Mi conexión con la ética ambiental, con el estar y el sentir en la naturaleza

Mi conexión con la ética ambiental, con el estar y el sentir en la naturaleza

5 octubre, 2022 0
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Por: Rashel Alexandra Tello Zetina*

El estar y el sentir en la naturaleza

El interactuar con nuestro entorno no sólo se basa en relacionarnos con los seres humanos, sino se encuentra en aquel conjunto de seres, conjunto de saberes, conjunto de sensaciones, de experiencias, que involucran no solamente a la humanidad sino a todo aquello que nos rodea. 

Entender que somos más que seres individuales, comprender que nuestra existencia va más allá de pensarnos como individuos, entender que nos conformamos de todas las relaciones, de todos los encuentros

Me inspiro mucho en la visión que tienen Omar Felipe Giraldo e Ingrid Toro (2020) en su libro Afectividad ambiental, que nos hace comprender todos estos términos, comprender que la ética ambiental va más allá de la interacción entre los seres humanos y el medio. 

Siempre he pensado que nuestra conexión en el mundo va más allá del conocimiento racional, nuestra existencia es entender que las relaciones y experiencia forman, no sólo nuestra personalidad, sino nuestra esencia. La esencia, para mí, es aquello que nos hace “ser” quien somos, aquello que nos diferencia de todos los seres en el universo.  

La existencia es algo muy complejo, y se puede entender, según Giraldo y Toro (2020) como la interconexión entre las líneas de vida de todos los seres. Para mí, el “estar” aquí representa eso mismo, conectarme con las personas, con las cosas, con la naturaleza, crear experiencias tangibles e intangibles, visitar lugares, crear recuerdos y conocer cómo me conecto con el entorno, entender que somos cuerpos entrelazados con el medio que obtenemos cosas tan valiosas de manera mutua.

Entender la crisis ambiental 

La ética ambiental moderna se ha traslado de la idea de “vivir feliz” y “desarrollarse”, antes la ética ambiental se basaba en el impacto ambiental y “cuánto daño se puede hacer”. Hoy en día, la ética ambiental sirve para encontrar justificaciones de las consecuencias que el “desarrollo” capitalista le trae al planeta. 

Al plantearnos la pregunta ¿qué es para nosotrxs la crisis ambiental? Yo pienso que es aquel momento en que los seres humanos dejan de utilizar lo que nos brinda la Tierra para sobrevivir y que, en vez de eso, se consume por ambición y para satisfacer la necesidad idealizada de felicidad. 

La felicidad es aquella que es impuesta por nuestro entorno, esa sensación de plenitud que viene desde algo físico, algo material; la felicidad es aquello que nos venden con la frase “el dinero compra la felicidad” y hace que creamos que el tener más y más cosas nos llevará a una vida plena y feliz. 

Como plantean Giraldo y Toro (2020), la crisis ambiental surge cuando comienza ese desapego entre la naturaleza y el ser humano, surge en el momento de indiferencia, de desarraigo y un sentido autoritario sobre las cosas que nos rodean; esto, con un origen en el siglo XIX con la revolución industrial y los movimientos de personas obreras.

La sociedad dictamina lo que es bueno y lo que es malo, lo que debemos de hacer y lo que no; ¿Cuándo en realidad es que podemos decidir por nosotros mismxs?, ¿en qué momento está bien pensar individualmente? Agust D (2020), en su canción People, habla sobre la cotidianeidad de la vida, aquella repetición de las cosas que nos lleva a seguir una rutina interminable y a desear cosas que no tenemos, y a no apreciar las que ya tenemos. Cito,

Todos manejan las molestias… La repetición de situaciones dramáticas hace que la vida sea agotadora… Queremos si no tenemos, no queremos si tenemos… ¿Quién dice que las personas son animales con sabiduría? En mi opinión, estoy seguro de que las personas son animales con muchos arrepentimientos… Viviendo en un mundo donde nada es eterno; cada cosa que pasa es algo pasajero.

