roo, por lo cual al venir a vivir a una ciudad más grande lo que más me sorprendió fue ver todo lo que envolvía el transporte público.  Es importante esclarecer que en Cozumel no se cuenta con tantas opciones de transporte público como en Mérida, cosa que hizo que al principio yo creyera que solo había una compañía que manejaba todas las rutas de camiones y combis, pero me sorprendió mucho darme cuenta que no era así, que realmente existen muchas compañías que manejan distintas rutas por zonas específicas de la ciudad. Puedo decir que a pesar del casi año que llevo viviendo en Mérida aún no logro conocer cada una de las diferentes compañías de transporte público que existen, ni qué decir de las distintas rutas. Sin embargo, algo que me causa verdadera curiosidad es sobre cómo la mayoría de rutas, sino es que todas, convergen en el centro, y cómo a pesar de que a mí me sorprende lo útiles que son las rutas del transporte público muchas personas originarias de Mérida se quejan de él. Es cierto que a pesar de que al inicio me asombraba por las diversas formas de transporte, con el paso de los meses he visto cómo en algunas ocasiones los servicios de transporte no son los mejores ni los más adecuados. Recuerdo una anécdota que me contaron unas compañeras de la universidad, en la cual ellas iban en un camión con destino al centro cuando de repente empezó a sentirse mucho humo, a pesar de que le comentaron al conductor, éste no hizo nada, por la incomodidad del humo y el miedo de que pase algo más mis compañeras decidieron bajar y esperar la siguiente unidad que pase por esa misma ruta. Poco después se enteraron que el camión del cual bajaron terminó encendido en llamas con pasajeros a bordo. Por lo cual a raíz de esa anécdota me di a la tarea de investigar qué sucedió: La Federación Estudiantil de Yucatán (FEDY) mantiene constante diálogo con las autoridades estatales y del Sistema de Transporte Urbano (SITUR) de Yucatán para  garantizar un transporte digno a la comunidad estudiantil […] A inicios de este 2022, se registró el incendio de dos camiones del transporte público de Mérida,  cuando estaban en circulación con pasajeros a bordo. Esto “prende los focos rojos” sobre las condiciones del sistema de transporte colectivo, según indicaron agrupaciones civiles. (Bote: 2022) Me resultó muy alarmante descubrir que el suceso que vivieron mis compañeras no fue algo único, sino que por el contrario sucedió una segunda vez. Por lo cual seguí investigando sobre Mérida y sus problemáticas relacionadas al transporte público y me enteré de unas cifras muy alarmantes y hasta un poco graciosas. °20% de la población se mueve en auto; 80% se mueve a pie, en transporte público, bicicleta u otro medio, pero resulta que las inversiones que se realizan están al revés: el 80% se invierte para vialidades de auto y el 20% para las banquetas, ciclovías y transporte público; eso es lo que tenemos que cambiar. (Villa: 2022) Como lo mencionaba antes es alarmante ver estas cifras que retratan la realidad, y cómo los recursos no se concentran en las necesidades de la mayoría de la población. En parte siento que ha sido por la recesión que supuso la pandemia y que aún muchas compañías de camiones están monitoreando las necesidades que presentan los pasajeros a la hora de usar sus servicios de transporte público. Ante esta situación, piden que las autoridades hagan una urgente verificación de las unidades de todo el transporte, con el fin de evitar accidentes que pongan el peligro de la ciudadanía; además de constatar el estado de las finanzas de las empresas concesionarias y crear mecanismos de de financiamiento para la mejora del servicio, para no incrementar las tarifas. El pasado 4 de marzo de 2022, estudiantes y dirigentes universitarios volvieron a salir a las calles para exigir al Gobierno del Estado un transporte público digno, con mejores unidades, más rutas, que no sea lento, que no exponga su salud, que respete la sana distancia y que les permita llegar a tiempo a sus clases. (Bote: 2022) Es tranquilizante ver que sí se está haciendo algo al respecto, que las comunidades están levantando su voz para exigir estrategias que ayuden al mejoramiento de estos servicios.  Ahora, a raíz de usar el transporte público todos los días me puedo dar cuenta cada vez más de las problemáticas que se presentan así como pensar en soluciones a ellas. Cada vez más entiendo la insatisfacción de parte de la gente que vivimos en Mérida con el transporte público y pienso que puede mejorar en muchas cosas. Sin embargo, espero que a raíz de la activación después de la pandemia se logre dar solución a estas problemáticas y garantizar para la población un transporte digno y eficiente. Bibliografía Bote, A. (2022) FEDY exige mejores rutas y condiciones del transporte público de la ciudad. La Jornada Maya. Recuperado de: https://www.lajornadamaya.mx/yucatan/193098/fedy-exige-mejores-rutas-y-condiciones-del-transporte-publico-de-la-ciudad- Gobierno del Estado (2022) En Yucatán, se impulsan cambios en la movilidad para reducir la brecha de desigualdad. Recuperado de: https://www.yucatan.gob.mx/saladeprensa/ver_nota.php?id=6508 *Sofía Loeza es alumna de la Licenciatura en Literatura Latinoamericana de la Universidad Autónoma de Yucatán.