Aquí puedo interpretar, desde el punto de vista medioambiental, que la sociedad nos ha llevado a crear un ciclo sin fin, un círculo vicioso del cual no se puede escapar. De aquellas expectativas que la sociedad pone sobre las personas que de un momento a otro se volvieron parte de la rutina y el ser mismo pierde la esencia de su existir en el mundo, se pierde la identidad y las razones por las que hacemos las cosas. 

Las situaciones de vida, las historias, las experiencias, las personas, todo es efímero, y de un momento a otro, si no se siente, si no se aprecia, puede desaparecer y dejar en su lugar dolor. 

El dolor se ve reflejado en las acciones del ser humano hacia su entorno y en el desapego con la naturaleza. Acciones que pasan de largo y que se consideran de menor importancia son las que más dañan al ambiente.

Un descubrimiento personal

Entender que algunas veces el destino tiene otros caminos para nuestras vidas, entender que hay más de una alternativa, más de un fin, puede ser difícil para muchas personas; incluyéndome.

Desde que tengo memoria mi sueño había sido estudiar la licenciatura en Medicina, toda la vida me preparé con este único propósito, pero una vez que lo tenía en mis manos, una vez que lo había conseguido, sentí un vacío, un vacío que no me permitió continuar.

Muchas cosas pasaron en mi vida en aquel momento, el comienzo de una pandemia, una nueva enfermedad en mi cuerpo y miles de decisiones rodeaban mi mente, pero de algo estaba segura, mi objetivo no era estudiar medicina. 

Una vez que salí de la carrera sentí que un peso se liberó de mis hombros y me puse a pensar, ¿ahora qué hago, ahora qué sigue? En esa búsqueda, me topé con la licenciatura en Ciencias Ambientales. 

Las ciencias ambientales, según la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es aquella ciencia enfocada en el estudio y la solución de problemas ambientales, así como en el manejo integral del paisaje y de los ecosistemas. 

La pandemia impulsó en las personas un ideal de cambio, y en mí, despertó un sentimiento de apreciación por las cosas, un sentimiento tan bello como horroroso de esperar un mundo mejor.

De alguna forma, empecé a caminar y terminé en este mar. 

Desde este mar, puedo ver la costa.

Hay una infinidad de granos de arena y un viento feroz.

Pero solo veo un desierto.

Quería tener el mar, así que me lo tragué.

Pero ahora estoy más sediento que antes.

¿Este lugar donde llegué es realmente el mar?

¿O es un desierto azul?

Sea, por BTS

En el párrafo anterior se puede encontrar el fragmento de una canción que considero que representa bien mis sentimientos y el sentido general de este ensayo.  Cuando anhelamos tanto algo, que la sociedad nos ha impuesto, y al fin lo tenemos en las manos nos cuestionamos su existencia y composición. Abundantes granos de arena forman la costa y junto a la arena el agua forma el mar, pero cuando solo vemos el desierto y un desierto azul, ¿dónde quedó la belleza del mar? Esa belleza que tanto anhelábamos se desvanece en un instante. 

Las Ciencias Ambientales, junto a la ética ambiental, me han ayudado a descubrir esa sensibilidad por las cosas, me han permitido emocionarme, enojarme, entristecerme y enamorarme de las cosas. 

Entre el estudio de estos conceptos, surge el “régimen de la afectividad”, que en Afectividad ambiental (2020) quiere dar cuenta de la orientación sensible, provista por códigos culturales y regímenes de poder, en la cual la sociedad controla lo que podemos y no podemos sentir.

Mientras más insignificante se considere una acción por el medio ambiente, más impacto puede llegar a tener. Nos han dicho que el cambio individual no llegará a nada, al delegar responsabilidades a las grandes empresas, pero la realidad es distinta. 

El camino ideal, ¿a dónde vamos con la ética ambiental?