3 marzo, 2023 0

La voz en las paredes: las enseñanzas del semestre pasado

Por: Xiomara Ancona, Cristopher Reyes, Ángel Arenas y Marianela Escamilla* El semestre pasado fue el primero en el que todas las generaciones nos conocimos fuera del mundo virtual, dejamos de ser perfiles de Instagram o cuadros de Zoom para convertirnos en personas tangibles. Los pasillos de la antes vacía universidad se llenaron de voces y risas; poco a poco nos familiarizamos con el espacio y lo hicimos nuestro, ¡al fin tuvimos acceso a la tan magnífica vida universitaria! ¿Cuántas veces nos han dicho que serán los mejores años de nuestra vida?, ¿cuántas historias no hemos escuchado de la maravillosa vida universitaria?, nos han hablado del orgullo universitario, de las entrañables amistades que descubriremos y de todo el conocimiento que tendremos a nuestro alcance. Pero, ¿qué hay detrás de todo esto? Comienza un nuevo semestre, regresamos todos a las aulas, ya nos conocemos, algunos lazos perduraron, otros se rompieron, surgieron nuevos, pero seguimos aquí.  ¡Hay algo nuevo!, los pequeños carteles que apenas se asomaban en las paredes de la escuela con algún dibujo, un poema, una estrofa…se hicieron gigantes. Crecieron y con ellos su voz: ya no solo nos susurraban un pensamiento, ahora nos gritaban exigencias, pedían ayuda o simplemente buscaban quién los escuchase. Crecieron y con ellos la comunidad; al comienzo fue exquisito ver cómo nos unimos para buscar hacer más amable este lugar donde a veces pasamos más tiempo que en nuestras propias casas. ¡Fue casi fugaz!, así como teníamos pensamientos en común, otros se dividieron. -¡Tu indiferencia es un factor para la comunidad!- grita una hoja de papel en un pasillo. No todos pensábamos igual, pero todo estaba en calma, pero los muros se agitaron con fuerza. Los carteles se esfumaron y quedó una triste y vacía pared blanca. ¿Quién fue?, ¿Por qué lo hicieron?, estas preguntas inundaban los pasillos. La pared, sombría y sin vida, no duró más de tres horas. En medio del vacío surgió un nuevo cartel con la leyenda “nos vamos a multiplicar”, ¿acaso era un aviso o una advertencia? ¡Tuvo razón!  Al día siguiente eran muchos más que antes, diferentes estilos, tantos colores, tantos mensajes, ¡qué bellos se ven los muros con sus voces! -¡Las paredes son nuestras! -¡Respeta la lucha o vivirás en revolución! -¡Nos quieren quitar las alas! -¡Respeta la libre expresión! Tantos mensajes, tantas cosas que decir, tanto con lo que nos sentimos identificados como comunidad. Un sentimiento de preocupación y un pensamiento que buscaba entender qué estaba pasando dentro de nuestro espacio despertaron cuando afuera del 104, de nuestro también colorido y poético salón, una voz nos gritó: -¡Cuando pensé en suicidarme, pensé en hacerlo en la ENES! ¿Qué estaba pasando?, ¿de dónde venía ese sentimiento de soledad?, había alguien que no estaba bien y quizá no solo era uno, quizá éramos todas, todos y todes, ¿qué se puede hacer al respecto?  No es algo novedoso que en DyGI somos los aventurados a los que les apasiona responder lo que todo el mundo se pregunta, y así fue. Nos tomó poco más de medio semestre, escuchamos las voces, archivamos los sentimientos, no para dejarlos guardados, sino para ordenarlos y poder manifestar todo el sentir que está atravesando a la comunidad, investigamos, pero no desde la perspectiva fría que se tiene desde la investigación; lo hicimos también posicionándonos como alumnos, como parte de la solución o del problema. Para realizar la investigación comenzamos por tomar fotografías de todos los carteles para después con ayuda de alumnos, profesores y personal administrativo, seleccionar las cinco imágenes que consideramos más significativas. Después por medio de Google forms, colocamos las 10 imágenes y solicitamos que la gente eligiera tres palabras que relacionaban con las imágenes.  La última pregunta estaba relacionada con una opinión general acerca de ellas. Se contó con la participación de 40 encuestados, cinco docentes, cinco empleados administrativos y 30 alumnos. Los datos recabados fueron analizados con ayuda del programa AtlasTI, una herramienta de uso tecnológico y técnico creada con el fin de apoyar la organización, el análisis e interpretación de información en investigaciones cualitativas. ¿Qué siente la comunidad?, ¿qué es lo que une a trabajadores, estudiantes y profesores, pero no estamos viendo? Encontramos que nos une la tristeza, el miedo, el enojo, nos une la lucha, la libre expresión, pero sobre todo nos une la empatía. ¡Qué bella es la vida universitaria! ¿Existen conflictos en ella? La respuesta es sí, pero está en nosotros crear conexiones para solucionarlas como comunidad. Ya sabemos qué siente la comunidad, de dónde vienen los gritos de las paredes que ya no se van a callar, qué nos duele y cuáles son nuestros sueños para el futuro. Se habla de tristeza, de enojo y miedo, pero también de empatía. ¿Qué vamos a hacer para que sea esa misma empatía la que nos lleve a un mejor lugar? Xiomara Ancona* es alumna de la Licenciatura en Desarrollo y Gestión Interculturales de la Escuela Nacional de Estudios Superiores Unidad Mérida, UNAM. Cristopher Reyes* es alumno de la Licenciatura en Desarrollo y Gestión Interculturales de la Escuela Nacional de Estudios Superiores Unidad Mérida, UNAM. Ángel Arenas* es alumno de la Licenciatura en Desarrollo y Gestión Interculturales de la Escuela Nacional de Estudios Superiores Unidad Mérida, UNAM. Marianela Escamilla* es alumna de la Licenciatura en Desarrollo y Gestión Interculturales de la Escuela Nacional de Estudios Superiores Unidad Mérida, UNAM.

28 febrero, 2023 0

“Dzop sandía”, una fruta de piñata

Por: Mariela Nallely Canche Quintal Es muy común en Yucatán escuchar sobre la realización de diversas fiestas patronales en honor al santo de algún pueblo en el interior del estado, como menciona Quintal (1993) “En nuestro estado la mayoría de las comunidades rurales, las ciudades y los barrios tienen un santo patrón en cuyo honor se llevan a cabo por lo general anualmente, celebraciones de carácter religioso y secular” (párr. 6); estas celebraciones iniciaron desde la época colonial, la forma, contenido y significación se encuentran en el oriente del estado desde el año de 1600, las identidades comunales estuvieron simbolizadas por y concretadas en el santo patrono. Dichos festejos, que pueden durar desde tres hasta quince días, se caracterizan por su colorido, riqueza simbólica y complejidad organizativa. La fiesta patronal es a la vez solemnidad religiosa y acontecimiento lúdico, pues además de las actividades religiosas realizadas por diferentes gremios, como la procesión del santo, las misas, los rosarios, entre otros eventos, también es muy común que se realicen corridas de toros, vaquerías, ferias, pirotecnia y diferentes juegos y actividades que inauguren estas celebraciones pues, después de todo, es una fiesta del pueblo (Reyes, 2019). Entre estas actividades se encuentra la “dzop sandía”. Como menciona un artículo sobre regionalismos en la página web Pata de huech “De DZOP (TS’OP) «clavar con cosa puntiaguda» y SANDÍA, fruta de una cucurbitácea” este juego es un atractivo de ferias, junto a las famosas actividades como las carreras de cintas, el palo encebado, entre otras, y consiste en hincar el dedo pulgar, emergiendo del puño entre el dedo índice y el dedo medio, en una sandía que pende de una cuerda, la cual mediante un carrillo puede ser subida o bajada como una piñata, para que los jugadores tengan mayor o menor oportunidad de golpearla. Los jugadores “a caballo, vienen a la carrera y tratan de alcanzar el fruto y romperlo, horadándolo con el pulgar según se ha dicho […] Cuando la sandía cae hecha pedazos —o más bien cuando escapa de las amarras que en varios meridianos de mecate la sostienen— los niños se lanzan a disputarse los pedazos de la fruta” (Pata de huech, 2015). Este interesante juego lo conocí cuando mi abuelita me contó sobre él, en una de esas conversaciones en las que a las abuelitas se les da por contar historias sobre su vida, su infancia, lo que vivieron y cómo vivieron, al contarme sobre su familia que vivía en el pueblo, me habló acerca de la dzop sandía (práctica en la cual, cabe destacar, no era una sola sandía, eran varias sandías grandes). Mi abuelita cuenta que una vez cuando estaba chica, al visitar a sus parientes en la casa de su abuelo, comenzaron a jugar la dzop sandía, que según su relato consistía en amarrar la sandía por el medio y colgarla para golpearla como piñata dentro de una pita (es un tipo de costal o saco tejido), y, como la mayoría de las piñatas en Yucatán, esta piñata frutal era golpeada por los jóvenes con el puño hasta partirse en pedazos, los cuales eran recogidos y consumidos por los niños, como los dulces dentro de las piñatas de papel maché tan comunes de Yucatán.  