Cuestionar las ideas que nos han implementado es hallar una manera de implementar los aprendizajes de la idea que nos brinda la ética ambiental metafísica. La idea colectiva actual que tienen las personas sobre solucionar la crisis ambiental recae en la idea de que la felicidad es igual al consumo y al consumo en exceso, un envase retornable no va a acabar con la crisis ambiental. Si la idea de resolver la crisis ambiental está en dejar de usar popotes, no comprar unicel, etcétera, ¿qué tan mal estamos? 

La sociedad le da importancia a pensar de manera colectiva, a tomar la idea comunitaria. El dinero no puede solucionar todas las cosas. La sociedad no es el problema. El problema es la idea puesta sobre las personas que le da poder a ciertos grupos sociales (mayoritariamente blancos) y les vende la idea de “desarrollo” que tratan de imponer sobre las demás personas. 

Crecimos con la idea equivocada. Con la ética ambiental se podrían buscar soluciones, sensibilizarse y cuestionarse sobre las acciones individuales dentro de la vida diaria. 

“Si no me afecta directamente, no me importa” es la frase que escuchamos diariamente en cuanto a cuestiones de todo tipo. Entender que formamos parte de la naturaleza, que todo lo que nos rodea no nos pertenece, sino que se busca el bienestar mutuo. La ética ambiental ayuda a entender que el respeto a la naturaleza va más allá del idealismo capitalista del consumo y del poder. 

Es importante recalcar que este trabajo no es una desaprobación al capitalismo ni a la idea de progreso económico, sino busca una crítica de las ideas que se nos han impuesto comunitariamente sobre el fin último del progreso, es decir, el poder mediante la adquisición, el poder mediante el consumo, el poder mediante el materialismo y el capital.

Como mencionan Banerjee y Duflo (2019), muchas veces, las personas en la economía cometen errores, “resolvemos problemas con una combinación de intuición basada en la ciencia, algunas conjeturas apoyadas por la experiencia y un montón de puro ensayo y error”. Su libro Good Economics for Hard Times es una crítica a la economía buena y a la economía mala que se nos presenta en el día a día en términos de buscar una conexión humana entre las personas; el reconocimiento del deseo humano por la dignidad. Creer que todo lo que vemos en las noticias es la realidad sobre el capitalismo y las ideas de consumo y felicidad, tampoco es del todo correcto. Lo que hay que hacer es empezar a diferenciar y a criticar analíticamente la información que recibimos y difundimos. 

 Las ideas deben venir desde las infancias, educar con ética ambiental, sensible y emocional. Educar con conciencia ambiental y empatía con el planeta y con las personas. En definitiva, todavía hay personas con intereses capitalistas, pero hay personas como tú y yo que pensamos más allá de la burbuja, que pensamos que la solución de nuestros errores no es utilizar más tecnología para arreglar la ya existente, que la solución no es la destrucción ni el daño; la solución verdadera se encuentra dentro de una misma, entender y sentir con el ambiente, en las ideas de apreciación y enamorarnos del entorno.

Referencias:

Agust D. (2020). People [Canción]. En D-2. BIGHIT MUSIC. https://open.spotify.com/track/4wDSEE082RPcnhXzPzFhCp?si=9c56923a22344c47

BTS. (2017). Sea [Canción] En Love Yourself: Her. Big Hit Entertainment. 

Giraldo, O.F y Toro, I. (2020).  Afectividad ambiental. Sensibilidad, empatía, estéticas del habitar. Xalapa: Ecosur-Universidad Veracruzana. 

Banerjee, A. V., y Duflo, E. (2019). Good Economics for Hard Times. (1era edición). PublicAffairs. 

Universidad Nacional Autónoma de México. (s.f.). Ciencias Ambientales. Oferta Académica UNAM.  http://oferta.unam.mx/ciencias-ambientales.html


 *Rashel Alexandra Tello Zetina, estudiante de la licenciatura en Ciencias Ambientales en la Escuela Nacional de Estudios Superiores Unidad Mérida de la Universidad Nacional Autónoma de México.