En la poca información que pude encontrar sobre el dzop sandía se menciona su realización en las fiestas patronales, pero quiero enfocarme ahora en que en sí, esta práctica imita también la de golpear o “romper” una piñata con el puño (rasgo característico de Yucatán) para recoger la dulce recompensa —de la fruta en este caso—. Hablando sobre el origen de las piñatas, se dice que la idea de un contenedor relleno que se rompe en una celebración existe desde hace más de 3000 años y tiene su origen en China, como parte de las festividades de año nuevo. De China, se especula que Marco Polo llevo la tradición a Italia y la introdujo en la cuaresma como “Pignatta”, para posteriormente hacerse popular en Europa y finalmente llegar a México como un instrumento para la evangelización (Arcila, 2022). En 1587 los monjes agustinos del convento de Acolman, Estado de México, iniciaron esta tradición en las fiestas de adviento, para darle un sentido religioso a un juego tolteca con similares elementos (consistía en romper con los ojos vendados una vasija llena de chocolate sujeta de una cuerda), los cuales convirtieron en elementos que representaban la lucha eterna entre el bien y el mal: la vasija de barro que representaba a Satanás, los siete picos como siete pecados capitales, el placer ejemplificado con los dulces, etcétera (Narváez, 2019).  Es interesante cómo una práctica como romper la piñata pueda llegar a tener estas variantes de materiales tan interesantes, pues así como en otros estados es muy común el tener piñatas de barro que se rompen con un palo, en Yucatán existen piñatas hechas de papel maché, de cartón e incluso piñatas que son en realidad una fruta, que simbolizan el acto de romper como una parte importante de una celebración, y aunque la dzop sandía ya no sea una práctica tan común, en ella recae una tradición interesante que es recordada a través de la memoria y aprendida hasta la actualidad. Revaloremos la importancia de los recuerdos y de la memoria de nuestros abuelos, pues en esas historias que nos cuentan una y otra vez, existen prácticas tan interesantes como esta, que pueden despertar nuestra curiosidad. Bibliografía. Arcila, R. (2022). Rómpela, rompe la piñata. Universidad de los Andes [Tesis] https://repositorio.uniandes.edu.co/handle/1992/59254  Narváez, M. (2019). La piñata como instrumento evangelizador de nuestros ancestros. Universidad Autónoma del Estado de México, 2-9. http://web.uaemex.mx/identidad/docs/cronicas/2019/TOMO_XVII/37._La_pinata_como_instrumento_evangelizador_%20de_nuestros_ancestros.pdf  Quintal, E. (1993). Fiestas y gremios en el oriente de Yucatán. Cuadernos de cultura yucateca (4). https://www.mayas.uady.mx/articulos/fiestas.html  Reyes, G. (2019). Niños, fiestas patronales e identidad local. Revista de El Colegio de San Luis, 9(19), 325-350. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-899X2019000200325  *Mariela Nallely Canche Quintal es alumna de la Licenciatura en Literatura Latinoamericana de la Universidad Autónoma de Yucatán.

24 febrero, 2023 0

Arte y divulgación de la ciencia: generando nuevos conocimientos

Por: Xiomara Ancona Diaz* Este texto fue preparado en el marco de la Revista Pingüica en su número 6, especial ENES-Mérida. Pingüica es un proyecto para la interpretación artística de temas científicos. A lo largo de mi licenciatura se me ha repetido constantemente que las ciencias “duras” y las ciencias sociales no deben verse como opuestas sino como complementarias; no obstante, en mi imaginario pensar en la mecánica de fluidos, la hidrogeología, o el monitoreo de las pesquerías, parecía algo completamente alejado de mis temas de interés, casi como cosas incomprensibles con las que preferiría no tener qué lidiar por miedo a no entenderlas. El semestre pasado inicié mi servicio social en el departamento de Divulgación de la Ciencia en el programa de “Cultura y apropiación social del conocimiento en Yucatán” y tuve la magnífica oportunidad de colaborar en el proyecto de divulgación “Pingüica: aglutinando conocimiento”. La iniciativa busca combinar el arte y la ciencia entendiéndose como dos formas de generar conocimiento y entender la realidad; es un proyecto colaborativo e independiente que enlaza artistas y científicos. El punto de partida para la creación artística son las investigaciones de distintos campos del conocimiento y la experiencia queda sintetizada en una publicación. La sexta edición tuvo la participación de investigadores y alumnos de la ENES-Mérida, entre ellos yo. Esta edición de la revista cuenta con diversas temáticas que van desde la historia ambiental, las enfermedades emergentes, hasta temas relacionados a los estereotipos de género, la pesca ribereña, la conservación de los acuíferos, la oceanografía o la ética ambiental, entre otros. ¿Qué se siente saber que personas por todas partes te van a leer?, me dijo Salem mientras veíamos la exposición de las obras en la cafetería de la escuela. La pregunta hizo mucho eco en mi cabeza, comencé a cuestionarme y recapitular mi participación en el proyecto, debo admitir que aún un poco sorprendida de lo que había logrado. Lo primero que tengo que decir es que estoy completamente agradecida de haber tenido la oportunidad de ser parte de esto y no sólo para un artículo, sino para tres; lo segundo que quiero compartir es cómo esta experiencia me hizo encontrar probablemente lo que quiero seguir haciendo más adelante en la vida: escribir y compartir conocimiento. ¿Fue fácil?, con toda sinceridad puedo decir que fue un ir y venir de emociones. Al principio me sentí abrumada: ¿Cómo voy a escribir un artículo sobre mecánica de fluidos si no sé absolutamente nada sobre el tema?, para empezar ¿Qué es la mecánica de fluidos?, ¿Cómo funcionan las leyes que protegen el agua?… Miles de preguntas inundaron mi cabeza, estaba muy asustada pero como decía mi Tita: “eres una aferrada y si quieres algo lo consigues”. Para el primer artículo “Un giro a la energía: las vibraciones inducidas por vórtices” trabajé con el Dr. Juan Carlos Cajas, quien a través de sus escritos previos, un par de conferencias y podcast, me explicó sobre el tema; tuve muchos momentos de crisis sobre todo cuando me tropecé con las fórmulas matemáticas pero al final el resultado me hizo muy feliz. Los artículos siguientes ya había ganado confianza en mí y en mi trabajo para realizarlos. Mi trabajo se centró en leer los artículos de las y los investigadores, buscar más información al respecto y traducirlos a un lenguaje que todxs pudiesen entender, incluso sin tener información de los temas. En cada uno de ellos puse mucho esfuerzo y dedicación, pero sobre todo puse amor. Es mi último semestre, existe mucha incertidumbre sobre lo que haré en un futuro, sin embargo, encontré algo que me hace muy feliz y me apasiona. Extiendo una invitación a leer la revista ya que estoy segura que cada uno de los participantes, tanto investigadorxs, alumnxs y artistxs pusimos un poco de nuestro corazón en ella. Xiomara Ancona Diaz* es alumna de la Licenciatura en Desarrollo y Gestión Intercultural y prestadora de Servicio Social en el Departamento de Divulgación de la ENES Mérida en el proyecto Cultura y apropiación social del conocimiento. Revisa el Proyecto Pingüica https://www.instagram.com/pingu.ica/ https://www.facebook.com/aglutinandoconocimiento/ https://ingmareli.wixsite.com/pinguica

14 febrero, 2023 1

Xooch’: ¿El anunciante nocturno de males venideros?

Por: Kati Alonzo* Sus sonidos, colores, plumaje, hábitos, comportamientos, diversidad, son algunas de las características que interesan a más de una persona que se detiene a investigar acerca de las aves que habitan en territorio yucateco. Y puede resultar todavía más interesante conocer que en Yucatán se dan casos en los cuales las creencias antiguas vinculan a ciertos animales con algún fenómeno de la naturaleza o de la vida humana, como es el caso del turix (libélula) cuya presencia avisa que vendrá una visita o la mariposa X’mahaná que es vista como mal augurio. Otro caso en particular es el de la lechuza de campanario (Tyto alba) o xooch’, como es conocida en el estado, ya que según creencias de las comunidades yucatecas esta ave anuncia la muerte o el mal agüero “razón por la cual es temido por varias personas en Yucatán” (Rodríguez, 2020: párr. 5).  El xooch’ o la lechuza de campanario “es un ave rapaz nocturna perteneciente a la subfamilia Tytoninae; presenta por lo tanto un disco facial triangular o en forma de corazón y ojos obscuros. Tyto alba es una especie cosmopolita que se ha adaptado a una gran variedad de biotopos. Tiene un promedio de 46 cm de longitud, su extensión alar (envergadura) es de 110 cm” (Sánchez-Ortíz, 1995, citado en Soto, 1998). Respecto a los ejemplares que habitan en Yucatán, se tienen estos aspectos característicos:  De acuerdo con Contreras (2021), la doctora Vanessa Martínez García explica que en el estado de Yucatán se les puede observar habitando campos despejados y semidespejados, regularmente en sitios cercanos a estructuras antiguas en los pueblos; y también en zonas arqueológicas en busca de cavidades para resguardarse. Aunado a esto, “por su consumo de roedores, las lechuzas se convierten en agentes controladores de poblaciones de plagas. Pueden llegar a consumir entre 50 y 150 gramos, que equivalen a 3 ratones diarios” (Contreras, 2021: párr. 8).   “Al tratarse de una especie controladora de plagas, las lechuzas son vitales aliadas de hombres y mujeres que trabajan en el campo. En ocasiones, se piensa que son portadoras de malos presagios; o que anuncian la muerte. La realidad es que, pese a no estar en peligro de extinción, estos ejemplares contribuyen al bienestar del campo yucateco” (Contreras, 2021: párr. 8). Me parecen sorprendentes precisamente las características biológicas de esta ave, su función en el ecosistema y sobre todo este fenómeno que acontece en Yucatán: cómo las creencias antiguas le dan una carga simbólica a la lechuza vinculándola con la llegada próxima de algún mal, como lo puede ser la muerte o el mal agüero que se darán en el sitio o cerca de donde esta se posa a emitir su canto nocturno. Sin embargo, para desdicha de estos animales, la creencia genera estigmas en la forma que son percibidos por las personas de distintas partes de Yucatán. El miedo y la incertidumbre de las familias por la posible muerte de algún familiar, enfermedades u otra clase de males pueden generar reacciones violentas contra el xooch’ como ataques o agresiones. La gente, a modo de protección hacia uno mismo y hacia su familia le llega a propiciar heridas graves e incluso la muerte. Uno de los casos en los cuales se vio esta manifestación de violencia fue en una comisaría del estado yucateco durante la pandemia en 2020: “Otro caso de crueldad hacia los animales en Yucatán fue denunciado por habitantes de la comisaría de Subincancab, en Timucuy, donde apedrearon y rociaron con agua bendita a una lechuza, porque tienen la creencia de que esta ave anuncia la muerte” (Rodríguez, 2020: párr. 1).    Desde mi experiencia personal, he de decir que la palabra xooch’ protagonizó muchas de las conversaciones que se dieron en el hogar donde crecí, en todas ellas siempre se relacionaba a los sonidos emitidos por el xooch’ con la muerte próxima de alguien. Se decía que este animal tenía muy desarrollados los sentidos, sobre todo el olfato, lo que le permitía saber cuándo y dónde había algo mal en el cuerpo de una persona, ya sea que pronto se fuera a enfermar o a fallecer. Nunca lo había visto ni escuchado, solo sabía que se trataba de un animal que con su sola presencia y su canto preocupaba a las demás personas, ya sean los vecinos o los integrantes de mi propia familia, quienes se ponían a cuestionarse quién estaría próximo a morir. La respuesta que se les venía a la mente casi siempre era el nombre del más viejo o enfermo de la colonia.  Cuando se le describía, decían que se trataba de un animalote que canta muy feo y anuncia la muerte, por lo tanto, yo no me lo imaginaba para nada hermoso. Recuerdo aquella vez de mi infancia cuando me hablaron para que saliera a ver algo. Se trataba del xooch’ que se había posado cerca de mi casa, aunque lo vi de lejos no me pareció tan espantoso como lo describían. Ahora que lo veo en retrospectiva pienso que este es un animal sorprendente que se le estigmatiza injustamente por las creencias en torno a él. Hubo ciertas ocasiones en las que coincidió que alguien de mi familia se enfermara días después de que se escuchara por la noche el canto del xooch’ o de que muriera una persona cerca de la casa donde se vio al ave. Pero otras veces el xooch’ tuvo esos comportamientos nocturnos y no sucedió nada. Sin embargo, se debe tomar conciencia de la injusta violencia que se ejerce sobre el ave, la cual cumple una función importante en los ecosistemas yucatecos.  Bibliografía. Contreras, J. (2021, 11 de febrero). Ni muerte, ni mal agüero: las lechuzas contribuyen al bienestar del campo yucateco. La Jornada Maya. https://www.lajornadamaya.mx/yucatan/78478/ni-muerte-ni-mal-aguero-las-lechuzas-contribuyen-al-bienestar-del-campo-yucateco Rodríguez, Y. (2020, 13 de mayo). Apedrean a lechuza; creen que el ave “anuncia la muerte”. El Universal. https://www.eluniversal.com.mx/estados/apedrean-lechuza-en-yucatan-creen-que-el-ave-anuncia-la-muerte Soto, H. (1998). Análisis de regurgitaciones de la lechuza Tyto alba de la hacienda Estipac, Jalisco [Tesis de pregrado, Universidad Autónoma Metropolitana]. Repositorio de la UAM, Unidad…

7 febrero, 2023 0

La siesta de la longevidad en Yucatán

Por: Alessandra Yoselín Solís Pérez* Alrededor de las dos de la tarde los pueblos yucatecos duermen; en sus calles anchas, de casas amarillas con aroma a pan de leña, impera un silencio sepulcral. El pueblo duerme con la promesa de una vida larga, cuya calidad se consagra a las tardes de un sopor inescapable. Los ancianos dicen que así se vive mejor y se vive más, que por eso los puestos de comida se detienen cuando llega la hora y en la noche se reactivan las fiestas populares y la algarabía de los vecindarios se alza con el ímpetu de un huracán. Sin embargo, lo cierto es que no se duerme en cualquier momento del día, se rumora que debe ser cuando el sol está en su punto más alto y la comida, antes servida, descansa en el fondo de una panza hinchada. Se cuelgan las hamacas y ya nadie habla. Es “la siesta de la longevidad” como se nombra en los hogares de Yucatán. Según se explica en el artículo “Bases anatómicas del sueño”, el sueño se define como un estado biológico que es: activo, periódico, en el que se distinguen las etapas NREM y REM, que se alternan sucesivamente durante la noche. Intervienen los relojes biológicos en la modulación del sistema, así como neurotransmisores específicos. Se trata de una red neuronal compleja, en la que intervienen diversas zonas del sistema nervioso central. Los procesos oníricos están controlados además de forma neural. (Velayos et al., 2007: 7) En otras palabras, el sueño se entiende como el momento en el que hay un intercambio en partes distintas del encéfalo y que colocan al individuo en un estado parcial de inmovilidad e inconciencia; se trata de un estado con fases que se alternan continuamente y que implican la presencia de una actividad neuronal innegablemente compleja. La etapa NREM comprende cuatro fases que incluye la somnolencia, el sueño ligero y, finalmente, el sueño profundo; mientras que la etapa de REM o sueño REM, consiste en el “rapid eye movements” (Velayos et al., 2007: 8), lo que se traduce como los movimientos oculares rápidos que se experimentan al dormir, debido a la activación del tronco encefálico. Existe una relación entre el llamado reloj biológico, que se estudia en el artículo referido, y la conocida “siesta de la longevidad”, experimentada colectiva y generacionalmente en el estado de Yucatán: De por sí, el ritmo sueño-vigilia es cada 25-29 horas, según se ha estudiado experimentalmente en voluntarios encerrados en una habitación a la que no llegan las influencias exteriores. Pero la presión del sueño aumenta en torno a las dos de la tarde, lo que explica que sea fisiológico sentir sueño después de comer. La voluntad puede evitar el dormir después de comer. (Velayos et al., 2007: 9) Si bien “la voluntad puede evitar el dormir después de comer”, esta práctica de interés comunal y con la que se advierten procesos de vinculación y relación todavía se realiza en el estado, donde aproximadamente una hora después de comer se descansa, durante un tiempo no muy prolongado, con la intención de recuperar las fuerzas perdidas para continuar con las actividades del día: se recomienda dormir alrededor de 15 a 30 minutos máximo, sobre todo, si después vamos a ejecutar una tarea que demande nuestros procesos cognitivos. […] Después de esta siesta, nos sentiremos refrescados, energizados y realizaremos una gran cantidad de actividades igual que si nos hubiéramos recién levantando por la mañana. (UNAM Global, 2017, párr. 11-12) Lo que, desde luego, tiene repercusiones positivas en la salud de los individuos, como asegura el Dr. Ceña Callejo, ya que “una buena y adecuada cantidad y calidad del sueño nos ayuda a proteger nuestra salud física y mental, proporcionándonos una mejor calidad de vida” (Ceña, 2017: 91). “La siesta de la longevidad” se ve presente con mayor frecuencia en los pueblos del estado, más que propiamente en la ciudad, por lo que a menudo se dice que las tardes donde prepondera un silencio ominoso resultan desanimadas y soporíferas. En sus calles abandonadas rebosan los árboles frutales, se mecen las ramas y los jaimitos terminan estrellados en el pavimento medio roto atrayendo moscas y uno que otro perro despistado, buscando algo de sombra bajo la fronda de un arbusto.  En las tardes febriles de Yucatán se tiene la costumbre de dormir al terminar la comida. Don Atilano, un hombre que murió a los cien años en la cabecera municipal de Tizimín, rodeado de amoroso consuelo y rostros macilentos cuando dejó de mirar, se le vio hasta que la edad lo permitió manejando su bicicleta con un sabucán colgando del manubrio derecho. Mi abuelo fue de esos hombres que todo lo podían, rara vez se enfermaba y olía como el sol.  En aquellos días de sol albaricoque, las gallinas revoloteaban por entre los corrales y un cielo azulón; en ese momento me recostaba en la hamaca junto a mi abuelo con el bochorno de un estío espeso e interminable. Cuando se hizo demasiado mayor para seguir manejando, yo le preguntaba cómo le hizo para vivir tanto y él hablaba entonces de “la siesta de la longevidad”. Duerme en la tarde, decía él, así la vida pesa un poco menos. Bibliografía Ceña Callejo, R. (2017). “Dormir bien para vivir y trabajar mejor”, en Revista de la Asociación Española de Especialistas en Medicina del Trabajo, 26(2): 90-91.  UNAM Global (2017) “¿Por qué nos da el ‘mal del puerco’?”. Revisado el 2 de diciembre de 2022, en Fundación UNAM, en: https://cutt.ly/11F6ZzC. Velayos, J. L., Moleres, F. J., Irujo, A. M., Yllanes, D., y Paternain, B. (2007) “Bases anatómicas del sueño”, en Anales del sistema sanitario de Navarra, vol. 30: 7-17. * Alessandra Yoselín Solís Pérez es alumna de la Licenciatura en Literatura Latinoamericana de la Universidad Autónoma de Yucatán.